“Pocos avances” en la reducción de la violencia. Esa es una de las principales conclusiones del Estudio Global sobre Homicidios, realizado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que se enfoca en profundizar en los hechos que se encuentran detrás de la violencia y tratar de identificar las diferentes tendencias que se presentan en este campo a lo largo del mundo. En su versión 2023, el estudio presenta datos recabados en 2021 y 2022. Según la interpretación planteada, los resultados aún distan de los objetivos de la Agenda 2030.

El informe hace una distinción para 2021 y lo cataloga como “excepcionalmente letal” a nivel mundial, debido a que la cifra estimada de homicidios fue 458.000, es decir, 52 asesinatos por hora o 5,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Según los investigadores, las causas para ese aumento exponencial de 2021 se pueden encontrar en la crisis derivada de la pandemia de covid-19, un aumento en los casos relacionados con pandillas y la violencia sociopolítica que se vio incrementada en algunos países.

En el caso de América Latina, el informe señala un aumento de los homicidios en estos años y lo relaciona a “tensiones entre grupos criminales”. Entre ellos, destaca lo que sucedió en Ecuador entre 2021 y 2022 como lo más problemático. El aumento de homicidios en ese país llegó a 27 por cada 100.000 habitantes en 2022, representando casi el doble de lo que fue en 2021. Se apunta como principal desencadenante de este escenario los enfrentamientos de facciones de narcotraficantes en Esmeralda y Guayaquil.

Valorado como “menos dramático” que Ecuador, Uruguay también experimentó un aumento en la tasa de homicidios. Entre 2021 y 2022 este delito creció 25,8 %, lo que sitúa al país en 11,2 homicidios por cada 100.000 habitantes. Uruguay además se encuentra como el segundo país, dentro de 45 seleccionados de todo el mundo, con más porcentaje de homicidios relacionados con el crimen organizado y las pandillas, siendo sólo superado por Jamaica.

Más allá de estos ejemplos, en América Latina se ha experimentado en general una tendencia a la baja en homicidios desde 2017, donde, según el estudio, repercute en gran medida una reducción de los homicidios registrados en Brasil, el país más poblado de la región. Otros países que también se han sumado a esta tendencia a la baja durante los últimos años son Perú y Venezuela.

Poner la lupa en Uruguay

Consultado por la diaria, Gabriel Tenenbaum, doctor en Ciencias Sociales, reconstruyó el panorama histórico de los homicidios en el país. Explicó que el primer salto “importante” en la cifra se dio en los años 2012-2013, aunque posteriormente se mantuvo cierta estabilidad. Luego se provocó otro repunte en el número de homicidios en 2018, siendo este aún más importante que el anterior, llegando a una tasa de 12 muertes cada 100.000 habitantes, lo que batió los récords nacionales.

Los años sucesivos a 2018 mostraron un leve descenso, profundizado durante la pandemia. Como muestra el estudio, Tenenbaum explicó que luego de esta crisis sanitaria se dio un repunte en los homicidios, primero en 2021, y luego quedando confirmada tal tendencia en 2022.

Para el investigador, hablar de una tasa de dos cifras representa un “punto crítico”, pero aseguró que eso no pone al país camino a vivir una situación dramática como la de Ecuador. Tenenbaum dijo que eso se trata de una lectura “totalmente equivocada” que muestra “un gran desconocimiento del comportamiento de los homicidios” y de lo que se podría llamar “la geoeconomía y la ecología de los espacios”.

Homicidios y su relación con el crimen organizado

Si bien el dato de que aproximadamente la mitad de los homicidios se encuentran vinculados a grupos delictivos es algo conocido, producto de la información que ha proporcionado el Ministerio del Interior en el último tiempo, lo que sorprende es su comparativa con ciertos países de la región.

En este sentido, Tenenbaum explicó que puede estar dada una oscilación en el guarismo producto de la construcción de las categorías y los procesos de atribución de los motivos de homicidio. Señaló que este proceso muchas veces “recae en una descripción que hace la Policía sobre un hecho que todavía la Justicia no revisó”.

De igual manera, agregó que por ser un estudio de carácter internacional también se debe tener en cuenta “la calidad estadística” con la que pueden o no contar el resto de los países relacionados en la comparativa.

Trascendiendo las cuestiones estadísticas, y aun pensando en cierto margen de error, Tenenbaum dijo que la vinculación del crimen organizado como causa de homicidio muestra de todas formas cifras “muy altas”.

El experto explicó que la violencia relativa al crimen organizado se vincula a “grupos delictivos más o menos organizados o semiorganizados”. A su vez, agregó que estos se conforman por “lazos familiares extendidos y relaciones entre vecinos o de integrantes de la comunidad”.