Tras una serie de reuniones con el exministro del Interior Nicolás Martinelli, el director de la Unidad N° 6 de Punta de Rieles, Nicolás Piñeiro, y otros equipos, se logró la autorización para que regrese el programa Yoga y Valores en Cárceles, impulsado por la asociación civil Ombijam desde 2014 y que se encontraba suspendido hace tres años.

En diálogo con la diaria, la directora y fundadora de Ombijam, Pamela Martínez, contó que, junto con su equipo y el de la unidad, recorrieron las barracas para comentarles a las personas privadas de libertad sobre el taller. Respecto de esto, comentó que hubo una buena recepción de parte de estos, ya que en la primera clase se anotaron 60 y pudieron participar 30 por un tema de logística.

Considera que es difícil mantener un grupo constante y que “para nuestra sorpresa hay mucha demanda”, porque “hay mucha ansiedad, enojos, problemas con la convivencia y consumo”. Por este motivo, según explicó Martínez, necesitan un espacio que les ayude a pensar, estar en calma y frenar por casi dos horas. Asimismo, aseguró que permite sanar traumas y conectar a través del cuerpo con “heridas que tu trayectoria de vida hizo que las quieras tapar y no escuchar”.

En la primera clase formaron parte del encuentro dos psicólogas del equipo de salud mental de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) de la unidad carcelaria que trabajan hace diez años en contexto de privación de libertad. Al finalizar la clase, cuando se realiza una rueda donde cada persona dice su nombre y algo que quiera compartir, una de ellas expresó que, al principio de la práctica, cuando de forma continua entraban personas entre gritos, risas y al son de la cumbia, se preguntó cómo iban a hacer para que aceptaran la consigna y se quedaran serios. Sin embargo, resaltó que “hace dos horas estamos en silencio y concentrados haciendo una consigna”, y agregó que desde que trabaja en cárceles nunca lo había visto.

Ombijam colabora en el fortalecimiento de la convivencia pacífica por medio de procesos de rehabilitación y reinserción sociolaboral de las personas privadas de libertad, liberadas y sus familias. Martínez se mostró muy agradecida con la vuelta del programa y considera que “hay un respeto hacia la organización, mi persona y la actividad”.

Durante las prácticas se trabaja en la gestión de las emociones y la generación de hábitos para buscar dentro de la unidad carcelaria una rutina que se alinee lo más posible a sus intereses, ya sea a través de la enseñanza, la carpintería, la huerta, la música o el deporte, entre otras. Hasta abril pueden participar las personas que se anoten en el espacio de educación y luego seleccionarán a 30 personas con base en la participación que han tenido desde febrero.

“No es sólo yoga, no son sólo posturas”, sostuvo la directora de Ombijam a la diaria, sino que es “una manera de mirar la vida, tiene sus códigos, sus valores”. Mediante esta práctica buscan que las personas “conecten consigo mismas, aprendan a respetarse y sepan que tienen una inteligencia interior, aunque no lo sepan”. Considera que la respiración es clave en momentos de enojo, ira, e incluso en casos de adicción, en los que la corteza prefrontal se bloquea, que es la que ayuda “a ver las cosas con mayor claridad, a repensarte y tomar mejores decisiones”.

Además de volver con los talleres, Martínez tuvo la oportunidad de reabrir el anfiteatro ubicado en el celdario luego de tres años de estar inhabilitado. Ella sintió que fue una manera de que el lugar les diga “los esperamos”, debido a que trabajaron en ese espacio de 2014 a 2022.

Otras actividades de Ombijam

Además del programa Yoga y Valores en Cárceles, realizan un abordaje integral multidisciplinario con las personas que egresan de la cárcel y sus familias. Actualmente, forman parte 25 familias, cerca de 100 personas. Ombijam cuenta con un espacio brindado por el Centro de Información Oficial (IMPO), institución que los apoya desde 2018, donde tienen diversas propuestas. Una de ellas es el espacio dedicado a las infancias, inaugurado en 2024, que cuenta con voluntarias que interactúan, contienen y entretienen a los niños y niñas con libros, pinturas, música, así como también realizan tareas y trabajan valores a través de lo lúdico.

Por otra parte, en la sede de Ombijam pueden hacer sesiones con psicólogos y tener un tratamiento personalizado. Además de psicólogos, en el equipo técnico hay trabajadores sociales, nutricionistas, abogados y sociólogos. También tienen un taller de costura que si bien surgió en principio en la Unidad Nº 6, luego decidieron que fuera un espacio externo para mujeres liberadas o familiares de personas que están en privación de libertad. Cada año se realiza “La campaña de un corazón para navidad”, en el que realizan artesanías, las venden y reciben un ingreso.

Con el fin de brindarles oportunidades laborales a quienes egresan de la cárcel, crearon en 2017 el Banco Laboral, en el que realizan convenios con las empresas interesadas por medio de cupos para que los contraten y tengan un ingreso. La primera experiencia laboral fue con el rapero Kung Fú Ombijam, exprivado de libertad, quien grabó un disco, lo presentó en la Asociación General de Autores del Uruguay en 2017 y fue el primer socio privado de libertad. Desde ese entonces se han sumado más de 50 empresas, entre ellas DAC, que es su transportista oficial, y la papelería Aldo, que contrata a personal, sobre todo para la zafra de navidad y la escolar, y hace tres años les proporciona útiles escolares.

Martínez considera que hay personas que están atravesadas por diversos factores de riesgo que tienen conductas delictivas (pobreza estructural económica, abandono en estudio, consumo a temprana edad) y están en desventaja al momento de integrarse a la sociedad, por lo tanto, desde Ombijam intentan dar respuesta y atacar las raíces del problema. Por otra parte, opinó que “lo peor que podemos hacer con la violencia que tiene la comunidad es mirar para otro lado”; hay que involucrarse, sea a través del voluntariado, donaciones u otras maneras, así como también desde el sistema político para combatir el narcotráfico, el tráfico de armas y drogas.

Escuela de Educación Emocional

Desde 2020 tienen el proyecto edilicio, la mano de obra y los materiales para construir la Escuela de Educación Emocional, que sería la primera que se proyecta construir en una cárcel. El diseño fue realizado con el apoyo del estudio de Martín Gómez Platero junto a estudiantes de arquitectura. Si bien todavía “el sueño de la escuela está”, no han tenido la autorización debida para comenzar a construirla, mencionó Martínez.

La escuela contaría con diez materias en la currícula: yoga y meditación, justicia restaurativa, mediación y resolución de conflictos, huertas orgánicas, adicciones versus hábitos saludables, emprendedurismo, masculinidades y violencia, expresión artística, educación emocional, y la décima sería elegida por la comunidad. A la persona que transite todas las materias durante el año le entregarán un diploma para que sea pacificador social en su barrio y el objetivo es que esa persona pueda ser contratada para esa tarea por los municipios e intendencias u organizaciones de la sociedad civil.

Otro objetivo que se plantean es trabajar con un presupuesto digno proporcionado por el Estado; para eso tienen pensado recurrir al Parlamento. A su vez, buscan que las personas que trabajen en la asociación tengan un sueldo, tanto el equipo técnico como los voluntarios. Si bien no quieren “dejar la fuerza del voluntariado porque es muy importante” para la organización, les gustaría agregar “un híbrido de personas que puedan estar en el equipo pagas”, lo que considera que va a ayudar a que trabajen de forma más ordenada y eficaz para quienes transitan el proceso de rehabilitación.