No hay satisfacción posible en la lectura, dijo a la agencia de noticias Télam el escritor argentino Alan Pauls, entrevistado a propósito de su último libro, Trance (Ampersand, 2018), en el que ofrece un recorrido por las lecturas que lo atravesaron y una reflexión sobre la “anacrónica” experiencia de leer. No hay “tal para cual” entre el lector y lo que lee, afirma Pauls: “No hay satisfacción posible, en el sentido de que entre uno y eso que uno lee siempre hay una diferencia, algo que sobra o que falta, una fuga de sentido, que es lo que nos induce a seguir leyendo, por supuesto, y cada vez con más placer y vértigo”. Por eso, concluye, no hay “ni habrá un Grindr, Tinder o Groncher de lecturas, por más que Amazon se mate intentándolo”. Según el escritor, la linealidad y la continuidad, pero también la “concentración, exclusividad, sensibilidad para las transiciones, los matices, los acentos sutiles”, hacen de la práctica de leer una experiencia desajustada respecto de las exigencias de simultaneidad y vertiginosidad del presente. Se lee, como decía Ricardo Piglia, a la misma velocidad que en tiempos de Aristóteles. O, como apunta Pauls, tal como Ambrosio “hace 1.800 años, para asombro de San Agustín, osó leer en silencio en su presencia”.
El deseo, y no la satisfacción
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