Ni las librerías se han convertido en casas de venta de tablets, ni los quioscos de las esquinas se transformaron en cibercafés. De hecho, es más probable que ocurra lo contrario. El papel vive y lucha, y la Sociedad Filosófica del Uruguay (en adelante SFU, para no agobiar) lo demuestra con una publicación semestral que tarde o temprano llega a las redes, pero que comienza en la imprenta.
Antes de conocer de qué se trata la revista, hay que saber de qué se trata la organización que está detrás de ella. “El objetivo principal de la SFU es promover el desarrollo de la filosofía en Uruguay y mejorar en lo posible las condiciones de su producción”, contó a la diaria su vicepresidente, Carlos Caorsi. “Para ello, nos proponemos acercar lo que se hace en los distintos ámbitos en que la disciplina se practica en nuestro país, tanto a nivel terciario –Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación e Instituto de Profesores Artigas– como a nivel de enseñanza secundaria”. “En este sentido, nuestra sociedad está abierta a todo aquel que desee integrarla, y hoy, entre sus afiliados, cuenta con docentes y estudiantes universitarios, docentes y estudiantes de formación docente y docentes de enseñanza secundaria, así como profesionales de otras áreas con intereses en la filosofía”, contó.
Fundada en 2010, la organización tiende puentes con comunidades filosóficas de América y Europa, organiza congresos internacionales, cursos de especialización y grupos de discusión y lectura. Y desde hace dos años tiene su revista, llamada Elenkhos. “La idea estuvo presente desde el principio, aunque recién se dieron las condiciones para poder concretar el proyecto en 2016. Nuestro primer número salió en junio de ese año, y hoy ya hemos editado tres números y tenemos pronto un cuarto a ser editado en el correr de este año”, dijo Caorsi.
¿Por qué Elenkhos? O mejor dicho, ¿qué significa? Para aquellos que no sabemos griego, “el significado en español es ‘refutaciones’, aunque también podríamos entender por dicho término el cotejo y evaluación entre argumentos y contraargumentos”. “La palabra tiene un significado claro en la filosofía antigua, a través de las obras de los filósofos griegos. Este juega un lugar central en la filosofía socrática, como parte de su método de refutación, en la obra de Platón y en la de Aristóteles, por sólo citar algunos de los más renombrados. Pero nuestro interés al optar por ese nombre es el de enfatizar un modo de hacer filosofía basada en argumentos claros y precisos, ya que entendemos que ese es el modo en que debe hacerse filosofía”.
Esa primera salida en papel es, además de una quijotada, una declaración de principios. “La facilidad de publicar en forma digital hace que se publique cosas de buen nivel y otras no tanto; que muchas no tengan criterios arbitrales serios”, explicó Caorsi. “Es suficiente que alguien desee publicar algo para que lo haga sin ninguna dificultad y ningún costo y sin más criterio que el propio. Creemos que la era digital ha provisto un instrumento formidable de acceso a la cultura, y es posible conseguir información que antes estaba muy lejos del alcance de todos. Pero esto tiene una contrapartida: cuando se busca material en internet se encuentra de todo –bueno, malo y muy malo–, ya que lo que se sube no tiene necesariamente ningún control de calidad. Por esa razón nos pareció que una publicación en papel era, en principio, preferible”.
“Por supuesto que estas publicaciones no necesariamente cumplen con los requisitos de calidad que nos exigimos, pero al ser menos fácil hacerlas ya se filtra bastante en el punto de partida. Quiero decir, puedo subir a internet lo que se me ocurra, pero difícilmente invierta en una publicación en papel para decir lo que se me ocurra. De todos modos, no desdeñamos la publicación digital, ya que los números de nuestra revista se suben a la página de la sociedad. Cuando sale un número nuevo, se publica en nuestra página el número previo”.
Aquellos que hojeen (u ojeen) la revista en cualquiera de sus versiones, descubrirán que su diseño es austero, y eso también tiene su explicación. Es que los filósofos tienen una explicación para todo. “En esta cultura visual, queremos rescatar una cultura del pensamiento y de la lectura que se deja cada vez más de lado. Una imagen, dicen, basta por mil palabras. Eso es falso, al menos en la mayoría de los casos. El pensamiento preciso, los argumentos, las razones y la discusión dialógica no se pueden sustituir por imágenes. La filosofía no se puede hacer con imágenes, y el pensamiento crítico no se desarrolla en base a estas”.
“La revista tiene un público amplio. Se trata de llegar a todos los que, de un modo u otro, practican la filosofía como disciplina, y a aquellos que sin practicarla profesionalmente están interesados en ella. No se trata de una revista de fácil lectura, ya que la filosofía no es fácil, pero es una revista que puede ser leída por cualquier persona con intereses filosóficos, así como por especialistas en el tema”.
Además, están abiertos a recibir colaboraciones desde cualquier ámbito. “Los artículos a ser publicados deben pasar por una instancia de arbitraje ciego, por especialistas en el tema. Una vez que son aceptados, se publican. Si no cumplen con las exigencias de calidad, se rechazan o se les proponen correcciones, según sea el caso”.
Por último, y teniendo a un entendido en la materia, quisimos saber si hoy en día es más fácil o más difícil hablar de filosofía. “Creo que hablar de filosofía nunca fue fácil, y a medida que más se produce, más esfuerzo se hace necesario para determinar el estatus de la cuestión de los temas tratados. En este sentido, decir algo en filosofía puede que resulte más difícil a medida que la producción aumenta”.
“Pero yo distinguiría entre hablar de filosofía y hablar desde una formación filosófica sobre temas no necesariamente filosóficos, como ser la cultura en general, la sociedad, la política, etcétera. Es decir, desde la perspectiva de un ciudadano crítico, que es el fundamento de la democracia. Porque esa es una de las funciones principales de la filosofía: ayudar a la formación de ciudadanos críticos. Ese es uno de sus principales roles culturales. El ciudadano crítico no tiene por qué ser un filósofo, pero debe poder pensar por sus propios medios, desarrollar argumentos, analizar críticamente aquello de lo que habla y poder justificar sus acciones”.
“Aquí hay una gradación: están los especialistas en filosofía, que trabajan en distintas áreas de especialización; los productos de estos deben llegar a los docentes de enseñanza media, que son los que enseñan a aquellos que no necesariamente van a dedicarse a la filosofía, pero que van a formar parte del andamiaje de nuestra sociedad. Cuanto mejor trabajen los primeros, mejores resultados tendremos en los últimos”.
Elenkhos está a la venta en algunas librerías de Montevideo y también puede solicitarse por correo electrónico. Sugerimos ingresar a sfu.org.uy para más información.