El viernes Mario Benedetti hubiera cumplido 98 años. En ese marco, su fundación organizó un encuentro para anunciar varias novedades de cara al año 2020, cuando se celebrará el centenario de su nacimiento. Este célebre poeta, cuentista y novelista, que llevó adelante una intensa actividad periodística y ensayística, en la que abordó temas tan diversos como literatura, cine, asuntos políticos e incluso deportivos, será homenajeado con varios proyectos.
El primero en confirmarse lo anunció el director del Ballet Nacional del SODRE (BNS), Igor Yebra: este año, el director se propuso buscar nuevas producciones que se vincularan a referentes de la cultura nacional. Después de la apuesta de El Quijote del Plata, en la que el BNS llevará a escena al escritor y bibliófilo uruguayo Arturo E Xalambrí, con dramaturgia de Santiago Sanguinetti y coreografía de la española Blanca Li, en 2020 el elenco adaptará La tregua (1960). Esta recordada novela, que Sergio Renán llevó al cine en 1973 y se convirtió en la primera película argentina en ser nominada al Oscar (aunque el premio, finalmente, lo obtuvo Amarcord, de Federico Fellini), sigue el diario personal de Martín Santomé, alguien resignado al fatal deterioro al que lo somete su rutinaria existencia.
Así como en El Quijote del Plata Yebra se propuso volver a trabajar junto con dramaturgos, retomando una importante tradición en desuso, al considerar que esto derivaba en una puesta más interesante, compleja y dinámica, en esta adaptación de Benedetti Gabriel Calderón se encargará de la dramaturgia, Luciano Supervielle de la composición musical y Marina Sánchez de la coreografía. El trabajo de creación de los artistas comenzará el año que viene, y será parte de una residencia que se realizará en el Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE).
Entre las demás actividades, el teatro Solís organizará una exposición sobre el vínculo del escritor con las artes escénicas, temática a la que el INAE también le dedicará una serie de seminarios. Por su parte, el Centro de Fotografía de Montevideo destinará al autor la galería a cielo abierto del Parque Rodó.
Reconocimiento a Cardenal
El viernes Hortensia Campanella, presidenta del Consejo Administrativo de la fundación, anunció el nuevo ganador del Premio internacional Mario Benedetti a la lucha por los derechos humanos y la solidaridad, en reconocimiento a una trayectoria de compromiso y acción. En esta edición, el galardón –que antes recibieron referentes uruguayas como la profesora y ex vicecanciller Belela Herrera, y la jueza Mariana Mota– fue para el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, por haber dedicado su vida a los desamparados; se espera que llegue a Montevideo en diciembre para recibir el premio.
Cardenal nació en 1925, y con los años se convirtió en una figura excepcional, entre otros aspectos, por ser un sacerdote católico con un enorme reconocimiento internacional como poeta. Otra de sus singularidades fue su apoyo, durante los años 70, al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). En 1966 Cardenal fundó –en una de las islas del archipiélago de Solentiname– una comunidad cristiana que se transformó con el paso de los años: incorporó a campesinos locales, se dedicó a la producción artística y artesanal, impulsó el desarrollo cooperativo, motivó la interpretación revolucionaria del evangelio, y muchos de sus jóvenes se comprometieron con la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza. En represalia, en 1977 Somoza ordenó que se arrasaran e incendiaran las instalaciones de la comunidad (un cuento de Julio Cortázar, llamado “Apocalipsis en Solentiname” y publicado en 1976, recuerda una visita de ese escritor a la comunidad y anticipa su destrucción). Según la escritora nicaragüense Gioconda Belli, en Solentiname se “creó quizás la única verdadera utopía funcional que ha logrado existir en América Latina”.
Cuando el FSLN derrocó a la dictadura de Somoza, en 1979, Cardenal asumió como ministro de Cultura del gobierno de Daniel Ortega, pero después de grandes discrepancias con él y su esposa, Rosario Murillo, en 1994 Cardenal se desvinculó de la organización, y desde que esta volvió al gobierno, en 2006, el sacerdote –al que Juan Pablo II suspendió el ejercicio de su sacerdocio en 1984– no ha callado sus críticas, transformándose en un símbolo del malestar de aquellos que confiaron en el sandinismo y hoy se consideran traicionados. “Mientras el gobierno de Nicaragua quiere empequeñecerlo, su figura y su poesía siguen siendo una inspiración en el mundo entero”, afirmó hace unos años Belli, también alejada del FSLN.
Ya en 1967, cuando Benedetti publicó su certero libro de crítica Letras del continente mestizo, su artículo sobre Cardenal se tituló “Poeta de dos mundos”, y en él admitió que lo poco que conocía de su obra daba testimonio de un “lirismo espontáneo y cotidiano, pero también de un formidable dominio del verso, de una particular aptitud para hacerlo sonar” de un modo natural y comunicativo.
Hasta 2009, Cardenal se consideraba uno de los poetas menos premiados de la lengua española. Pero ese año, el autor de Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965) ganó el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, y en 2012 le dedicaron el Premio Reina Sofía. Hace un tiempo, en una entrevista con El País de Madrid, recordaba: “Chesterton decía que el cristianismo no ha fracasado porque no se ha puesto en práctica. El cristianismo y el marxismo se parecen en eso: son proyectos que no es que hayan fracasado, sino que no han sido realizados todavía”. “Y yo sigo siendo cristiano y marxista”, advertía.