Ayer, en El Fortín, donde vive desde hace años, el antropólogo Daniel Vidart recibió el Gran Premio a la Labor Intelectual, una distinción que el Ministerio de Educación y Cultura otorga cada tres años a personalidades destacadas “por su excelencia, creatividad y contribución a la cultura nacional, en diversas disciplinas”.
Nacido en Paysandú en 1920, Vidart estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y en la Universidad Nacional de Colombia, pero completó su impresionante formación recorriendo campos y ciudades, atravesando desiertos y conviviendo con poblaciones de las más variadas geografías, con las que compartió experiencias y de las que recibió saberes y prácticas que dieron a su investigación una perspectiva enriquecida y poderosa.
Autor de más de una veintena de obras, entre las que se destacan varios textos dedicados al tango, así como numerosas investigaciones sobre la realidad rural uruguaya, la inmigración, la cuestión indígena, el juego, la fiesta y hasta la vestimenta, incursionó desde finales del siglo pasado en el asunto de las sustancias psicoactivas y las prohibiciones de las que han sido (y son) objeto. En 2014 publicó Marihuana, la flor del cáñamo. Un alegato contra el poder, obra en la que se sumerge en los orígenes del consumo de sustancias psicotrópicas y demuestra que tanto la prohibición como la aceptación y el impulso a la producción se vinculan a razones económicas y de administración del poder.
En 2007, Daniel Vidart fue declarado ciudadano ilustre de Montevideo junto a su colega y amigo Renzo Pi Hugarte. Desde 2009 es miembro de número de la Academia Nacional de Letras y en 2013 recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de la República.
El Gran Premio a la Labor Intelectual recayó, en oportunidades anteriores, en personalidades como Eladio Dieste, Arturo Ardao, Juan Pivel Devoto, Rodolfo Talice, Mario Benedetti, Julio da Rosa, José Pedro Barrán, Washington Benavides, Rodolfo Gambini y Circe Maia.