No creo que le moleste a Barbi Couto que la defina como una agitadora. Al contrario. Escribe sobre temas vinculados con la literatura infantil y juvenil en el periódico La Nueva Mañana de Córdoba y ha participado en la organización de numerosas movidas relacionadas con ese ámbito. Desde 2012, junto con Mauricio Micheloud y Vanina Boco, dirige y está detrás de todos los detalles de la elaboración de Ediciones de la Terraza, un sello especializado en libros ilustrados y libros objeto, en el que exploran “nuevos modos de publicación que apunten a una democratización en el acceso a la cultura y a una articulación más importante con el público lector”, una idea que la obsesiona y que tiene bastante que ver con la iniciativa que impulsó en diciembre, en el marco del grupo Brujas Bucaneras: una lectura conjunta de Mujercitas, un clásico que numerosas mujeres lectoras reconocen como un mojón en su acercamiento temprano a la literatura.
La excusa era el estreno de la película basada en la novela. El resultado, la formación de un espacio virtual de encuentro que reunió a cerca de 90 personas –la mayoría mujeres, pero se sumaron algunos varones– desde distintos lugares, sobre todo de Argentina –estaban representados los más diversos rincones de su geografía, en especial Córdoba, Buenos Aires y el sur–, pero también de Uruguay y de España. La cita era un grupo de Whatsapp que ardía en publicaciones, coordinado por Couto y cuidado por todas para que no se saliera de cauce y pudiera acoger los encuentros, los debates, los testimonios y las inquietudes de las participantes. “El año pasado participé en un juego de lectura y reseñas online y en el medio de ese juego, en noviembre, se hizo una lectura conjunta, en la que me prendí por curiosidad. En diciembre, entre todo el revuelo por el estreno de la película, mezclé las dos cosas: hacer una lectura conjunta en el marco de las Brujas Bucaneras, un grupo de promoción de la lectura que el año pasado se armó a partir de Libergia, un juego que consistía en una cadena de regalo de libros. Pensamos la lectura conjunta de Mujercitas como una actividad abierta del grupo: hicimos la convocatoria en Facebook para todo el que quisiera sumarse”, cuenta Couto.
Aunque se podía pensar que una convocatoria como esta iba a reunir sobre todo a lectoras –en femenino– familiarizadas con el libro, que había pertenecido a la biblioteca de su infancia, en el grupo había integrantes que lo leían por primera vez. Eso se transformó en un desafío que llevó a modificar las consignas pensadas inicialmente, para evitar los spoilers. En ese marco, comenzaron por hablar y compartir las distintas ediciones, desde algunas “muy antiguas, con mucha historia detrás”, hasta las más actuales, que se pueden conseguir hoy en las librerías. También abordaron las diversas traducciones: “Algunas manejaban un castellano más arcaico, más difícil, otras un castellano de tú pero con un léxico más argentino. Cuando había mucha diferencia entre una traducción y otra recurríamos al texto en inglés para ver cuál se había distanciado más o menos. Por ejemplo, en un capítulo la madre les regala un libro a las chicas, que es La historia del peregrino; algunas traducciones mencionaban el libro y el autor, otras decían ‘la historia del peregrino’ como algo muy general, y había quienes mencionaban a Dios y al libro como la Biblia”.
De la experiencia Couto destaca las historias que compartieron a partir de la lectura del libro, de libros relacionados, de reseñas: “La parte más rica del intercambio tiene que ver con compartir la historia personal de cada una con el libro: qué motivaba la lectura y qué estaban sintiendo las que lo leían por primera vez. Había historias familiares y personales muy hermosas, de recordación, de cómo habían llegado al libro, en qué se habían sentido interpeladas y en qué no. El grupo se convirtió en un espacio de una intimidad, de una confianza y de un disfrute que no pensé que se pudiera lograr”; pueden leerse algunos de esos testimonios en el blog lecturaconjuntademujercitas.blogspot.com.
Otro de los puntos fuertes del grupo de lectura fue que se transformó en un espacio de discusión, algo que destacan tanto Couto como Laura Lobov, quien participó desde La Pedrera, Uruguay. “Me encantó leerlo así. Mujercitas es un libro que leí dos mil veces cuando era niña y no lo había vuelto a tocar en todos estos años. Me encantó encontrar un grupo de adultos que habían tenido una vivencia similar. Otra cosa que estuvo buenísima es que se dieron un montón de intercambios sobre distintos temas. Por ejemplo, para mí hay un problema a veces en sacar de contexto, tomar las obras de literatura infantil del pasado y analizarlas desde parámetros actuales: ver Mujercitas como puritana, censurar Caperucita Roja porque es machista, o cosas así, relacionadas con el criterio de lo políticamente correcto. Todas esas discusiones aportaron un montón; fue como si estuviéramos todas ahí, a pesar de la distancia”, asegura Lobov.
Por supuesto, la intensidad de la experiencia inspiró a seguir, a buscar nuevos caminos, nuevos encuentros de lectura. En cuanto a cómo poner a andar el entusiasmo generado, dice Couto: “Hemos decidido no transformar el grupo en otra cosa. Muchas integrantes decidieron sumarse a Brujas Bucaneras. Una idea es hacer algo por el aniversario de la muerte de Liliana Bodoc, de la que se cumple un año el 6 de febrero, y pensamos en una lectura en voz alta –esto fue uno de los puntos altos de lo que hicimos con Mujercitas en el canal de Instagram; lo estamos subiendo, y creo que vamos a poder completar la primera parte–. Aunque, claro, difícilmente se repita una lectura conjunta con todos los ingredientes que tuvo esta: un clásico que lleve a la infancia a muchísimas generaciones, en coincidencia con el estreno de una nueva adaptación feminista”.