“Siéntante y quédate, Lázaro! ¡En casa!”, grita El Flaco Jesú. Y la noticia circuló enseguida, casi tanto como la cifra diaria de nuevos contagios: integrantes de la vieja camada de Guambia decidieron crear un espacio online dedicado a la cuarentena (www.guambia.uy).
Así, mientras tiemblan los mercados y los trabajadores informales, mientras aumenta la ansiedad y la crisis se hace sentir en los barrios, la barra de Guambia desempolvó los lápices. “Somos los últimos integrantes de una generación de humoristas gráficos uruguayos que nos resistimos a dejar de cultivar el placer por el humor, el dibujo y la caricatura”, dicen, y previenen: “Disfrútenos ahora, que es gratis”.
“De pronto hubo una catarata de material, y decidimos organizarnos para ponerles un poco de humor a estos momentos complejos”, cuenta a la diaria Darío Finelli. El diseñador web y coordinador de Guambia en cuarentena dice que la inmediata respuesta de la gente se convirtió en una “inyección de adrenalina” para los dibujantes.
Cada día, en Facebook, Instagram y su sitio web, el equipo difunde nuevos materiales. Finelli aclara que el ímpetu no es una iniciativa comercial, sino un modo de expresión colectivo: “Para muchos dibujantes de la vieja guardia fue como un resurgir, porque desde aquella época de la revista no habían participado de manera activa. Para muchos, volver a este impulso y ver la recepción fue un impacto”, asegura.
Sonreír con El Dedo y Guambia
A mediados de 1982, Antonio Dabezies fundó El Dedo, la revista que, con sólo siete números, se convirtió en símbolo de la resistencia cultural contra la dictadura militar y cruzó a varias generaciones de humoristas y escritores (Juceca, Mario Levrero, Domingo Ferreira, Cuque Sclavo y Horacio Buscaglia, por nombrar a algunos). Al año siguiente, con Guambia el equipo terminó de consolidar su proyecto periodístico y el estallido libertario de felicidad.
Ahora muchos volvieron a realizar aquellas míticas reuniones creativas que se organizaban durante la época de gloria de la revista, y volcaron sus trabajos a la web. “Este grupo de dibujantes que tomaron la iniciativa no es, exactamente, el equipo de Guambia, aunque sí participan algunos históricos”, aclara Tunda Prada (dibujante, artista visual, realizador del programa La mano que mira, que se emite en TV Ciudad).
El creador de El Flaco Jesú, que trabajó en El Dedo y Guambia, reconoce que estas revistas fueron muy importantes. “Vivíamos un momento bisagra para el país, porque salíamos de la dictadura. Allí encontré a importantes referentes, como Juceca, el Corto Buscaglia, Milton Fornaro, y dibujantes que eran notables y ya venía siguiendo, como Hogue [Horacio Guerriero]”. En esa línea, plantea que todos aquellos compañeros lo fueron nutriendo: “Cuando presentábamos el material, los trabajos me resultaban deslumbrantes. Me iba con ese estímulo de superarme todos los días mientras trataba de encontrar un camino propio. Ombú [Fermín Hontou], que también creó El Dedo, fue fundamental, y después con él fui socio por más de 20 años en el taller de caricaturas e historietas”. En ese momento, Ombú y Osvaldo Cibils lo motivaron, particularmente, a hacer cosas. A “eludir lo chabacano”, a buscar otro rumbo. Para él, Guambia fue central porque, además de ser “el medio de todos” y el que utilizaban para convocarse, la revista se transformó en un referente a nivel social. “Fue algo muy explosivo y logró vender muchísimos ejemplares, aunque por cada lector accedían diez o 12 personas. Era un cálculo que se hacía. Y se llegaron a vender 60.000 ejemplares...”.
Colectivo de chistes
Dice que, en esta edición digital, los chistes de El Flaco Jesú están muy ligados a lo cotidiano, por eso el disparador siempre es una noticia, un suceso. Y a partir de estos estímulos inmediatos, comienza a desarrollar la idea. “Entre lo que he hecho está El Flaco Jesú envuelto en una red, diciendo: ‘¡aquí estamos, che: en cuarentena y en las redes!ʼ. Porque siento que estamos atrapados por el coronavirus, pero también por el gran monopolio de estos nuevos medios de comunicación, que en este momento ejercen un poder demasiado grande”.
Dependiendo de la disciplina, sus procesos son variados: “Cuando hago una canción voy procesando una idea y demoro muchísimo; pueden pasar diez años sin que edite un disco. Ese proceso es mucho más exigido, lento, de corrección. En las historietas también sucede algo similar, porque desarrollo y pulo mucho la idea, busco algo más emotivo y sincero. Es lo que me preocupa reflejar tanto en el contenido como en la forma, y por eso busco técnicas y elementos que tengan que ver conmigo y que sean honestos desde el punto de vista artístico. En cuanto a los chistes, es algo mucho más instantáneo, salen muy rápido: me divierto pensando en cosas. Los que están alrededor ven que me río, porque es como si fuera contándome chistes a mí mismo. Y surgen a partir de eso”.
Recalca que en esta nueva etapa decidieron, simplemente, habilitar un espacio como “contenedor de chistes”, un gesto que le resulta muy atractivo desde el punto de vista colectivo: “Hay algunos baluartes, como Miguel Casalás, Héctor Anzalas, Tincho [Martín González] y Tata Alcuri, que son de la vieja guardia, y, juntos, podemos llegar a hacer cosas interesantes. Por ese lado, y siempre que sea espontáneo y despojado, le tengo mucha fe”.
Mientras algunos tienden a edulcorar la realidad, muchas vertientes del humor logran mostrarla tal como es, por cruel que sea. Como escribía Milan Kundera en Los testamentos traicionados (1993), el humor es “el rayo divino que descubre el mundo en su ambigüedad moral, y al hombre en su profunda incompetencia para juzgar a los demás”; es “la embriaguez de la relatividad de las cosas humanas, el extraño placer que proviene de la certeza de que no hay certeza”. El humor, a pesar de todo.
Equipo
Los integrantes de Guambia en cuarentena son Darío Finelli, Álvaro Rodríguez, Eduardo Hornes, Álvaro Alcuri, Héctor Anzalas, Miguel Casalás, Leo Infantini, Martín González, Tata Alcuri, Tunda Prada, Óscar Franco, Darío Klein, Daniel Jardim (“que estuvo en el grupo pero no mandó nada. ¡Que mande algo!, mandamos decir”), Mateo Chiossi y Pepe López Patisson (“que no dibuja; discute, jode y pide comisión”).