Conforme el relato gráfico ganó reconocimiento como medio de expresión, y no sólo por sus expresiones más populares (la historieta para niños, el género de superhéroes), se popularizó el término “novela gráfica”. Pensado originalmente para aquellas historias extensas que se editaban directamente en formato libro, pronto también se comenzó a utilizar para aquellos tomos que recopilaban historias publicadas en forma serializada.

Diskettes es, sin dudas, una novela gráfica. Si bien apareció por primera vez en sucesivas ediciones de la revista Lento, el conjunto del trabajo del guionista Nicolás Peruzzo y el dibujante Gabriel Serra es más que la suma de sus partes. Las razones son varias: como libro, la historia tiene un comienzo, desarrollo y final; se trata de una edición “mejorada y extendida”, en la que pudieron zafar de restricciones de las entregas mensuales; finalmente, el diseño gráfico del tomo, que homenajea al papel fanfold y a la informática ochentera, le pone la cereza al pastel.

Claro que la parodia a aquellas hojas que alimentaban impresoras de matriz de puntos no importaría si el pastel tuviera feo gusto. Por fortuna, lo que la dupla creativa nos entregó se encuentra dentro de las mejores expresiones de novela gráfica de la siempre sacrificada “industria” (grandes comillas) de la historieta uruguaya.

Comencemos por el guion. Peruzzo es uno de los protagonistas más activos de la mencionada escena actual, y desde hace años viene demostrando que no solamente está para el relato autobiográfico y la reflexión cínica sobre “lo uruguayo” (y a veces hasta “lo argentino”). Más allá de que, con o sin ironía, algunos de estos elementos aparezcan dispersos en Diskettes.

A partir de anécdotas de su vida familiar (y quienes lo conocen saben que la anécdota es un formato que lo apasiona), el guionista construye la historia de un trío de amigos en el Montevideo de principios de los años 80, que comparten el interés por la informática y el sueño de poder independizarse de la empresa en la que trabajan.

El ocaso de la dictadura

Diego, Arafat y el Miunjen tienen un plan: desarrollar un programa de contabilidad a espaldas de sus superiores y así pegar el salto. Esa es la gran excusa para seguir sus andanzas, pero de paso tendremos la oportunidad de descubrir cómo funcionan esos tres cerebros y corazones.

En poco más de 100 páginas habrá tiempo para describir sus dramas familiares, su presente sentimental y también su relación con ese período histórico, cuando los militares daban sus últimos coletazos y la misoginia era moneda aún más corriente.

Esta bienvenida ambición casi no tiene consecuencias negativas para el producto final. La densidad narrativa hace que en algunos momentos la trama principal pierda fuerza, entre flashbacks que ofician de precuelas (explicando apodos, por ejemplo) o momentos en que los protagonistas están obligados a dar demasiada información en sus diálogos.

Pero son pocas las ocasiones en que esto ocurre. Los diálogos, justamente, encuentran un espacio cómodo entre la oralidad y la narrativa. Las puteadas que utiliza el trío principal pueden distraer al lector, pero no por inverosímiles, sino porque uno no está acostumbrado a leer a personajes que putean tanto como uno.

Esa ambición, ese riesgo de hacer malabares con una cantidad importante de pelotitas, termina contribuyendo al éxito de esta historieta, que por supuesto apoya una de sus patas principales en el dibujo. Y Peruzzo, que todavía dibuja algunas de sus creaciones, ha sabido formar muy buenos equipos creativos.

Gabriel Serra, que también fue parte de la recordada Rincón de la Bolsa (2016), tiene la delicada tarea de encarar una novela gráfica que abunda en el conocido recurso de “cabezas parlantes”. Lamento decirles que en Diskettes no hay destrucciones planetarias, explosiones nucleares ni superpoderes. Hay una piña o dos, pero cuando gran parte de la acción transcurre dentro de una empresa o de casas de familia, el dibujante deberá hacer un esfuerzo extra para que los diálogos no se vean como entrevistas televisivas.

Sin buscar diseños de página iconoclastas y privilegiando el orden de lectura, Serra utiliza su ojo-cámara para que las tomas-viñetas cuenten la historia con frescura, lejos de lo estático. El estilo de dibujo también privilegia la claridad y nos será fácil distinguir a Diego, Arafat y el Miunjen principalmente por sus tres combinaciones diferentes de vello facial. Quizás haya algunas páginas con mejor acabado que otras, pero siempre dentro de una misma línea, que se hace fuerte con el coloreado.

Habría que hilar fino para encontrar grandes reproches en el potente producto final, que incluye un buen rotulado (alguien que trabajó en imprenta se quejaría de cuando el texto de los globitos incluye otras tintas además de la negra). Diskettes no busca ser una reconstrucción fidedigna de un momento histórico, sino la reconstrucción emotiva de un momento vivido, y ahí el equipo creativo sabe dónde sobrecargar y dónde apostar a la sencillez.

Es difícil imaginar puntos de partida ideales para aquellas personas que no han incursionado en el mundo de la historieta. Pero está claro que difícilmente sea por medio de Crisis en tierras infinitas (2007), en la que Marv Wolfman y George Pérez destruían planetas enteros defendidos por versiones alternativas de los superhéroes más emblemáticos de DC Comics.

Quizás convendría comenzar por la historia para nada mínima de tres futuros ingenieros, en una ciudad como la nuestra pero con trolebuses, cuyo objetivo no es salvar al universo sino salvar su economía con el sudor de su frente, y ofreciendo computadoras que solían sobrecalentarse. Siempre y cuando no se ofendan por las malas palabras que ustedes mismos utilizan todo el tiempo.

Diskettes, de Nicolás Peruzzo y Gabriel Serra. Montevideo, Ninfa Cómics. 129 páginas.