Uno de los ejes de la novela Cloud Atlas (David Mitchell, 2004) se centra en la belleza y la originalidad de una pieza musical extraordinaria; cuando, pocos años más tarde, la hermandad Wachowski adaptó la historia al cine, surgió una dificultad: no alcanzaba con describir con palabras ese maravilloso sexteto para cuerda, sino que también había que hacerlo escuchar. En Una vida llena de propósito, la nueva novela de Pablo Casacuberta, ocurre algo similar: se nos anuncia a una autora de libros de autoayuda que trasciende, por su profundidad, los límites del género, y que deja sin terminar su obra maestra. ¿Consigue Casacuberta mostrarnos ese texto?

Mucho depende de David Badenbauer, el investigador de laboratorio que protagoniza y narra Una vida llena de propósito. Huérfano relativamente joven de una familia que pertenecía a una rama excéntrica y muy minoritaria del judaísmo, Badenbauer cree ser un escéptico, pero su historia es, en la superficie, la de la reintegración a una comunidad y a una tradición de conocimiento. Solitario y necesitado de afecto, se aproxima, vía conexión amorosa, al psicoanálisis más “woodyallenesco”, que deplora, pero termina escribiendo un libro que mezcla divulgación científica y exploración personal, por lo que, involuntariamente, comienza una especie de terapia introspectiva.

Como héroe típico de Casacuberta –desde El mar (2000) a La mediana edad (2019), por lo menos– Badenbauer se descubre a sí mismo a lo largo de la historia. Alcanzaría con esa obsesión por la búsqueda de autoconocimiento como mecanismo narrativo para distinguirlo en un panorama en el que predominan la ficción o bien basada en la memoria o bien en fórmulas de género, pero en Una vida llena de propósito Casacuberta no sólo lleva su premisa personal al extremo, sino que también la examina con ojo clínico.

La posibilidad –y la necesidad– del conocimiento es, en última instancia, el asunto central de Una vida llena de propósito. El tema se aborda desde varios frentes: por un lado, están las investigaciones neurológicas que trata de desarrollar el protagonista, por otro, su propia peripecia, y, finalmente, los escritos “de autoayuda” que, en realidad, son más bien especulaciones filosóficas y cosmológicas insertadas como citas ajenas.

El resultado de la combinación se acerca mucho al ensayo, aunque queda blindado por un escudo metaliterario: en lo formal, Casacuberta no ha escrito un libro de consejos para mejorar nuestra existencia ni un tratado sobre el sentido de la vida, sino sólo una novela. Así, contrabandea desde una definición de la civilización humana (“somos los que nos damos cuenta”) hasta una atendible base biológica para explicar las dificultades de la autopercepción mental, que se suman a diversas teorías psicológicas que ponen en jaque la noción de individualidad, tan cara a instituciones hoy hegemónicas como el capitalismo o la “alta literatura”.

Es formidable, además, que logre todo esto sin abandonar el hilo narrativo. A través de una cuidadosa dosificación de la información, la expectativa por las dificultades de Badenbauer con sus colegas, su familia y su titánica prueba última se sostiene hasta el final, acompañada de una prosa tan precisa como imaginativa que nos convence de que un hombre maduro puede crecer.

¿Hay, entonces, un gran texto de autoayuda aquí? Como repite la solapa, “todo libro es de autoayuda”, y cabe entender la frase como una referencia al saber potencial que encierra cualquier obra si se atiende a las circunstancias específicas de quienes la reciben. En ese sentido, sí, Una vida llena de propósito es un gran libro que, siendo laxos, podríamos considerar de autoayuda, aunque será difícil que lo encuentren listado en esa categoría.

Una vida llena de propósito. De Pablo Casacuberta. Montevideo, Estuario, 2021. 360 páginas.