Cuando la edición es un lujo casi imposible, el lujo de la edición armada a mano sube la apuesta contra la imposibilidad. En ese sentido, un libro artesanal es el “vale cuatro” de la poesía: si al mercado la poesía parece importarle cada vez menos, al lector se le dará un producto cada vez más cuidado.
En abril de este año la editorial Yaugurú, una de las factorías que siguen haciendo posible la aparición poética en formato libro, editó Par, de Teresa Korondi. Sólo 20 ejemplares, con portadas únicas, cosidos, numerados y firmados por la autora.
En Par la palabra poética llega al lector situada, a propósito, en dos escalones. Cada título aparece en forma de tercetas, en letra itálica color borra de vino, que funcionan como síntesis y anuncio del segundo escalón, que es el cuerpo del poema. Dieciséis textos que son la bitácora de una historia de amor. Un amor sin tiempo, con un erotismo que en ocasiones parece contener un eco del Antiguo Testamento (quizá en sus momentos más imperfectos) y otras, provenir de una alcoba-laboratorio (como en el excelente poema IX).
Casi un año antes de la aparición de Par, de Korondi, Diego Cubelli escribió, diseñó, encuadernó, firmó y numeró 100 ejemplares de La razón del deslumbre, en junio de 2020.
La propia tirada habla ya de una vocación de mayor “masividad” relativa. Sumando la existencia de un prólogo (de Claudia Magliano), parece situarse como un libro de confección artesanal que busca estar más allá de lo clandestino y llegar, al menos, a un público de poetas.
También Cubelli presta atención a la forma visual. Cada texto se acompaña de su versión manuscrita, y las portadillas de las secciones del poemario irrumpen con tipografías a gran tamaño que necesitan una doble página para acomodarse. La razón del deslumbre va desgranando su “arte poética” a la vez que desarrolla su tema. También el amor, aquí con un perfume más amargo, en un diálogo de fuerzas con la canción, algo que meses después, en Rasga lo blando (Yaugurú, 2021), Cubelli ampliará en un tú a tú con la plástica, aunque ya sin el modelo artesanal.
El estilo es más clásico y urbano en Cubelli, más alambicado (sin ser neobarroco) en Korondi. Como si Cubelli mostrara el resultado que queda tras destilar la tradición y las influencias, y Korondi optara por dejar a la vista el proceso de esa destilación. Por otra parte, si Cubelli elude mostrar la imagen (“nombré tu cuerpo como destino / y harina fue el contorno de las manos y los patios”), Korondi se imprime casi siempre en la página (“un talismán resplandeció en el bozal de mis piernas”), y estará ahí hasta que llegue la descomposición del último poema.
Si no se tiene la fortuna de acceder a las versiones artesanales, es posible leer trabajos anteriores de Korondi, como Escandinavia (Azahar, 2018), donde ya hay un sustrato de lo que se expresará en mejor medida en Par. O leer poemarios posteriores de Cubelli, como el ya mencionado Rasga lo blando. Esos títulos de estos poetas, cada uno con su particularidad, son muy buenas noticias para la poesía uruguaya actual.