En 2009, el escritor Pablo Katchadjian publicó El Aleph engordado, un experimento literario sin pretensiones económicas que consistió en tomar el famoso cuento de Jorge Luis Borges y agregarle 5.600 palabras a las 4.000 originales. Se imprimió una tirada de sólo 200 ejemplares, pero la publicación no le hizo gracia a María Kodama, viuda de Borges y heredera de los derechos de su obra.

Fue así que comenzó una querella judicial por defraudación, que seis años después benefició a Katchadjian por falta de mérito, aunque casi de inmediato fue procesado nuevamente. Por segunda vez fue dictada la falta de mérito y restaba el asunto de las costas judiciales. Es decir: los gastos de los abogados y la tasa de la Justicia.

Ahora el Juzgado Civil Nº 1 de la Ciudad de Buenos Aires estableció que Kodama, a quien una vez la revista Anfibia definió como “la Cruella de Vil de la literatura argentina”, debe abonar 888.000 pesos argentinos, de los cuales 200.000 corresponden a gastos de ejecución. La sentencia trabó “embargo ejecutivo” sobre los derechos de autor de la obra de Borges, librando un oficio a los sellos editoriales Random House y Planeta para notificarlos de la situación. Hasta que Kodama no pague las costas, no podrá sacar usufructo editorial.

“Estamos contentos. Fue un proceso muy largo, que insumió diez años”, dijo a Clarín Ricardo Strafacce, abogado de Katchadjian. “Lo más importante es que a partir de ahora no va a ser gratis enjuiciar a los escritores cuando se proponen un juego literario, como en este caso”.

Y explicó cuál es el límite en esta clase de experimentos. “Si el autor quiere lucrar con una obra que pretende hacer pasar por el original, merece condena, pero en este caso se trata de algo totalmente distinto: él desde el primer momento explicó que se trataba de un ejercicio de la literatura. Esta sentencia habilita una mayor libertad para los autores, a la hora de hacer intervenciones de este tipo”.

También habló Fernando Soto, abogado de Kodama, quien dijo que los derechos “no están embargados”, ya que su representada “no es insolvente como para que la embarguen”. Agregó que evalúan iniciar un juicio por daños y perjuicios contra Katchadjian por un monto superior al costo de esta querella. “En su momento, habíamos iniciado una mediación por un peso, era algo simbólico, y él no quiso conciliar. Bueno, ahora vamos a poner un monto acorde al perjuicio que ha provocado”.

Antecedentes penales

Kodama había llevado a la Justicia al crítico francés Pierre Assouline por haber sugerido en un artículo que ella impedía la publicación en francés de ciertos textos de Borges. También tuvo encontronazos judiciales con Alejandro Vaccaro por una nota en la que dijo que ella “modificó la obra de Borges por rencillas personales”, y con el escritor español Agustín Fernández Mallo por otro libro experimental, El hacedor (de Borges), Remake, que fue retirado del mercado por la editorial Alfaguara.

Además, en 2014 denunció al popular sitio web Taringa! ya que al ingresar “y colocar en el buscador interno del sitio la palabra 'Borges', aparecen 9.246 'post' o 'aportes' de usuarios del sitio donde en muchos de ellos se incluye la reproducción íntegra de obras de Jorge Luis Borges o se facilita la reproducción a través de links a otros sitios donde se reproduce su obra sin autorización de la denunciante”.

Antes de eso, había demandado al periodista Juan Gasparini, autor de Borges, la posesión póstuma, un libro sobre los últimos meses de vida del autor. Kodama había pedido un año y medio de prisión y 20.000 pesos argentinos por considerar que el libro tenía “cuestiones inexactas, falsas y otras directamente ofensivas”. El libro ponía en duda la confección de un testamento de 1985 que reemplazaba otro de 1979 e instituía a Kodama “como dueña del ciento por ciento del patrimonio de Borges”.

El engorde en cuestión

Primera oración de El Aleph:

"La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita".

Primera oración de El Aleph engordado:

"La candente y húmeda mañana de febrero en que Beatriz Viterbo finalmente murió, después de una imperiosa y extensa agonía que no se rebajó ni un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo ni tampoco al abandono y la indiferencia, noté que las horribles carteleras de fierro y plástico de Plaza Constitución, junto a la boca del subterráneo, habían renovado no se qué aviso de cigarrillos rubios mentolados; o sí, sé o supe cuáles, pero recuerdo haberme esforzado por despreciar el sonido irritante de la marca; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella, Beatriz, y que ese cambio era el primero de una serie infinita de cambios que acabarían por destruirme también a mí".