En 1984 se publicó un cómic del que se hablaría durante décadas. No porque fuera la última creación del equipo creativo del momento o porque incluyera la muerte de algún superhéroe icónico (que tarde o temprano siempre regresa), sino porque carecía de globitos de texto. El número 21 de la serie G. I. Joe, sobre las aventuras de los famosos soldados de las jugueterías y la televisión, se publicó bajo el título Interludio silencioso.
Durante una veintena de páginas, varios personajes de la serie, incluyendo al callado asesino Snake Eyes, protagonizaban una aventura sin diálogos, monólogos internos ni texto alguno que apoyaran al dibujo como para que los lectores entendieran lo que estaba sucediendo. Y no sólo lo entendieron, sino que elevaron ese número a la categoría de “clásico”.
Escrita y dibujada por el legendario Larry Hama, esa no fue la primera historieta muda (Quino se levantaría de su tumba y nos golpearía en completo silencio), pero sí abrió el juego para que el mainstream estadounidense experimentara más con este formato. Así llegarían desde el número 433 de la serie de Batman en 1989, con guion de John Byrne y dibujos de Jim Aparo, hasta un mes entero de los títulos de Marvel Comics en 2002, que bajo la consigna “Nuff Said!” (una de las expresiones recurrentes de Stan Lee) jugó con mayor o menor éxito a eliminar las palabras de sus páginas.
Hace muy pocos días se publicó el primer número de cuatro de una miniserie que también parte de esa premisa para contar una historia en la que la carga narrativa cae sobre los dibujos. Y casualmente, detrás del lápiz y la tinta se encuentra un talentoso dibujante uruguayo. Step by Bloody Step, publicada por la editorial Image Comics, vuelve a unir a la dupla creativa compuesta por Simon Spurrier y Matías Bergara, los mismos que nos pasearon por un mundo mágico y decadente durante 12 números de Coda.
Si en su trabajo anterior Spurrier y Bergara exigían nuestra atención para entender las motivaciones de Hum, el meditabundo protagonista, aquí también deberemos estar atentos, ya que la única información escrita con la que partimos está en la contratapa. “Una niña se despierta. No tiene recuerdos. Ni nombre. Ni idioma. Nada... excepto un gigante”. Y la primera página comienza con la niña acurrucada en la palma de la mano, o la armadura, de ese ser gigantesco cuya única misión parece ser protegerla y dirigirse hacia alguna parte.
Durante más de 40 páginas (el doble que un cómic mensual promedio), estos dos personajes atravesarán otro mundo mágico, menos decadente pero igual de peligroso. Los peligros pueden tener la forma de una manada de lobos, un monstruo de las profundidades o las dificultades del terreno, y allí estará el gigante privilegiando la existencia de la niña por sobre la suya y convirtiéndose en una suerte de figura trágica, no exenta de expresiones de supuesto cariño.
Sin embargo, Step by Bloody Step no es sólo una historieta de peleas. En sus páginas hay tiempo (espacio) para disfrutar de los paisajes, para interactuar con otros seres inteligentes y para introducir a los posibles antagonistas, que parecen salidos de los universos del francés Jean Giraud Moebius. Un autor que casualmente nos regaló las historietas mudas de su personaje Arzach (o como fuera que escribiera su nombre en ese momento).
El éxito de una historieta siempre se apoya en las dos patas principales, que no son las únicas. En este caso, como se mencionaba, Bergara tiene la responsabilidad de trasladar el guion de Spurrier a algo comprensible para el resto de nosotros utilizando el lenguaje no verbal, pero sin abusar de él. Y el uruguayo se luce en ambos frentes, tanto en las viñetas en las que debe introducir información dramática como en aquellas en las que puede aprovechar para regalarnos hermosas estampas de los protagonistas, de quienes los acechan o del impresionante paisaje. Todo esto con la ayuda invalorable del colorista Matheus Lopes, quien continúa las paletas utilizadas por Bergara en Coda, cuando era su propio colorista.
En alguna escena concreta, el puntilloso trabajo dedicado a los escenarios puede hacerlos competir en importancia con los personajes, pero es un sacrificio menor dentro de una serie de cuarenta y pico de postales que, ordenadas, cuentan una historia. Y que por su mecánica pueden (y deben) ser disfrutadas en repetidas oportunidades mientras aguardamos el segundo número, en el que esperamos recibir respuestas para algunos de los misterios que quedaron planteados sobre el papel.
Step by Bloody Step fue editado en Estados Unidos, pero, por todo lo que acabamos de decir, no hay necesidad de esperar a una edición regional para disfrutarlo. Si no pueden conseguir el número en papel, es posible comprarlo en formato digital a través de Comixology o directamente en Amazon y disfrutarlo en una tableta de diez pulgadas o más, a la espera de una edición en formato grande que nos permita zambullirnos todavía más en ese silencioso y tumultuoso mundo.
Step by Bloody Step #1. De Simon Spurrier y Matías Bergara. Estados Unidos, Image Comics, 2022, 44 páginas.