Entre un libro “de letritas” (a falta de una definición más precisa) y un álbum de fotografías existe todo un espectro de publicaciones que combinan texto e imágenes en diferentes porcentajes de ambas, y en el que se incluyen desde las historietas hasta los libros ilustrados, pasando por el libro álbum. Hacia la mitad de ese espectro hay un tipo de libro que disfruto mucho, que podríamos definir como “libro temático” o “antología ilustrada”, que de tapa a contratapa juega con un tema o una idea utilizando una variedad de recursos gráficos.
Hay grandes títulos de ese tipo que no han llegado a nuestras librerías, como Science... For Her!, de la guionista y humorista Megan Amram, o America (The Book), de Jon Stewart y el equipo de The Daily Show. Pero no han faltado apuestas locales, como la parodia al almanaque del Banco de Seguros del Estado llamada Almanaque Mundial del Uruguay, sobre la que no emitiré opinión pues soy uno de sus causantes.
El catálogo uruguayo de obras lúdicas con fuerte presencia de componentes visuales acaba de agrandarse con el lanzamiento de Mundo terrícola, libro editado por Tajante que se destaca tanto por su contenido como por los valores de producción. Alcanza con echarle un vistazo a la colorida tapa, con un buen uso de barniz sectorizado (aquí se me cuelan ocho años de experiencia en imprenta), para descubrir un ejemplar con un cuidadísimo diseño, tanto que el editor gráfico y el maquetador tienen sus nombres destacados junto a los del resto de los autores.
Mateo Arizcorreta y Diego Ruiz fundaron la editorial con la publicación de la novela conjunta ¿No has oído hablar de Cardoso?, y luego de varios libros propios y ajenos, volvieron a unirse para escribir esta obra, de la que ellos sólo se confiesan traductores. (Esto me recuerda al último libro lúdico que voy a recomendarles por hoy: Piedad para los idiotas, de Sandor Szavost, “traducido” por Juan Andrés Ferreira). Arizcorreta y Ruiz dicen haberse topado con esta guía, que habría sido confeccionada por seres de otro mundo para que sus semejantes puedan seguir consejos tan delirantes como inútiles para hacerse pasar por humanos. Y esto porque, a nuestras espaldas, las civilizaciones extraterrestres hicieron de nuestro planeta un destino turístico, pero saben que, cual si fuéramos aborígenes salvajes o animales de zoológico, lo mejor es no molestarnos mucho y tratar de pasar desapercibidos.
La guía, entonces, ofrece información en forma de respuestas a las preguntas más comunes que los seres de otros mundos se hacen sobre el nuestro, como “¿Puedo andar de pijama por la vía pública?” o “¿Es bueno darle alcohol a un mono?” (la respuesta a esta última es que depende). Con estos ejemplos, queda más que claro el registro de la publicación. A diferencia de los protagonistas de la sitcom Third Rock from the Sun, que se obsesionaban con el comportamiento, la etiqueta y lo más profundo de las relaciones interpersonales, estos turistas quieren saber qué embalsamar, cómo convertirse en ninja o si es correcto gritar un gol al equipo al que uno supo pertenecer.
La guía está dividida en secciones como “Hábitos”, “Protocolos”, “Entretenimiento” y “Secretos”, pero entre el hermoso caos que es una guía para extraterrestres no esperen que exista un verdadero orden. De hecho, es la clase de libro que, luego de leído, se puede disfrutar abriéndolo en cualquier página.
Mundo terrícola cuenta con el ilustrador perfecto para esta clase de incertidumbres. Roberto Tito Lagos no solamente tiene un estilo humorístico con dejos de la escuela española de Bruguera que lo hace ideal para acompañar (y reforzar) los capítulos, sino que su capacidad para la producción masiva hace que el ejemplar tenga decenas y decenas de ilustraciones que a otros autores podría haberles llevado un siglo terminar. El humor de Arizcorreta y Ruiz navega entre lo absurdo y lo naif, territorios que Lagos domina a la perfección.
Joaquín Rodríguez Frau en la edición gráfica y Álvaro Yáñez en el maquetado redondean la obra, que para mayor variedad incluye cuestionarios, cuadros, diagramas y un cuidado uso de las tres tintas (negro, verde y naranja) para terminar de darle un aspecto de otro mundo, sobre todo entre la fauna dominante de libros impresos solamente en negro, que en la mayoría de los casos es todo lo que se precisa.
Los adjetivos que se pueden utilizar para el contenido también se aplican para la forma: irreverente, colorido, heterogéneo. Ambos elementos se combinan en un producto final que es más que un chiste inicial, pero que (por suerte) no se olvida del chiste final y le saca todo el jugo.
Mundo terrícola. De Mateo Arizcorreta y Diego Ruiz con ilustraciones de Tito Lagos. Editorial Tajante, 2022. 144 páginas.