En 2009, el ítalo-uruguayo Riccardo Boglione, doctor en Letras, especialista en vanguardias, publicó Ritmo D. Feeling the Blanks, un libro en el que reproducía únicamente los signos de puntuación de La divina comedia. Dos años después apareció Tapas sin libros, donde jugaba facsimilarmente con los Libros sin tapas de Felisberto Hernández. En Extremo explicit (2014) reunió pies de imprenta de ediciones canónicas de autores uruguayos y los presentó como poemas. Para It is foul weather on us all envió copias de La tempestad de Shakespeare a doce artistas de distintas lenguas, les sugirió que antes de devolvérselas las dejaran un tiempo al aire libre y luego las cosió en un único tomo-exposición.

Algunas de estas operaciones (supresión, inversión, descontextualización, literalización) alimentan la producción de literatura conceptual, una corriente que toma a la literatura y sus alrededores como objetos extraños, que es preferible examinar en sus aspectos formales o externos. El parentesco con tendencias del arte contemporáneo es claro, y, por caso, el trabajo de Boglione sobre Shakespeare continúa un gesto de Marcel Duchamp, antecedente notorio del arte conceptual.

Durante diez años, además, Boglione, que también escribe sobre arte en la diaria, ha practicado la docencia, la investigación y la traducción, y ha curado diversas muestras, dirigió la revista Crux Desperationis, cuyas consignas eran (entre otras) “literatura despojada de sentimientos”, “literatura despojada de lo literario”, “notas al pie versus textos”, “literatura abstracta”, “escritura sin palabras”.

Con esos antecedentes, no cabía esperar una narración tradicional de Teoría de la novela: novela, y tampoco propiamente una teoría. Lo que sí hay son lazos con la historia de la teoría literaria del siglo XX; específicamente, con la rama que iniciaron investigadores eslavos (en la solapa del libro se alude juguetonamente a Vladimir Propp) interesados en encontrar regularidades sintácticas en los relatos populares. Tras reaparecer en la academia francesa, se conformó, entre la antropología y la lingüística, lo que pronto se llamó “estructuralismo” por su tendencia a encontrar patrones relevantes en las expresiones culturales.

En su libro, Boglione une fragmentos de contratapas de novelas de diversos autores del mundo hispano y sustituye nombres por pronombres, descripciones por categorías, datos por generalidades. Así, se leen frases como “A las afueras de una ciudad específica, un pueblo que aún no consigue aparecer en el mapa de un país específico, el mudo nombre del personaje es asesinado”. Esta vez, la herramienta racional es la abstracción, y el resultado conecta con los trabajos de algunos estructuralistas de hace siete décadas (Gérard Genette, Claude Bremond, Julien Greimas, el famoso Roland Barthes), aunque en lugar de diagramas lógicos, Boglione usa prosa para poner en evidencia los esquemas repetidos no sólo por quienes practican esa forma anónima y breve del comentario conocida como “solapeo”, sino también por quienes tratamos de firmar comentarios de libros.

Teoría de la novela: novela. De Riccardo Boglione. Montevideo, Gegen editores, 2021.