Este martes Roberto el Negro Fontanarrosa cumpliría 80 años. El genial humorista gráfico y escritor argentino falleció en 2007, a los 62 años, dejando atrás una obra que se extendió a través del humor la ilustración, los cuentos, colaboraciones con Les Luthiers y, por supuesto, la historieta. Allí creó a dos personajes memorables: el gaucho renegáu Inodoro Pereyra y el inmundo mercenario Boogie, el aceitoso.

Fontanarrosa fue y es motivo de orgullo para Rosario, su ciudad natal, donde un Centro Cultural lleva su nombre desde 2012. Por eso, en ocasión de la cifra redonda de su cumpleaños, se organizó la primera edición del Festival Fontanarrosa, que comenzó el pasado viernes y se extendía hasta el martes.

“En el ser rosarino, cada uno de sus cuentos refleja eso que a nosotros nos gusta sentir: el bar, los amigos, el fútbol, la ciudad, la opinión inteligente, la literatura”, dijo el intendente Pablo Javkin al anunciar la iniciativa. “Queremos que sea un festival que se incorpore a la agenda de la ciudad; el primero lo vamos a hacer este año, que es tan especial”.

El evento incluye exposiciones y muestras en el Cultural Fontanarrosa, como la intervención artística “Mendietas y otras posibilidades”, que reunió a reconocidos ilustradores para homenajear al perro parlante más famoso de la pampa argentina. En la explanada del Cultural, el festival comenzó con la presentación de artistas como Jairo o Raúl Lavié, además del Ensamble Municipal de Vientos. Al mismo tiempo se estrenaba la obra Por arte de sueños, adaptación del cuento de Fontanarrosa “Sueño de barrio”.

Uno de los momentos más altos se vivió el sábado, cuando Joan Manuel Serrat conversó con el escritor Eduardo Sacheri en el teatro El Círculo, lugar donde 20 años antes Fontanarrosa dio su discurso en defensa de las malas palabras (ver recuadro). 

Sacheri propuso una entrevista con códigos futboleros, en forma de 11 temas, como si fueran los 11 futbolistas de un equipo. Algunos de esos tópicos fueron la amistad, la poesía, el humor, la muerte, el fútbol y Rosario. Serrat dijo que cada vez que se encuentra con un rosarino en Barcelona le dice que era amigo de Fontanarrosa: “Si tuviera que anotar cuántos habitantes tiene Rosario en función de los que me han dicho esto, esta ciudad sería Nueva York”.

Las actividades continuaron en distintos puntos de Rosario. El Circuito Fontanarrosa, por ejemplo, estuvo recorriendo bares icónicos de la ciudad, donde ofrecían el “Menú Fontanarrosa”. Y si de bares hablamos, hay que nombrar al mítico bar El Cairo, donde el Negro tenía sus charlas que intentaban arreglar el mundo, y donde actualmente, además de una estatua suya, está destacada la legendaria “mesa de los galanes” que aparecía en sus cuentos.

En ese lugar se presentará el libro Desde el Cairo, que recopila la columna semanal que Fontanarrosa escribió durante varios años en el periódico Rosario/12. Cuando le preguntaron sobre lo que le había representado esta experiencia, dijo: “Me queda el saldo positivo de unos cuantos años publicando la columna que me permitió un juego divertido de ficción, un rincón apropiado para la mentira y una linda ejercitación en el delirio. Al punto tal que dos o tres cuentos de alguno de mis libros están inspirados en ideas brotadas de las columnas”. El cierre del festival, como marca la fecha, será con una torta de cumpleaños.

Las malas palabras

El 20 de noviembre de 2004, en el marco del Congreso Internacional de la Lengua que se realizaba en Rosario, Fontanarrosa pidió una amnistía para las malas palabras con un discurso que quedó para la historia. “¿Por qué son malas las malas palabras? ¿Quién las define? ¿Le pegan a las otras palabras?”, se preguntaba. “Tal vez nosotros al marginarlas las hemos derivado en malas palabras”. Dijo que algunas le gustaban y otras no, y defendió a algunas “ireemplazables” por sonoridad y fuerza. “No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo”, afirmó. “El secreto, la fuerza está en la letra t”. Destacó la “maravillosa” palabra carajo y cerró con una palabra “fundamental” para el idioma español como mierda, cuyo secreto está en la r y “es mucho más débil como lo dicen los cubanos, que suena a chino. Creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución Cubana: la falta de posibilidad expresiva”.