El 19 de abril de 2020, como consecuencia de un accidente doméstico, falleció el abogado, dirigente político y diplomático Felipe Michelini. Entre las obras que dejó inconclusas estaba un texto sobre el Estatuto de Roma, que llevó a la creación, en 1999, de la Corte Penal Internacional, de la que fue un activo impulsor. Gracias al trabajo de su familia y de colaboradores, el trabajo ha sido editado por la Fundación de Cultura Universitaria y será presentado este jueves a las 18.00 en la sala Maggiolo de la Universidad de la República (Udelar).

La obra describe la historia y los principios que llevaron a la creación del tribunal, que se ocupa de casos de crímenes de lesa humanidad, así como de su inserción en la legislación local e internacional.

“Al día de hoy no ha habido en Uruguay un estudio de esta magnitud sobre la trascendencia de la Corte Penal Internacional y lo que significa desde el punto de vista de que exista un tribunal imparcial con todas las garantías del debido proceso”, dice el también abogado Daoiz Uriarte, que será uno de los encargados de presentar el libro junto con sus colegas Gonzalo Lorenzo, decano de la Facultad de Derecho de la Udelar, e Ismael Blanco. “Para el estudio de los derechos humanos va a ser una obra fundamental desde el punto de vista académico y también desde el punto de vista del asesoramiento y la participación uruguaya a nivel internacional en los múltiples conflictos que lamentablemente se generan”, asegura.

Felipe Michelini, hijo del dirigente Zelmar Michelini, asesinado por el régimen civil-militar en 1976, fue militante estudiantil durante la dictadura y décadas después llegó a ser docente en la Cátedra de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Udelar. Además, fue diputado por el Nuevo Espacio, liderado por su hermano Rafael, y luego subsecretario de Educación y Cultura durante el primer gobierno del Frente Amplio, al tiempo que fue representante de Uruguay en diversos organismos y misiones internacionales vinculadas a los derechos humanos. Desde 2021, una sala de la Corte Penal Internacional de La Haya lleva su nombre.

Uriarte, unido a Michelini por una larga actividad conjunta en la militancia y el trabajo docente, y director de la Cátedra de Derechos Humanos de la Udelar, explica que para su colega el tema siempre tuvo un particular interés, y recuerda que él mismo fue víctima del terrorismo de Estado. “Que existiera un tribunal internacional que pudiera cumplir el papel de juzgar los crímenes de lesa humanidad y crímenes de derecho humanitario lo ocupó durante décadas. Y en particular, luego de creado este tribunal, él también se especializó en el tema de la reparación a las víctimas de los genocidios y de los delitos de lesa humanidad”, agrega.

Uriarte también explica la importancia de la creación de una corte internacional que pudiera actuar de manera imparcial: “La formación de tribunales internacionales se inicia con el tribunal de Nuremberg y el tribunal de Tokio, que juzgaron a los criminales de guerra nazis y japoneses por los genocidios y las violaciones al derecho humanitario ocurridos en la Segunda Guerra Mundial. Pero estos tribunales obviamente adolecían de las garantías que todo tribunal debe tener. En primer lugar, no había una clara legislación penal aplicable; el tribunal era integrado por los países que habían triunfado en la guerra, por lo tanto estaban juzgando a sus enemigos, lo cual ponía en duda su imparcialidad”.

Añade: “Posteriormente se dieron otro tipo de tribunales que ya contaban con normas internacionales y que castigaban directamente delitos tales como el genocidio, la tortura, el secuestro, los delitos previstos en el estado de guerra por el derecho humanitario. Los ejemplos más conocidos pueden ser el tribunal para la ex Yugoslavia o el tribunal que juzgó el genocidio de Ruanda. Ahí ya nos encontramos no sólo con normas, sino con un tribunal que estaba integrado por personas que no podían ser tachadas de parcialidad”.

“Esos fueron tribunales creados para esas circunstancias y para ese momento, lo cual no es bueno en un correcto sistema de justicia”, continúa Uriarte y agrega: “Por eso, finalmente, se llega a la Corte Penal Internacional al establecerse el Tratado de Roma en 1998. Se trata de un tribunal que reúne todas las garantías, porque tiene no sólo un sistema para juzgar, sino también una forma de apelar la sentencia, y tiene además constituida una defensoría y una fiscalía independientes. Además es un tribunal que está previsto para cualquiera de los delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra establecidos en el Estatuto de Roma. Por lo tanto, no es para la oportunidad o para juzgar tal o cual situación concreta, sino para cualquier situación en la que se pueda identificar este tipo de delitos”.

“Por supuesto que aún no es perfecto; hay mucho para modificar y en el libro eso también está marcado”, indica el jurista. “Por eso, esta obra de Felipe, en ese sentido, es completa. Además, es muy exhaustiva en los detalles con respecto a lo que tiene que ver con los responsables y las víctimas y también la atención de las víctimas de este tipo de delitos”.

El Estatuto de Roma, de Felipe Michelini. 182 páginas. Fundación de Cultura Universitaria, 2024.