La semana pasada Netflix anunció en sus redes sociales que la segunda temporada de The Sandman, a estrenarse este año, será “la conclusión épica” de la serie cuya primera tanda de episodios llegó (al mejor estilo de la plataforma) toda junta un mismo día, el 5 de agosto de 2022.
Alguien con poca información podría pensar que se trataba de una cancelación más de la plataforma de series y películas, más cuando se trata de un producto tan caro, que en 2019 fue presentado como “la serie más cara de la historia” entre aquellas que adaptaban historietas de DC Comics. Tampoco sería descabellado pensar en un cierre planificado, ya que no todas las ficciones soportan innumerables temporadas.
Sin embargo, esta noticia es consecuencia de una serie de acusaciones que comenzaron a mediados del año pasado, cuando Tortoise Media publicó un pódcast de cuatro capítulos en el que dos mujeres acusaban al escritor inglés Neil Gaiman de haber abusado de ellas. Antes de repasar esas acusaciones, es importante repasar la trayectoria de Gaiman y por qué estos hechos hicieron caer una serie millonaria y muy querida por el público.
En los años 80, Estados Unidos recibió una invasión británica de guionistas de historietas que revitalizaron principalmente el género de los superhéroes, tomando personajes secundarios que no tenían la obligación de vender bien y reformulándolos con una sensibilidad “madura”. Esto ocurrió sobre todo en DC Comics, que terminó creando un sello editorial llamado Vertigo, bajo el cual se publicaban estos experimentos.
Uno de los más populares fue The Sandman, de 1989, que tomaba solamente el nombre de un par de personajes tangencialmente relacionados con los sueños y con eso creaba un mundo onírico encabezado por Morfeo, la encarnación del Sueño. Este personaje comenzaba con la misión de recuperar su mundo después de décadas de encierro, pero más adelante conoceríamos a sus seis hermanos eternos y a un sinfín de personajes que protagonizaron historias durante 75 números y varios especiales.
La relación del guionista de 64 años con esta obra, anclada (aunque cada vez menos) en el universo de DC Comics, fue diferente a la de sus colegas. Neil Gaiman logró acordar con la editorial no solamente que la serie terminara cuando él lo deseara, sino que de ahí en más permaneciera como una suerte de consultor aquellas (pocas) veces que sus personajes fueran utilizados por otros autores. Además, como el dibujante original dejó The Sandman después de pocos números y se produjo una rotación de grandes artistas, Gaiman quedó como única figura asociada a esta historieta, que no ha dejado de reeditarse en toda clase de formatos desde su finalización en 1996.
Volvamos a julio de 2024. El pódcast Master: the allegations against Neil Gaiman presentaba las historias de dos mujeres. La primera, una mujer llamada Scarlett, alegó haber sido agredida sexualmente por Gaiman en un baño exterior de su residencia de Nueva Zelanda, donde estaba trabajando como niñera del hijo que el autor tuvo con la cantante y compositora estadounidense Amanda Palmer. La segunda, identificada como K, es una fanática que conoció a Gaiman durante una firma de libros en 2003 y luego de iniciada una relación romántica dijo haber sido sometida a relaciones sexuales violentas y dolorosas.
La primera respuesta de Gaiman fue la de negar categóricamente las acusaciones. Dijo que lo ocurrido con Scarlett en el baño y en las semanas posteriores había sido consensuado, y negó cualquier clase de comportamiento ilegal con ambas mujeres. En agosto, Tortoise Media publicó dos episodios más del pódcast con los testimonios de otras tres mujeres que afirmaron haber sido agredidas sexualmente en el contexto de relaciones consensuadas con el escritor.
Entre ellas se encontraba Caroline Wallner, quien vivía en una casa dentro de un terreno de Gaiman en Nueva York y llevaba a cabo tareas a cambio de permanecer allí. En su testimonio dijo que, en 2017, después de separarse de su esposo, el dueño de la propiedad comenzó a presionarla para tener relaciones mientras amenazaba con dejarla sin trabajo, lo que terminó cuando ella le practicó sexo oral. “Él puede decir que fue consensuado, pero ¿por qué yo haría eso? Fue porque estaba con miedo de perder mi casa”. Sobre lo ocurrido durante el sexo, Wallner agregó: “Él me decía: ‘Llamame amo. Decime que lo querés’. Y a veces me ahorcaba”. Como en los casos anteriores, Gaiman negó cualquier clase de delito.
Las acusaciones no causaron particular revuelo en la industria, en parte por la reputación de Tortoise Media, cuyos responsables habían sido acusados previamente de transfóbicos. Muchos creyeron que el intento de manchar la reputación de Gaiman respondía a que el autor se plantaba con firmeza del lado feminista de la batalla cultural, con una gama de personajes diversos en sus historias. En las páginas del mencionado The Sandman, por ejemplo, presentó a Wanda, una mujer trans rechazada por su familia. El arco que protagonizó fue publicado entre 1991 y 1992, cuando la representación de esta minoría era muy pequeña y (en la mayoría de los casos) negativa.
El hecho que desencadenó la andanada de cancelaciones llegó con la investigación de un medio considerado más serio. El 13 de enero de este año, la revista New York Magazine publicó un artículo firmado por Lila Shapiro titulado “No existe una palabra segura: cómo el popular autor de fantasía Neil Gaiman escondió sus partes más oscuras durante décadas”. Lo de “palabra segura” se refiere al acuerdo entre personas que practican sexo sadomasoquista para reducir la intensidad o detener por completo la actividad. La portada de la revista destacaba la frase: “Llamame amo”.
El artículo incluía el testimonio de ocho mujeres que afirmaban haber sido abusadas por Gaiman, incluidas cuatro que habían participado en el pódcast anterior. Entre las que hablaban por primera vez se encontraba una identificada como Brenda, quien coincidió con Wallner: “Parecía tener un guion. De inmediato quería que lo llamara ‘amo’. Era como si fuera un ritual que no tenía nada que ver conmigo”. El texto se concentra en mostrar la diferencia de poderes que había entre las mujeres, que en algunos casos estaban en situaciones emocionales muy frágiles, y la persona que las empleaba o que era objeto de su admiración. Al mismo tiempo, presenta a Amanda Palmer como alguien que tenía conocimiento de la conducta de su pareja y que en ocasiones era partícipe necesaria de algunos de los hechos.
Esta vez hubo una respuesta directa de Gaiman, quien publicó la nota titulada “Rompiendo el silencio” en su blog personal. “Estoy lejos de ser una persona perfecta, pero nunca tuve actividades sexuales no consensuadas con nadie. Jamás”, escribió. “Volví a leer los mensajes que intercambié con estas mujeres, después de las ocasiones que luego fueron reportadas como abusivas. Esos mensajes se leen ahora igual que como se leían cuando los recibí: como de dos personajes disfrutando de relaciones sexuales completamente consensuadas y deseando ver a la otra persona de nuevo. En el momento en el que estuve en esas relaciones, se veían positivas y felices de ambas partes”.
“Me doy cuenta, años más tarde, de que podría y debería haberlo hecho mucho mejor. No estaba disponible emocionalmente, pero estaba disponible sexualmente, centrado en mí mismo y no tan reflexivo como debí serlo”, agregó.
La reputación detrás de esta nueva investigación sí tuvo un efecto sobre el trabajo de Gaiman en la industria del entretenimiento. La editorial Dark Horse anunció que dejará inconclusa la adaptación en historieta de su novela Los hijos de Anansi, mientras que la adaptación cinematográfica de la novela El libro del cementerio fue detenida por Disney. Sobre la serie Good Omens, de Prime Video, sobre el libro coescrito con Terry Pratchett, se anunció rápidamente que Gaiman no estaría involucrado en el cierre de la historia. Días después, llegó el anuncio de Netflix.
En las últimas horas se conocieron las primeras consecuencias legales de estas acciones. Este lunes, Scarlett Pavlovich, cuyo relato formó parte del pódcast y del artículo de New York Magazine, acusó a Neil Gaiman de violación, coerción y trata de personas, y a Amanda Palmer de facilitar el abuso.