En la conversación previa al primer capítulo de The Sandman, que Netflix adelantó un par de días a quienes se suscribieran en el sitio oficial de la serie, George RR Martin y Neil Gaiman conversan sobre las adaptaciones de sus obras. El primero vio llegar a la televisión su saga literaria Canción de hielo y fuego en forma de la serie Juego de tronos. El segundo cuenta entre las adaptaciones de su obra con la película Coraline y las series American Gods y Good Omens, y acaba de sumarse la que nos reúne en esta ocasión.

Martin, confeso lector de historietas, hace una afirmación tajante aunque bastante extendida entre quienes las aprecian: hay tres obras surgidas en la década del 80 que transformaron el noveno arte, en especial dentro del género superheroico y sus universos compartidos. Una es Watchmen, que, de la mano de Alan Moore y Dave Gibbons, deconstruyó a los superhéroes y los ubicó en un mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial. La segunda es El regreso del Caballero Nocturno, de Frank Miller, con un Batman que volvía del retiro para protagonizar su última (por entonces) aventura. La tercera es The Sandman, fruto de la imaginación de Neil Gaiman y de un plantel notable de artistas, que vio la luz en 1989.

Claro que existían cómics “adultos” y “maduros”, en especial en la escena underground, pero estas obras demostraron que incluso jugando en el arenero (justamente) de compañías como DC Comics, podían crearse ficciones que desafiaran a los lectores. Y esa pequeña revolución de dejar que guionistas británicos modificaran personajes clásicos en busca de nuevos públicos, que en definitiva fue lo que hizo Gaiman, ya había comenzado con La cosa del pantano, de Alan Moore y Stephen Bissette, y Animal Man y La patrulla condenada, de Grant Morrison, el primero con dibujos de Chas Truog y el segundo con arte de Richard Case.

De la denominada “invasión británica” de escritores, Gaiman fue el único que logró romper barreras y conquistar a muchísimas personas que jamás habían leído una historieta en su vida. De los ejemplos anteriormente citados por George RR Martin, The Sandman (que comenzó siendo dibujada por Sam Kieth) es la puerta de entrada perfecta al mundo de las viñetas y los globitos de texto. No es necesario conocer a los pocos personajes que el guionista tomó de historietas anteriores de DC, como Caín y Abel o Destino, uno de los siete hermanos eternos alrededor de los cuales gira la trama principal. Sueño es sólo uno de ellos.

La adaptación televisiva de Netflix, que acaba de ser agregada a los catálogos, comienza casi de la misma manera que la historieta. Un hombre llega hasta la casa del ocultista Roderick Burgess a ofrecerle el último elemento que necesita para su ritual. Corre el año 1916 y la Primera Guerra Mundial se ha cobrado la vida de los hijos de ambos hombres, por lo que deciden colaborar. Es que el ritual serviría para atrapar a la Muerte y así obligarla a devolver a los dos soldados fallecidos. Pero el conjuro no resulta como ellos esperaban, y quien termina atrapado dentro de un círculo mágico no es Muerte sino su hermano Sueño.

Pesadillas

En la serie, que cuenta con Gaiman como productor ejecutivo, se introduce a lo que uno imagina que será el principal antagonista de esta primera temporada. Sueño, que en su actual personificación se hace llamar Morfeo, controla el mundo donde ocurren aquellas cosas que uno experimenta mientras está dormido, y eso incluye a las pesadillas. Una de ellas, el Corintio, escapó al mundo de los mortales, y Sueño estaba a punto de capturarla cuando fue invocado por Burgess y los suyos.

Los diez episodios agregados este viernes a la plataforma adaptarán los dos primeros volúmenes de la historieta, publicados con los títulos Preludios y nocturnos y Casa de muñecas. El primero es la historia del regreso de Morfeo después de su larguísima reclusión. Como ocurre en esta clase de historias en donde la magia está presente, y en especial cuando la pluma es de Neil Gaiman, los rituales y los objetos tienen un poder extraordinario. Así que al obtener su libertad el Señor de los Sueños deberá recuperar los tres objetos que le fueron sustraídos un siglo antes: un yelmo, una bolsa con arena y un rubí. Sólo de esa manera podrá recuperar la energía suficiente como para reconstruir un reino abandonado durante más de 100 años. Ese abandono disparará algunas de las historias que seguirán a esta.

Un aspecto fundamental en cada adaptación audiovisual, más si el material original también contiene elementos visuales, está en el casting. Lo poco que se vio a Tom Sturridge en el primer episodio (se la pasó calladito dentro de una jaula de cristal) parece confirmarlo como una buena elección para el papel principal. Es importante aclarar que Morfeo es un personaje orgulloso, grandilocuente, melancólico y que viste todo de negro... es un emo antes de que la palabra se pusiera de moda. El actor de 36 años parece encarnar ese aspecto con facilidad.

El primer episodio tenía a Charles Dance (Tywin Lannister en Juego de tronos) como el mismísimo Burgess y a lo largo de la serie desfilarán varias caras conocidas, algunas en roles recurrentes y otras encabezando alguna aventura puntual. Lo antológico de The Sandman no solamente estuvo en el arte sino en la narrativa, que en ocasiones dejaba al personaje epónimo a un lado mientras se contaba una historia mínima, o gigantesca, y otras veces alimentaba la principal mitología de la serie, la de los eternos y sus rencillas personales.

Tres de ellos tienen apariciones en esta tanda de episodios, que esperemos que no sea la única. Kirby Howell-Baptiste (The Good Place) es Muerte, la hermana que se presenta ante cada uno de nosotros cuando nos llega la hora y que junto a Sueño protagoniza el capítulo “El sonido de sus alas”, que tanto en la página como en la pantalla promete romper algunos corazones. Mason Alexander Park tiene el papel de Deseo, andrógino integrante de los eternos, con una pasión infinita por hacer trastabillar a su hermano serio y responsable. Por último, Donna Preston es Desesperanza, que en la historieta tiene un rol relativamente menor con respecto a sus parientes.

Otras caras conocidas que veremos son la de Gwendoline Christie (Brienne en Juego de tronos) como Lucifer, Jenna Coleman (Doctor Who) como Johanna Constantine, David Thewlis (Landscapers) como el supervillano Doctor Destino y Stephen Fry (autor de Mythos) como el misterioso Gilbert.

Incluso para un título tan avanzado a su tiempo en materia de inclusividad, se alzaron unas voces quejándose ante cambios en la apariencia de algunos personajes. Gaiman dijo a Vanity Fair que “los cómics siempre fueron la Biblia, pero a veces fueron más como el Antiguo Testamento. Dejamos que las cosas cambiaran, y las cosas que cambiaron lo hicieron con los tiempos, o con la necesidad de hacer algo para la televisión”. La versión en radioteatro, por ejemplo, no tomó casi riesgos y se volvió un producto descartable para quienes leyeron el material original.

En un presente tan agitado para las plataformas de streaming, con Netflix sufriendo la falta de nuevos suscriptores y HBO Max en medio de una fusión de su empresa madre, el futuro de The Sandman es incierto. Mucho más con este modelo de ofrecer todos los episodios un mismo día, consumiendo un diálogo en redes sociales que podría continuarse durante meses (como ocurre con las producciones de Disney+ o Prime Video). De todos modos, hay suficiente evidencia como para creer que la audiencia de Netflix se deje llevar por este rico universo y la impecable producción que lo llevó a la pantalla y eso se transforme en más temporadas. Vale soñar.

The Sandman. Diez episodios de aproximadamente 60 minutos. En Netflix.