El lunes falleció el historiador Guillermo Vázquez Franco, que en julio de 2024 había cumplido 100 años. Se consideraba un “argentino oriental” y guardaba celosamente un DNI argentino en un cajón de su escritorio. Gran parte de su obra se basaba en la certeza de que lo ocurrido entre 1825 y 1828 no fue un proceso independentista respecto de lo que habían sido las antiguas Provincias Unidas del Río de la Plata, sino sólo una separación del Imperio de Brasil. Por lo tanto, el 25 de agosto, para él, no era una fecha de celebración, sino de tristeza.

En general, su obra se orientó a cuestionar algunos consensos de la historiografía uruguaya, como la de la centralidad de José Gervasio Artigas, a quien consideraba una figura tejida para alimentar el nacionalismo, que cumplía con la necesidad de no haber pertenecido a las divisas tradicionales, pero que no había tenido el impacto que se le adjudicó posteriormente. Consecuentemente, sus trabajos más conocidos son La historia y sus mitos (1994) y Francisco Berra, la historia prohibida (2010), acerca de otro historiador marginado, como él mismo.

Fue considerado un provocador por muchos de sus colegas, aunque también hubo varios que fueron formados por él. En la dictadura fue destituido como docente en el Instituto de Profesores Artigas y retomó su puesto luego de la recuperación democrática.

Su primera obra publicada, La conquista justificada (1968), es una investigación sobre el aparato legal y discursivo del que se valieron los españoles para dar un marco aceptable a la apropiación de los territorios americanos, y merece varias citas en Las venas abiertas de América Latina, la obra más conocida de Eduardo Galeano.