Convocadas por la directora del Museo Colección Nicolás García Uriburu, en Maldonado, las artistas Irene Pepi Gonçalvez y Sabrina Batista intervinieron la colección Mujeres, compuesta por esculturas que representan el cuerpo de la mujer y creadas en su mayoría por artistas varones, con la excepción de Torso, una obra de la uruguaya Marta Carafí.

Pese a que la artista representó un torso masculino, se interpretó que se trataba del cuerpo de una mujer y fue incluida en el catálogo de la colección. Según Batista, en la historia del arte los cuerpos “leídos como femeninos” fueron construidos y sexualizados por un “imaginario fetichista masculino, cisgénero y heterosexual”. En ese sentido, la intervención de las artistas es una crítica al rol de modelo o musa inspiradora que ha ocupado la mujer en el arte. “Es un cuerpo sin subjetividad, cortado en pedazos para su mejor consumo”, consideró.

Las artistas también se atrevieron a atravesar algunos límites para poner sobre la mesa una práctica usual, cuya denominación es poco conocida y que, en algunos países, como Inglaterra, se ha tipificado como delito: el cyberflashing, es decir, el envío de fotografías sexuales que incluyen la exhibición de genitales a través de redes sociales, sin el consentimiento previo de las receptoras.

Chiara Fraschini Alzamendi

Chiara Fraschini Alzamendi

“El sexo está más en las pantallas que en las camas, más en lo público que en lo privado”, reflexionó Batista en diálogo con la diaria, en alusión al cyberflashing. Junto a Gonçalvez, realizaron un llamado a mujeres que han recibido fotos de genitales masculinos recientemente y crearon una tira de imágenes, similares a las cintas forenses utilizadas en la escena del crimen, para rodear las esculturas que exhiben cuerpos desnudos de mujeres.

Las imágenes están acompañadas por textos, de la autoría de Batista, en los que se expresan algunas de las emociones que suscitaron esas imágenes en las mujeres que las recibieron. Entre algunas de las mencionadas están la rabia, el asco y el desprecio.

“Narciso sexista egoísta / hijo del patriarca / marioneta rota terrorista de mi placer / frustración vomitiva que merodea en pantallas / alimaña que impone su genitalidad no deseada / cobarde que necesita reafirmar su virilidad / tu delirio de grandeza no merece mi hermetismo / ni silencio ni desaparecer ni esconderme / huérfana entre estatuas, entre escombros / sin derecho ni voz ni valor ni nada”, es uno de los fragmentos.

“Si queremos que las relaciones de poder se transformen en relaciones de paridad, es imprescindible revisar nuestras formas de relacionamiento, es urgente cuestionar las prácticas y dejar de lado el modelo de masculinidad tóxica y violenta”, planteó Batista. Y agregó: los varones “no son salvajes ni monstruos, son personas normales que están entre nosotras. Es momento de exponer la impunidad y llamar al diálogo”.

Foto: Chiara Fraschini Alzamendi

Foto: Chiara Fraschini Alzamendi

Basado en hechos reales

La selección del tema de la intervención se inspiró en dos instancias claves. El edificio del museo antes era una escuela pública, a la que concurrió Gonçalvez cuando era niña y donde escuchó, por primera vez, las historias sobre los sátiros que asolaban vecindarios y ultrajaban a las mujeres.

Por otra parte, la artista participó, el 4 de febrero, en la actividad “¿Cómo afecta la LUC a las mujeres?, que se llevó a cabo en el parque vacacional de la Asociación de Bancarios del Uruguay, en Piriápolis. Mientras las cinco expositoras -todas mujeres– hacían una exposición de motivos, fueron interrumpidas con la trasmisión de un video sexual explícito, que irrumpió en la pantalla central de la actividad, que también se desarrollaba de forma virtual por la plataforma Zoom.

“Listur expuso esa obra (Mujeres) y nos invitó a intervenir con un mensaje vinculado a la naturaleza del cuerpo, a la representación de las mujeres y al espacio político del arte. En ese sentido, nosotras nos vamos hacia estas cuestiones de la corporalidad dentro de la violencia simbólica. Si bien la intervención se compone con partes de cuerpos de hombres, también aluden a nuestros cuerpos. Hay en esa representación una forma de ver el cuerpo [como algo] fragmentado, que es muy habitual en el sexismo”, expresó Gonçalvez.

Entre las referencias teóricas que utilizaron para la obra, está el libro Feminismo inmodificado: discurso sobre la vida y el derecho, de la feminista radical estadounidense Catherine MacKinnon. La autora escribió: “No podemos hablar de estética sin considerar la pornografía. No podemos pensar la sexualidad y el deseo sin considerar la normalización de la violación, y no me refiero a la violación como represión superlativa”.

La exhibición está disponible de martes a sábados de 10.00 a 17.00, hasta el jueves 17 inclusive. El Museo Colección Nicolás García Uriburu está ubicado en el Cuartel de Dragones, en 25 de Mayo entre 18 de Julio y José Dodera.