El inusitado crecimiento de plantas acuáticas en la Laguna Garzón fue advertido inicialmente en febrero pasado, tanto por el equipo de trabajo de la Dirección del Área Protegida como por técnicos del Ministerio de Ambiente (MA) e investigadores del Centro Universitario Regional Este (CURE) de Rocha, que realizan monitoreos conjuntos en la laguna.

Sin embargo, según supo la diaria, por esas fechas el Área Protegida tenía otro frente que atender: un brote de gripe aviar estaba matando a decenas de aves, especialmente cisnes de cuello negro. Recién en julio, desde la Dirección del Área se solicitó al equipo de monitoreo (CURE-Rocha y MA) un informe de situación y recomendaciones respecto a la abundancia de Myriophyllum quitense Kunth, la especie nativa que estaba tomando casi toda la laguna.

Según documentos que circularon en la Comisión Asesora Específica (CAE) del área protegida, a los que accedió este medio, tras analizar las características del fenómeno, en agosto pasado los investigadores concluyeron que se trataba de una “proliferación sin precedentes” y, por razones que se leerán más adelante, recomendaron que “la mejor estrategia” para controlar el crecimiento exponencial era exportar las plantas del sistema hacia el mar.

Paralelamente, la dirección descartó la viabilidad de una cosecha mecánica, por ser “extremadamente costosa e ineficiente para la gran superficie afectada”.

Pudo ser peor

El informe del CURE sostiene que el crecimiento de Myriophyllum quitense Kunth, especie propia del agua dulce, es síntoma de un proceso de eutrofización “detectado en los últimos años” a partir “del monitoreo interinstitucional que se realiza desde 2019, con frecuencia estacional”. Como consecuencia de la sequía extraordinaria registrada este año, la laguna presentó “condiciones ambientales de elevada transparencia y baja salinidad que, combinadas con la alta disponibilidad de nutrientes, dieron lugar a un crecimiento masivo que no registra antecedentes en el sistema”.

La investigación puntualiza que la presencia de plantas afecta los usos de la laguna (pesca, baños y actividades deportivas), pero no constituye un problema para la calidad del agua; de hecho, brinda hábitat y alimento para la fauna, remarcaron los expertos. Otra sería la situación si, frente a esas condiciones ambientales, se hubieran desarrollado masivamente algas microscópicas, como las cianobacterias.

Las plantas que hoy abundan en Laguna Garzón constituyen un reservorio “vivo” de nutrientes (acumulan en sus tejidos nitrógeno y fósforo) que, al descomponerse, quedan disponibles en el sistema para ser utilizados por otros productores primarios, como el fitoplancton.

Por eso los investigadores advierten que, dada la gran superficie afectada, la descomposición masiva de estas plantas (por efecto de una salinidad excesiva al abrirse la barra de forma natural) “puede desencadenar problemas de calidad del agua severos, incluyendo el desarrollo de cianobacterias potencialmente tóxicas”.

Las medidas de manejo

En ese contexto, los investigadores sugirieron la remoción mediante la apertura de la barra “al máximo nivel de agua posible”; de ese modo se generará la fuerza hidráulica necesaria para arrastrar las plantas hacia el mar. Además, si la descarga se realiza “en condiciones del nivel del mar adecuadas” no solo se llevaría las plantas, sino que permitiría el ingreso de agua suficiente para elevar la salinidad de la laguna y frenar el crecimiento de la especie.

Desde la gestión del área protegida se decidió atender las recomendaciones dadas por el equipo de monitoreo, y esa decisión fue comunicada en diversas reuniones realizadas con vecinos y operadores turísticos preocupados por la problemática, así como en la sesión de la CAE desarrollada en noviembre. Para reforzar las definiciones, el 30 de noviembre pasado se envió un comunicado a la CAE en vistas de “un escenario de elevada incertidumbre y riesgo”.

El texto indica que se “mantendrá el criterio de apertura a máximo nivel posible como estrategia para la exportación de plantas hacia fuera del sistema y de posterior ingreso efectivo de agua salada”. El CURE también recomienda realizar un vuelo con dron al menos en cuatro zonas de la laguna, antes de la apertura de la barra y a las 24 o 48 horas de la descarga principal al mar, además de un seguimiento al menos quincenal. Respecto a este punto no hay consideraciones en el comunicado, aunque de acuerdo a lo conversado en las reuniones, se vigilará la situación.

Por otra parte, cuando ocurra el evento de apertura mecánica, estará asociado a “la intervención de maquinaria para desobstrucción de sitios específicos en caso de ser necesario, mediante coordinación con intendencias” de Maldonado y Rocha. Esto último responde a que, según los académicos, es posible que se obstruya la salida del agua dada la abundancia y el porte de las plantas, “en especial en los pilares del puente y el brazo de la barra”.

Paralelamente, la dirección aseguró que “acompañará con trabajo técnico y evaluación ambiental iniciativas particulares de manejo de la vegetación”, como estrategia para generar claros en espacios de uso público. El punto refiere a que algunos vecinos que desarrollan actividades náuticas en la laguna propusieron aportar la maquinaria y encargarse de la cosecha únicamente en los puntos donde operan. La iniciativa está en proceso de autorización.

A pesar de estas disposiciones, la apertura mecánica de la boca de la laguna no se ha realizado y -como informó la diaria este miércoles, algunos vecinos preocupados por la situación en el inminente inicio de la temporada estival comenzaron a juntar firmas para apurar las cosas. Otros entienden que se necesita participación más allá de la CAE y, esta misma semana, solicitaron al ministerio la creación de una Comisión de Cuenca para Garzón y José Ignacio.