Un informe del Departamento de Patobiología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República, divulgado este miércoles por la Intendencia de Maldonado (IDM), indica que Rodríguez –el puma más viejo de la reserva municipal del cerro Pan de Azúcar– murió por causas naturales. “Según se desprende del análisis técnico, la hipótesis de electrocución queda completamente descartada, ya que no se encontraron quemaduras en ninguna parte del cadáver”, enfatizó el doctor Hugo Arellano, veterinario de la Estación de Cría y Fauna Autóctona (ECFA).

Semanas atrás, los ediles frenteamplistas Juan Urdangaray y Joaquín Garlo pidieron informes a la IDM sobre la muerte de Rodríguez y también sobre la inversión de 200.000 dólares en recintos para cuatro pumas traídos desde Argentina. En esa oportunidad, Garlo dijo a la diaria que, según sus fuentes, el añoso puma pereció por contacto con alambres eléctricos cuya carga “no estaba bien regulada”. “El animal no estaba acostumbrado a ese sistema y, por su edad avanzada, el contacto con ese alambre habría causado su muerte”, expresó el edil, basado en información extraoficial.

La IDM salió al cruce de esa versión: sostuvo que Rodríguez murió por patologías propias de su avanzada edad, que no tenía contacto con cables electrificados y que, además, estaba a un kilómetro del recinto construido para los nuevos pumas. Eso fue ratificado este miércoles 18 por el veterinario Arellano, quien además informó sobre los resultados de la necropsia solicitada por convenio al departamento de Patobiología.

Ese estudio confirmó “distintas lesiones en cada una de las regiones del organismo, la mayoría de ellas crónicas, que indicaban un deterioro multisistémico”, declaró Arellano al área de Comunicaciones de la IDM. “Como tenía problemas de desplazamiento no contaba con sistemas eléctricos, por lo tanto, no había posibilidades de que hubiera muerto por electrocución”, remarcó.

“Si había sospechas, debió hacerse una pericia forense”, dijo profesor a cargo de la necropsia

El informe puntualiza que, como el cadáver llegó congelado a la facultad, el diagnóstico es “presuntivo”; eso significa que no hubo una conclusión definitiva al respecto. El profesor José Manuel Verdes, director del departamento de Patobiología, explicó a la diaria que, cuando un animal se congela y descongela, las células y tejidos se rompen por la formación de cristales de hielo y no es posible hacer un estudio histológico para identificar alguna señal que no se aprecie a simple vista.

No obstante, a partir de los datos macroscópicos, manifestó su “total convicción” de que el puma murió de causas naturales y no por electrocución. “No hay algo que indique que haya habido una descarga que provocara quemaduras o una exposición que hubiera desencadenado una lesión en los tejidos que le ocasionaran la muerte”, sentenció.

En cambio, Verdes detalló que el puma tenía antiguas fracturas, una deformación severa en la cadera, carecía de movilidad en la zona lumbar, presentaba insuficiencia renal crónica, un problema digestivo vinculado con esa patología y también una neumonía que seguramente derivó en una falla cardiorrespiratoria.

Por otra parte, dijo que “ante una situación de sospecha de una causa ambiental o muerte violenta, hay que preservar el lugar hasta que vayan los patólogos, releven el entorno y hagan un trabajo mucho más complejo que el que hicimos en esta instancia”, dijo. Agregó que, para determinar si el puma tuvo contacto con cables con cargas menores, se debió respetar la escena con una cadena de custodia y realizar una pericia forense.

“No puedo confirmar si hubo un cable mal regulado ni el lugar donde murió el animal”, concluyó el profesor, consultado sobre las hipótesis de los ediles. En todo caso, señaló que las patologías de Rodríguez difícilmente le hubieran permitido desplazarse más allá de su plato de comida.

Finalmente, tras 20 años de vida –cinco más de lo que se estima para su especie–, parte de los restos del añoso puma de la ECFA quedarán en al Museo Nacional de Historia Natural. La institución pidió al departamento de Patobiología de la Facultad de Veterinaria que preservara el cuero para utilizarlo en taxidermia. “Tuvimos especial cuidado en no dañarlo”, aseguró el profesor.