El jueves pasado, los ediles frenteamplistas Joaquín Garlo y Juan Urdangaray cursaron un pedido de informes a la Intendencia de Maldonado (IDM) tras enterarse de que un viejo puma, conocido como Rodríguez, murió en la Estación de Cría de Fauna Autóctona (ECFA) del cerro Pan de Azúcar, aparentemente, porque no resistió el contacto con hilos electrificados instalados en el perímetro del recinto construido para cuatro pumas traídos desde Argentina.
En la mañana de este sábado, la IDM emitió un comunicado de prensa para explicar que el animal falleció “luego de un progresivo deterioro de salud y de convivir con artrosis y ataxia de nacimiento, luego de haber permanecido en la ECFA 20 años”. Estos ejemplares no viven más de 15 y el llamado “puma Rodríguez” lo hizo cinco años más, acotó.
Luego afirmó que el estado de salud de Rodríguez se había deteriorado en los últimos meses, hasta su fallecimiento “el día 20 de noviembre, jornada previa a la llegada de los cuatro ejemplares que fueron traídos desde la Argentina”. Esta situación, indicó la IDM, quedó consignada en los partes diarios firmados por los veterinarios de la ECFA.
El 19 de noviembre se menciona textualmente: “El ejemplar puma se encuentra con apetito caprichoso y pérdida ponderal del mismo. Se instaura un tratamiento inespecífico antiálgico y suplementación vitamínica”. Esto significa que el animal ya presentaba pérdida de apetito y se indicó un tratamiento con analgésicos así como suplementos vitamínicos, aclaró la IDM.
El día 20 de noviembre, el informe elevado a la directora Brenda Bon y firmado por los tres veterinarios de la ECFA –Hugo Arellano, Matías Loureiro y Analía Rey– “deja constancia con meridiana claridad” de que el desmejoramiento del puma Rodríguez se había agudizado.
Además de debilidad y ataxia (control muscular deficiente), presentaba “múltiples patologías osteoarticulares desde su nacimiento (artrosis, para ser más específicos) que fueron tratadas de forma paliativa con condroprotectores (alimentos complementarios)”. Ese día se lo trató con analgésicos y antibióticos, pero se advirtió que su estado de salud era “crítico”.
En horas de la tarde-noche el animal falleció y se lo envió a la Facultad de Veterinaria para realizar la necropsia (examinar su cadáver), señaló la IDM, respondiendo así a otra de las preguntas planteadas por Garlo y Urdangaray en su pedido de informes.
Desmentido “enfático” y “categórico”
Por otra parte, la IDM aseguró que el puma Rodríguez estaba ubicado en un celdario que se encontraba alejado de los nuevos que fueron construidos para recibir a los cuatro ejemplares de pumas provenientes de Balcarce, ciudad ubicada en la provincia de Buenos Aires.
Por eso la administración desmintió “enfáticamente versiones y trascendidos” que relacionaron la muerte del puma Rodríguez con una muerte por electrocución debido a la existencia de cercas eléctricas que fueron instaladas para la llegada de los cuatro ejemplares desde Argentina.
En primer lugar, remarcó que el viejo puma se encontraba a más de un kilómetro de distancia del lugar a donde llegaron los nuevos. En segundo lugar, aclaró que su estado de salud le impedía desplazarse con normalidad, “no llegando siquiera a la puerta del lugar”.
“Lejos podía estar en condiciones de saltar hasta el cerco que se encontraba en el techo de su espacio”, remarcó la comuna. En tercer lugar, señaló que los celdarios construidos a nuevo para los cuatro pumas fueron “una inversión realizada por la IDM conforme a estándares internacionales y bajo supervisión constante”.
En declaraciones a Comunicaciones de la IDM, el veterinario Hugo Arellano “desmintió categóricamente que el deceso se haya producido por relación alguna con cerco eléctrico, ya que dada su situación no era necesario activar el mismo en el entendido de que no se podía mover”. El profesional agregó que el viejo puma estuvo asistido por tres veterinarios y que era tratado con los mejores medicamentos.
Por último, la IDM enfatizó que la construcción y el diseño de los recintos se realizaron tras una exhaustiva evaluación técnica de las necesidades de cada especie, garantizando que se mantuviera un entorno adecuado tanto para el bienestar de los animales como para la seguridad de los visitantes y el personal.