En el marco del proyecto “Mercurio en la costa de Uruguay y riesgo de exposición”, de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Universidad de la República (Udelar), se realizó el viernes el último muestreo en la policlínica de Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) de Piriápolis, donde se extrajo de la nuca de personas mayores de 18 años un mechón de dos o tres centímetros para medir la concentración de mercurio, un elemento químico tóxico.
En diálogo con la diaria, el doctor Javier García Alonso, investigador del Departamento de Ecología y Gestión Ambiental del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de Maldonado, informó que, previo a tomar la muestra, las personas firmaron un consentimiento y respondieron una encuesta sobre hábitos alimenticios, ambiente laboral y consumo de tabaco; este último factor “incide en que tengan más mercurio”.
Tras la extracción, las muestras se lavarán en el CURE “con detergentes libres de mercurio” para evitar contaminación externa y se secarán en frío, ya que secarlo con calor “podría generar metilmercurio, un órgano metal que se biomagnifica”. Luego, las matrices se analizarán en la Facultad de Química y García Alonso, junto a la bióloga Valentina Franco del Departamento de Ecología y Evolución de la Facultad de Ciencias, hará estudios de isótopos estables “para determinar el estado trófico de cada muestra”. Si las concentraciones son “muy bajas”, se enviará un fragmento de cabello a investigadores del exterior para que realicen un análisis “más sofisticado”.
Según indica el proyecto, el objetivo es “conocer la situación actual de exposición del mercurio en la costa uruguaya” para determinar si existe “un mayor riesgo asociado al consumo de pescado de origen marino o continental”. Además de García Alonso en representación del CURE, el equipo de investigación está integrado por las doctoras Paola Rava (Facultad de Medicina), Valentina Franco Trecu (Facultad de Ciencias), Fiorella Iaquinta (Facultad de Química), Alicia Mollo (Facultad de Química).
Impacto de la dieta en la exposición al mercurio
Según García, el estudio analizó el ambiente y las redes tróficas para “identificar dónde está ocurriendo la bioacumulación en tejidos biológicos y la biomagnificación”. Sobre esta última, explicó que los depredadores topes, animales que se encuentran en la cima de la cadena alimentaria y no tienen depredadores naturales, “presentan concentraciones más altas de mercurio que los productores primarios como las plantas”. Por otra parte, los herbívoros (productores secundarios) como las vacas “tienen menos mercurio que las personas que consumen carne diariamente”.
Depredadores tope como el atún “presentan niveles más altos de mercurio”, por lo que “no se recomienda consumirlo en grandes cantidades durante el embarazo”, advirtió el investigador. Sin embargo, señaló que las concentraciones en general del pescado “son muy bajas”, por lo que “no se debe alarmar a la población”.
Si bien el estudio busca conocer el nivel de mercurio en el pelo de las personas y asociarlo con sus hábitos alimenticios, “no surge por una demanda o un evento específico, sino que es un estudio de línea de base”, tras el tratado internacional Convención de Minamata firmado para estudiar y proteger la salud y el medioambiente de la contaminación por mercurio, contó el investigador.
Asimismo, esta semana se tomarán muestras cerca de la aleta dorsal de peces como brótola, corvina blanca y pescadillas, provenientes de la localidad de Piriápolis. “Se medirá el largo, el sexo, se pesará y se extraerá una muestra del hígado”, que, según dijo, “es el órgano que concentra la mayor cantidad de mercurio”.
Este estudio también se realizó en siete localidades costeras vinculadas a la pesca artesanal: Nuevo Berlín (Río Negro), Juan Lacaze (Colonia), Playa Penino y Playa Pascual (San José), Pajas Blancas (Montevideo), San Luis (Canelones), Cabo Polonio (Rocha).
Se analizaron “matrices ambientales inertes y abióticas como sedimentos [por ejemplo, tierra, agua, arena, suelo, rocas] y biológicas con plantas macrófitas como espartinas y ulva lactuca [lechuga del mar]”, indicó García. Además, de invertebrados como mejillones —incluido el mejillón dorado en agua dulce— y el cabello de personas que consumen pescado local, vegetarianas o veganas.
Mercurio en lobos y leones marinos de la Isla de Lobos
Una investigación de la Facultad de Ciencias y el CURE sobre los niveles de mercurio en pelos de lobos y leones marinos en la Isla de Lobos, realizada en 2024 cerca de Punta del Este, halló concentraciones elevadas en hembras de leones marinos, con un promedio de 30,5 microgramos de mercurio por gramo de tejido.
La Isla de Lobos es la desembocadura del “gran estuario del Río de la Plata” que viene de cinco países (Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay), que “pasa por zonas de minería y de cañas de azúcar”, explicó García Alonso.
Por eso, una de las hipótesis es que el origen puede ser el mercurio utilizado “hace 80 o 100 años” en cultivos de caña de azúcar y que “ahora se está liberando desde los suelos por erosión”. También podría originarse en la deforestación -que produce más erosión de suelos-, o en fuentes naturales como yacimientos de minerales ricos en mercurio en alguna zona de la Cuenca del Plata, aunque “aún no está confirmado”.