En una ceremonia realizada en la sede del archivo nacional, en la ciudad de La Haya, el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, pidió este lunes una disculpa formal en nombre del estado neerlandés por el papel histórico de su país en la trata de esclavos, diciendo que la esclavitud debe reconocerse en “los términos más claros” como un crimen contra la humanidad.
En su discurso, consignado por el diario británico The Guardian, el liberal Rutte, líder del Partido Popular y por la Democracia (VVD, por sus siglas en neerlandés), reconoció que el pasado “no puede borrarse, únicamente enfrentarse”, y dijo que durante siglos el estado que él representa “permitió, alentó y sacó provecho de la esclavitud”.
“Las personas fueron mercantilizadas, explotadas y comercializadas en nombre del estado neerlandés”, expresó, y agregó: “Es cierto que nadie vivo hoy tiene culpa personal por la esclavitud. Pero el estado neerlandés es responsable del inmenso sufrimiento de aquellos que fueron esclavizados y sus descendientes. Hoy, en nombre del gobierno, me disculpo por las acciones pasadas del Estado”.
Discursos similares al de Rutte fueron pronunciados el lunes por ministros holandeses que viajaron a siete antiguas colonias en América del Sur y el Caribe, Surinam y las islas de Aruba, Bonaire, Curazao, San Eustaquio, Saba y Sint Maarten, zonas que padecieron, entre otros, un daño inestimable durante los 250 años de la trata de esclavos que ayudó a financiar la “edad de oro” económica y cultural de Países Bajos.
Los historiadores estiman que, en el apogeo de su imperio, durante los siglos XVI y XVII, los comerciantes neerlandeses enviaron alrededor de 600.000 africanos esclavizados a colonias sudamericanas y caribeñas y también a otros territorios dominados por el país europeo, como Sudáfrica y zonas de lo que actualmente es Indonesia.
Sin embargo, la disculpa formal formulada por Rutte y sus ministros generó una importante controversia con grupos de descendientes y algunos de los países afectados que criticaron la medida por ser apresurada y argumentando que la falta de consulta de Países Bajos mostró que las actitudes coloniales aún persistían.
En ese sentido, seis fundaciones de Surinam habían solicitado una orden judicial para fijar la fecha de la disculpa para el 1º de julio de 2023, día en el que se conmemorará el 150º aniversario del decreto que marcó el final de la esclavitud en las colonias neerlandesas.
De acuerdo a lo que recordó la BBC, la esclavitud se abolió formalmente en todos los territorios neerlandeses de ultramar el 1º de julio de 1863, lo que convirtió a Países Bajos en uno de los últimos países en prohibir la práctica, pero tardó una década más en terminar en Surinam debido a un período de transición obligatorio de diez años.
La primera ministra del territorio caribeño holandés de Sint Maarten, Silveria Jacobs, dijo a los medios neerlandeses durante el fin de semana que la isla que ella lidera no aceptaría ninguna disculpa del gobierno “hasta que nuestro comité asesor lo haya discutido y nosotros como país lo hayamos discutido”.
Los planes para pronunciar la disculpa formal se dieron una semana después de un informe que encontró que personas dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Países Bajos fueron víctimas de comentarios racistas y algunas de ellas, incluso, no fueron tomadas en cuenta para subir en el escalafón de la cartera debido al color de su piel o a su origen étnico. En comunicados internos redactados dentro de ese ministerio los países africanos fueron descritos como “países de macacos”, lo que motivó una disculpa pública por parte del canciller Wopke Hoekstra.
Hace dos años, un informe de la relatora especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el racismo, Tendayi Achiume, acusó a Países Bajos de perpetuar e institucionalizar esa práctica. En el documento, Achiume, nacida en Zambia, afirmó que la autoimagen de “tolerancia” de los neerlandeses estaba obstaculizando la lucha contra la discriminación y el racismo sistémico en la Policía de ese país.
Según datos oficiales del gobierno neerlandés, las personas de origen migrante, en promedio, viven en casas más chicas, tienen menos ingresos y preparación académica, y peor salud, que el resto de la población del país.