El destino de cientos de soldados ucranianos que durante semanas fueron el último foco de resistencia en la planta siderúrgica Azovstal, en la ciudad de Mariúpol, en el sureste de Ucrania, sigue sin estar claro, después de que los combatientes se rindieran y fueran trasladados a territorio controlado por Rusia.

El lunes, cuando se comunicó el acuerdo que puso fin a la resistencia, dándole así una victoria significativa a Rusia, la viceministra de Defensa ucraniana, Hanna Malyar, dijo que los soldados que estaban en la instalación fabril serían intercambiados por prisioneros enemigos, pero algunos funcionarios rusos dijeron el martes que podrían ser juzgados e incluso ejecutados. Según informó el diario británico The Guardian, parlamentarios rusos dijeron que propondrían nuevas leyes que podrían dejar sin efecto los intercambios de prisioneros de combatientes que Moscú afirma que son “terroristas”. El Kremlin califica de esta manera no a los integrantes del Ejército ucraniano, sino a los miembros del Batallón Azov ‒una organización de orientación neonazi‒, algunos de los cuales estaban entre las fuerzas ucranianas dentro de Azovstal.

Los rusos dijeron que interrogarán a los supuestos integrantes del Batallón Azov y podrían acusarlos de “crímenes cometidos por el régimen ucraniano contra la población civil en el sureste de Ucrania”, particularmente en la región del Donbás.

Según informó la agencia Reuters, en la noche del martes siete ómnibus que transportaban soldados ucranianos partieron de la planta de Azovstal y llegaron a una antigua cárcel situada en Olenivka, en la región de Donetsk, que está controlada casi en su totalidad por Rusia. El lunes, alrededor de 50 ucranianos heridos fueron llevados a un hospital situado en la República Popular de Donetsk, territorio afín a Moscú.

Rusia calificó la operación en Azovstal como una rendición masiva, mientras que el Ejército ucraniano dijo que los soldados que defendían la planta siderúrgica habían “realizado su tarea de combate” y que el objetivo principal ahora era salvar sus vidas.

Los detalles del acuerdo que condujo a la evacuación siguen sin estar claros. Inicialmente, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, prometió que los combatientes que se rindieran serían tratados “de acuerdo con los estándares internacionales”, pero esto fue desmentido de inmediato por las declaraciones de otros funcionarios rusos.

Uno de ellos, Leonid Slutski, un parlamentario que participó en las negociaciones con Ucrania a principios de la guerra, sugirió que Rusia debería levantar su moratoria sobre la pena de muerte para los combatientes del Batallón Azov, a quienes calificó de “animales con forma humana”.

Además, este martes el Ministerio de Justicia ruso apeló a la Corte Suprema para que declarara al Batallón Azov como una organización terrorista, agregando otro obstáculo para un posible canje de prisioneros.

Sin diálogo y conflicto a largo plazo

Este martes, representantes de los gobiernos de Rusia y Ucrania declararon por separado que las negociaciones para lograr un cese de las hostilidades están paralizadas, y se acusaron mutuamente por la situación.

En declaraciones recogidas por la agencia oficial rusa TASS, el viceministro de Relaciones Exteriores del Kremlin, Andréi Rudenko, dijo que “Ucrania abandonó el proceso de negociaciones”, y agregó al respecto que el gobierno que preside Volodímir Zelenski nunca respondió a un proyecto de acuerdo que había sido propuesto por Moscú.

Por su parte, Mijailo Podolyak, uno de los asesores de Zelenski, dijo que las negociaciones están “en pausa”, debido a que, de acuerdo a su visión, Moscú se resiste a aceptar que las condiciones que había al inicio de la invasión cambiaron de forma sustancial.

Podolyak afirmó que el gobierno de Vladimir Putin no comprende “los procesos que están ocurriendo en este momento en el mundo” en relación con la invasión, y que la guerra ya no avanza “con base en las normas, planes ni objetivos” del Kremlin.

Por esa razón, Podolyak cree que la posición rusa no cambiará hasta que entren en vigor todos los paquetes de sanciones internacionales, hasta que queden al descubierto las “capacidades de combate reales” de sus fuerzas armadas y Rusia pierda “lo que le queda de su reputación”.

También el martes otro alto funcionario del gobierno ucraniano, el ministro de Defensa, Oleksii Réznikov, dijo, según informó El País de Madrid, que la guerra “está entrando en una fase prolongada”, y recordó que Rusia busca controlar la totalidad de la región del Donbás y ocupar el sur del país.

“Rusia se prepara para una operación militar a largo plazo”, declaró Réznikov a los ministros de Defensa de la Unión Europea y al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg.