Mientras las alarmas antiaéreas sonaron este miércoles en muchas ciudades ucranianas previendo ataques rusos que en la mayor parte de los casos no se consumaron, dentro de Rusia aún sigue causando impacto el ataque sufrido por un grupo de reclutas el domingo, en el que según Moscú fallecieron 89 soldados, aunque el número se estima que es algo superior. De hecho, los ucranianos afirman que en esta incursión los muertos fueron 400 y los heridos alrededor de 300, aunque esta información no pudo ser verificada por otras fuentes.
Los soldados fallecidos, que en su mayoría habían sido llamados a filas hace menos de tres meses, estaban descansando en una instalación ubicada en Makiivka, una localidad situada en el óblast (provincia) de Donetsk, cuando un cohete lanzado por las fuerzas ucranianas alcanzó el lugar, en el que además había almacenado armamento, lo cual agravó las consecuencias del ataque. La mayor parte de los soldados muertos eran oriundos del óblast ruso de Samara y fue en la capital homónima de dicha provincia donde, entre el martes y el miércoles, se celebraron las decenas de entierros, en medio de un clima de tristeza y rabia, en el que no faltaron los cuestionamientos hacia los altos mandos militares rusos por la tragedia.
Pero este miércoles en un comunicado el Ministerio de Defensa ruso responsabilizó por el hecho a las propias víctimas, ya que según se explicó desde la cartera, el uso masivo de teléfonos celulares, que está expresamente prohibido, ayudó a los ucranianos a rastrear y localizar con precisión el lugar donde estaban concentrados los soldados enemigos.
“Este factor permitió al enemigo rastrear y determinar las coordenadas de la ubicación de los soldados para un ataque con misiles”, se expresó desde el Ministerio, agregando que el ataque se llevó a cabo con el sistema de cohetes Himars (siglas de High Mobility Artillery Rocket System, o sistema de cohetes de artillería de alta movilidad) suministrados a Ucrania por Estados Unidos, informó El País de Madrid.
Estos sofisticados sistemas de armamento posibilitaron que las fuerzas ucranianas tengan la capacidad de poder atacar con mayor poder y precisión el territorio controlado por Rusia y a ellos se les atribuye, en buena medida, una serie de victorias del Ejército de Kiev en los últimos meses.
Las armas que Ucrania está recibiendo de parte de las potencias occidentales, principalmente de Estados Unidos, están jugando un papel clave en la guerra. A ese tema se refirió este miércoles el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, que afirmó que los preparativos para el traslado a su país de los sistemas de defensa Patriot ya empezó y que espera que el proceso finalice lo más rápido posible para hacer uso de este dispositivo cuanto antes. “El año pasado pusimos fin a una decisión revolucionaria para lograr el suministro de sistemas Patriot a Ucrania, algo que fue acordado por los líderes de Ucrania y Estados Unidos, Volodímir Zelenski y Joe Biden. Apreciamos este gran paso dado por Estados Unidos y estamos deseando que sean transferidos del todo”, dijo el ministro en una conferencia de prensa consignada por la agencia local de noticias Ukrinform.
Paz lejana
El mes que viene se cumplirá un año del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, y por el momento nada hace ver que pueda haber una salida negociada al conflicto.
Este miércoles en un contacto con medios de prensa locales e internacionales consignado por la agencia oficial TASS, la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zajarova, dijo que Moscú no puede ver a Italia como un posible garante de un eventual proceso de paz.
La funcionaria dijo esto cuando se le preguntó sobre las declaraciones hechas por la primera ministra italiana Giorgia Meloni, que el 29 de diciembre dijo que su país estaba preparado para ser un mediador entre Moscú y Kiev.
“Obviamente, con respecto a la posición sesgada adoptada por Italia, no podemos verlo como un 'intermediario honesto' o un posible garante del proceso de paz”, dijo Zajarova.
La funcionaria agregó que “muchos países prometen su disposición a participar en la resolución de la crisis de Ucrania, y algunos incluso nos ofrecen abiertamente su mediación”.
“El Papa Francisco, el presidente francés Emmanuel Macron, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y otros jefes de estado y de gobierno, políticos y figuras públicas hablaron al respecto”, continuó. “Algunos son sinceros al hacerlo, pero otros están motivados por su propio interés, tratando de meterse en el proceso de negociación para obtener beneficios de política exterior”, sentenció Zajarova.