A finales del año pasado, 11 extremistas hindúes salieron en libertad de una prisión del estado indio de Gujarat. Su delito: violar brutalmente en grupo a una mujer musulmana embarazada y asesinar a 14 miembros de su familia en 2002, durante uno de los peores brotes de violencia antimusulmana de la historia reciente de la India. Sólo cumplieron 14 años de cárcel, pero lejos de criticar tal indulgencia, el Partido Bharatiya Janata (BJP) del primer ministro Narendra Modi felicitó a los hombres por su puesta en libertad.

La superviviente, Bilkis Bano, se mostró con razón horrorizada por el absoluto fracaso de los tribunales a la hora de mantener a estos hombres entre rejas. Pero el BJP y gran parte de la opinión pública india los recibieron como héroes: el partido gobernante los adornó con flores, les dio dulces y los promocionó como íconos respetables. Un parlamentario del BJP los elogió por tener “buenos sanskar” (valores), al tiempo que insinuaba que Bano había mentido sobre el atentado para “acorralarlos y castigarlos”. Otros dos políticos del BJP recibieron a uno de los exconvictos en un acto oficial del gobierno como si fuera una celebridad.

Es hora de que el mundo mire con lupa a India. No es ningún secreto que el país lleva mucho tiempo sufriendo niveles preocupantes de violencia contra las mujeres, sobre todo contra las mujeres dalit de casta inferior. Pero bajo la influencia de Modi y del hindutva (una ideología supremacista que cree que la India debe ser un etnoestado hindú) se ha generalizado la deshumanización, el vilipendio y la violencia contra las minorías, en particular contra los musulmanes, a quienes se califica de enemigos de los hindúes y de la India.

Como prolongación de este clima de violencia, las amenazas de violación y la violencia sexual se han convertido en las armas preferidas de la derecha hindú de la India, utilizadas con el propósito explícito de intimidar y aterrorizar a las mujeres musulmanas.

Calumnias antimusulmanas

Las mujeres que critican públicamente al gobierno de Modi se enfrentan a las formas más flagrantes de acoso sexual. Tal vez los casos más chocantes sean los de Sulli Deals y Bulli Bai, dos aplicaciones de subastas simuladas, con nombres de insultos antimusulmanes, diseñadas por extremistas hindúes de la Generación Z para “subastar” fotos e información de contacto de mujeres musulmanas a hombres hindúes. Varias de las mujeres eran activistas, periodistas y abogadas. Varias de ellas describieron la angustia que sufrieron al darse cuenta de que su información se había difundido tanto y de forma tan deshumanizada. “¿Y si alguien viene y reclama su oferta del día?”, preguntó la activista Afreen Fatima. “No veo nada que les impida hacerlo”.

Pero incluso fuera de estos casos escandalosos, las amenazas contra las mujeres musulmanas que se hacen oír son peligrosamente corrientes. En 2022, la periodista musulmana y columnista de The Washington Post Rana Ayyub declaró que había recibido 26.000 amenazas de muerte y violación sólo en Twitter/X, la mayoría de las cuales procedían de cuentas de la derecha hindú.

La activista estudiantil Ladeeda Farzana es una de las muchas mujeres que han visto su rostro yuxtapuesto a imágenes pornográficas por cuentas de extrema derecha por apoyar las protestas nacionales contra la discriminatoria Ley de Enmienda de la Ciudadanía india. Las mujeres no musulmanas e incluso no indias que han criticado al gobierno de Modi, como la académica estadounidense Audrey Truschke, reciben amenazas de violación y muerte en las redes sociales.

En general, sin embargo, las mujeres no necesitan ser activistas para convertirse en objeto de acoso. Bilkis Bano es un buen ejemplo: ella junto con cientos de mujeres y niñas fueron víctimas de violaciones, humillaciones sexuales y mutilaciones durante el pogromo de Gujarat de 2002 simplemente por ser musulmanas.

La derecha hindú en internet hace poco por distanciarse de hombres como Bajrangi y de los autores de la violencia de Gujarat. En su lugar, se utilizan las redes sociales para amplificar estas amenazas. En plataformas como Facebook, X y Whatsapp, extremistas hindúes hacen comentarios sobre su deseo de incorporar a mujeres musulmanas a harenes o de “cogérselas y dejarlas”.

Sin embargo, cada vez más, estas amenazas no son lanzadas por usuarios anónimos en internet, sino por líderes extremistas hindúes que no tienen reparos en alentar públicamente la violencia sexual. Los videos con estas amenazas suelen hacerse virales. Como amenazó una líder religiosa, si los hombres musulmanes intentan buscar matrimonios interconfesionales con mujeres hindúes, las musulmanas “darán a luz a niños hindúes” mediante violación. El legislador del BJP Raja Singh, que actualmente se presenta a la reelección, declaró en un acto político: “Si [los musulmanes] se llevan a una chica hindú, nosotros nos llevaremos a diez de las suyas”.

Del mismo modo, el líder extremista hindú Bajrang Muni Das se hizo viral tras amenazar con violar públicamente a mujeres musulmanas frente a una mezquita de Uttar Pradesh: “Les digo a ustedes [musulmanes] que si se burlan de una sola chica hindú en Khairabad, sacaré abiertamente a su hija y a su nuera de su casa y las violaré”, anunció por megáfono, entre vítores y aplausos de su público.

No sólo se ha convertido en norma que las mujeres sufran amenazas de violencia sexual; la impunidad de quienes fomentan tales horrores también se ha convertido en una simple realidad.

Una versión más extensa de este artículo fue publicada originalmente en Jacobin.