Una multitud salió a protestar este jueves en París luego de que la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, anunciara que el gobierno recurrirá al artículo 49.3 de la Constitución que le permite aprobar su reforma jubilatoria sin pasar por el voto de la Cámara de Diputados.

La decisión fue tomada durante un breve consejo de ministros y comunicada a la cámara baja por Borne. Más temprano, el Senado había aprobado la reforma jubilatoria con 193 votos a favor y 114 en contra, pero la iniciativa no tenía asegurados los votos en Diputados. Pese a que el gobierno había acordado introducir algunos cambios para ampliar sus apoyos, existían dudas sobre la posición de varios legisladores del oficialismo y del partido derechista Los Republicanos.

“No se puede correr el riesgo de jugar con el futuro de las pensiones, esta reforma es necesaria”, dijo Borne a los diputados, que recibieron la noticia con gritos y abucheos. La primera ministra afirmó que el gobierno tomó esta decisión “por responsabilidad”, dijo que ya no se trata de un proyecto sólo del Ejecutivo, sino también del Parlamento, y agregó: “Si todos votaran en conciencia y en consonancia con sus posiciones pasadas, no estaríamos aquí esta tarde”. Mientras la primera ministra hablaba, algunos diputados entonaban La Marsellesa y otros gritaban “dimisión, dimisión”.

En sucesivas movilizaciones, los trabajadores franceses han rechazado esta reforma, que entre otros cambios aumenta la edad de retiro de 62 a 64 años y establece que a partir de 2027 se amplía de 42 a 43 años el período de aportes necesario para acceder a la jubilación máxima. El miércoles, cientos de miles de personas salieron a la calle por octava vez contra esta iniciativa, y este jueves las manifestaciones acompañaron el tratamiento del proyecto en la Cámara de Senadores.

Luego del anuncio de Borne, a las protestas que ya estaban desplegadas en las calles se sumaron otras espontáneas en repudio al camino que eligió el Ejecutivo para aprobar este proyecto. Según informó la agencia Efe, una manifestación se formó cerca de la universidad de la Sorbona y se dirigió a la Plaza de la Concordia, donde se unió a otra marcha convocada por las principales centrales sindicales del país. Durante la jornada, además, se desarrollaron paros parciales de distintos sectores de la actividad, mientras que la recolección de residuos en París cumplía su décimo día de huelga.

De parte de la oposición, tanto de izquierda como de ultraderecha, la respuesta fue el anuncio de mociones de censura contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron y pedidos de que renuncie la primera ministra. “Borne no puede seguir”, dijo la líder de la ultraderechista Agrupación Nacional, Marine Le Pen. La dirigente afirmó que su bancada votará cualquier moción de censura que se presente contra el Ejecutivo. “Lo importante no es quién presente la moción, lo importante es que el gobierno caiga”, dijo. Para Le Pen, “un texto que no tiene la mayoría en la Asamblea Nacional ni el apoyo del pueblo debe ir a la papelera”.

Desde la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, dijo que la reforma jubilatoria de Macron “no tiene ninguna legitimidad parlamentaria”, ni “tampoco en la calle”.

A su vez, el diputado comunista Fabien Roussel llamó a mantener las movilizaciones y afirmó: “La moción de censura está lista, trataremos de que reciba el mayor apoyo posible”. Sin embargo, las mociones de censura no contarán con el apoyo del sector centroderechista Los Republicanos, según informó el dirigente de ese partido Éric Ciotti, lo cual podría evitar que prosperen.

Antes de que el gobierno anunciara su decisión de eludir el voto de los diputados, dirigentes de las principales centrales sindicales francesas llamaron a mantener la movilización, incluso si el Parlamento aprobaba este proyecto de reforma jubilatoria. “La movilización continuará”, dijo Philippe Martínez, secretario de la Confederación General del Trabajo. Luego de conocida la estrategia del gobierno, Martínez consideró que “hay que intensificar las movilizaciones y las huelgas”.

Por su parte, el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo, Laurent Berger, manifestó que “habrá nuevas movilizaciones”, según citó France24. Más temprano, había afirmado que ni siquiera la votación de la Asamblea Nacional acallaría al movimiento social. Para Berger, aunque la reforma sea aprobada, “el sentimiento de que es injusta va a perdurar”, y ese “sentimiento de desprecio será desgraciadamente explotado por los populistas y, en particular, por la extrema derecha.