Frente a la postura incambiada del gobierno del presidente francés Emmanuel Macron, que pretende seguir adelante con la reforma de las jubilaciones, millones de personas se manifestaron este martes en muchas ciudades y localidades del país, exigiendo que el Ejecutivo dé marcha atrás con el proyecto, que de acuerdo a algunas encuestas es rechazado por dos tercios de la ciudadanía.

La controversial reforma tiene el objetivo de retrasar la edad de jubilación desde los 62 a los 64 años y pretende que para cobrar la totalidad de su pensión los franceses deban aportar 43 años en lugar de 42 a partir de 2027, un adelanto a lo previsto anteriormente, que era el año 2035.

Mientras el tema sigue siendo tratado sin acuerdo en el Parlamento, las principales centrales sindicales del país convocaron el martes a un paro general, que contó con un alto acatamiento, y además a movilizaciones, que en algunos casos fueron multitudinarias. Las cifras varían, ya que la Policía dice que las marchas callejeras reunieron a 1,3 millones de personas en todo el país, en tanto que desde la Confederación General del Trabajo (CGT), una de las centrales convocantes, se estima que el número fue de 3,5 millones.

“Es la mayor movilización desde el inicio del conflicto”, dijo el secretario general de la CGT, Philippe Martínez, en la marcha de París. El dirigente dijo además que se trató de una “movilización histórica”, informó Radio Francia Internacional.

“Lo que sabemos hasta ahora es que es mejor que el 31 de enero”, agregó el dirigente de la Central Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurent Berger, refiriéndose a la movilización del último día de enero, cuando salieron a la calle unos 1,3 millones de personas, según el Ministerio del Interior.

“Hemos conseguido mostrar la determinación del mundo laboral”, prosiguió el dirigente de la CFDT, asegurando que el gobierno no puede hacer “oídos sordos” ante esta movilización.

En respuesta a la conformidad de los líderes sindicales, la primera ministra francesa, Elisabeth Borbe, dijo que una Francia paralizada “es evidentemente algo malo para nuestros conciudadanos”, y “los primeros en ser castigados cuando tenemos huelgas son los franceses más modestos”. Borne además defendió la reforma que, a su juicio, garantizará la perennidad de “uno de los pilares de nuestro modelo social”.

Entre los gremios que más se adhirieron a las paralizaciones estuvieron los de todas las ramas del transporte, incluyendo a los del metro, los trenes, el transporte de carga y también los servicios de aviación, que se recortaron alrededor de un 30% respecto a los días normales por el paro de los controladores aéreos en las ciudades más importantes del país, París, Marsella, Burdeos, Lille y Lyon. También pararon los trabajadores del sector energético, bloqueando el acceso a buena parte de las refinerías de Francia y en la educación el paro se sintió con fuerza en todo el país. También se adhirieron a la medida de paro los recolectores de basura.

En varias zonas del país hubo cortes de carreteras realizados por camioneros, mientras que en las principales ciudades hubo enormes marchas, en su mayoría pacíficas, aunque en algunas se registraron choques entre los manifestantes y la Policía.

El diario Le Parisien informó que, en la manifestación en la capital, en la que se estima que participaron más de 500.000 personas, las fuerzas del orden debieron intervenir para evitar la destrucción de algunos comercios y el daño a infraestructuras.