El Ejecutivo que lidera el presidente Emmanuel Macron evitó el lunes dos mociones de censura presentadas en la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés, pero el resultado fue mucho más ajustado de lo esperado, lo que dejó debilitado al gobierno, que de todas maneras pudo aprobar lo que motivó las votaciones: la polémica reforma de las jubilaciones.

La principal de las dos mociones, impulsada por Charles de Courson, integrante del partido Los Centristas y apoyada por varios partidos de la oposición, consiguió 278 votos, nueve menos de los necesarios para su aprobación, que hubiera significado la caída del gabinete de la primera ministra Élisabeth Borne y de la controvertida reforma.

De acuerdo a lo que informó France 24, aunque este fue el decimoquinto voto de confianza que enfrentó Borne, la oposición nunca había estado tan cerca de conseguir su objetivo. Al respaldo de toda la izquierda y la extrema derecha se sumaron los centristas independientes, algunos representantes de partidos regionales, además de 19 diputados de Los Republicanos, la derecha tradicional, que no acataron la postura del partido.

Una segunda moción de censura, presentada por la ultraderechista Agrupación Nacional liderada por Marine Le Pen y sin el respaldo del resto de la oposición, también fue descartada.

Tras recibir el visto bueno del Senado, el gobierno de Macron activó la semana pasada el artículo 49.3 de la Constitución francesa para saltarse a la cámara baja (en la que no tiene mayoría) y adoptar la reforma pensional. Esto desató las críticas de casi toda la oposición y alimentó aún más las protestas en las calles.

Inmediatamente después de culminada la sesión de este lunes, la presidenta del grupo parlamentario izquierdista Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) en la Asamblea Nacional, Mathilde Panot, consideró que el resultado muestra que el de Macron es un “gobierno que ya está muerto a los ojos de los franceses”. En una línea similar se manifestó Marine Le Pen, quien instó a Macron a “escuchar lo que políticamente dice esta votación” y aseguró que Borne “debe irse” o el presidente francés “debe renunciar”.

Mientras tanto, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, afirmó que “esta noche algo se rasgó a fondo” y dijo en referencia a Macron que “el divorcio es completo y nadie está con él”. Ante la aprobación de la reforma de las jubilaciones, Mélenchon indicó que es momento de “ir a la censura popular, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia”.

A nivel institucional, Nupes ya presentó un recurso ante el Consejo Constitucional para que revise la reforma y mantenga la edad de jubilación en 62 años (en lugar de los 64 que propone el proyecto). También la Agrupación Nacional anticipó que recurrirá al Consejo, por lo que, pese a estar aprobada, la reforma pensional no podrá implementarse hasta que se completen esas revisiones.

La primera ministra Borne llegó al Palacio del Elíseo justo después de las votaciones en el Parlamento y aseguró en declaraciones a AFP que está “decidida a seguir llevando a cabo las transformaciones necesarias”.

La jerarca también se refirió al tema en su cuenta de Twitter. “Estamos llegando al final del proceso democrático de esta reforma imprescindible para nuestro país. Es con humildad y seriedad que asumí mi responsabilidad y la de mi gobierno”, afirmó. La primera ministra dijo además que no renunciará a su cargo.

Mientras tanto, el rechazo popular a la reforma es visible en París y en la enorme mayoría de las ciudades francesas y los sindicatos y organizaciones sociales que están en contra de la reforma jubilatoria anunciaron que continuarán con las protestas, con una jornada de movilización marcada para el jueves.

“Nos reuniremos de nuevo el jueves”, dijo Helene Mayans, integrante de la dirección de la Confederación General del Trabajo, en un acto celebrado el lunes en el centro de París.