Decenas de localidades de la región italiana de Emilia-Romaña, situada en el norte del país y cuya capital es Bologna, están aisladas debido a las enormes inundaciones que hasta la noche de este jueves habían ocasionado la muerte de 13 personas.

Mientras los equipos de rescate trabajan en muchos pueblos de la región, más de 20.000 personas debieron dejar sus hogares como consecuencia del desastre ambiental que causó que 23 ríos se desbordaran, provocando además centenares de desprendimientos de tierras que arrasaron con todo. La mayor parte de las rutas de la región quedaron bloqueadas y además los servicios de trenes tampoco pueden funcionar con normalidad.

“Nos enfrentamos a un nuevo terremoto”, declaró a la prensa el presidente de Emilia-Romaña, Stefano Bonaccini, recordando los sismos que asolaron la región en 2012, destruyendo miles de viviendas, según informo la agencia Reuters.

Tras señalar que desde aquel momento se reconstruyó “casi todo”, Bonaccini dijo que “esa experiencia nos demostró que se puede hacer, y reconstruiremos todo (de nuevo), estoy seguro de ello”.

Mientras algunas personas siguen desaparecidas, por lo que se estima que con el correr de las horas el número de víctimas fatales puede aumentar, sobre todo en pequeños pueblos que quedaron completamente anegados, los daños económicos son enormes, aunque todavía no pueden ser evaluados con precisión, agregó Bonaccini. Según la asociación agrícola Coldiretti, más de 5.000 granjas de la región quedaron totalmente bajo el agua, incluyendo el llamado Valle de la Fruta, así como numerosos campos en los que se cultivan cereales.

Estas inundaciones, las peores registradas en Italia en los últimos 100 años, son las últimas de una serie de fenómenos meteorológicos extremos que azotaron al país durante el último año.

El gobierno central que encabeza la ultraderechista Giorgia Meloni prometió una ayuda de emergencia adicional de 20 millones de euros -aproximadamente 22 millones de dólares-, además de los 10 millones de euros asignados en respuesta a las inundaciones que se dieron hace dos semanas en la misma región, en las que fallecieron dos personas. En los últimos días, al menos 20.000 personas tuvieron que dejar sus hogares para ser trasladados a lugares seguros, y muchos de los que permanecieron voluntariamente o no en zonas inundadas se quedaron sin electricidad. Además, en miles de casos se vieron afectados los servicios de telefonía, tanto fija como móvil.

La fuerza del agua fue tal, que en uno de los casos registrados una de las personas fallecidas fue encontrada en una playa situada a 20 kilómetros de su casa, sobre el mar Adriático.

La devastación generada por las inundaciones provocó que el Gran Premio de Fórmula Uno que se iba a desarrollar el domingo en Imola, pequeña localidad ubicada muy cerca de muchas de las zonas más afectadas, fuera suspendido para aliviar la presión sobre los servicios de emergencia.

Según informó la agencia Efe, en la zona afectada están trabajando 700 unidades del Cuerpo de Bomberos, 300 agentes de Policía y más de 1.000 carabineros, así como 220 voluntarios de la Cruz Roja, 100 del Socorro Alpino y unos 340 de Protección Civil.