Si bien nunca pasa desapercibido, el actuar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) cobró relevancia en Uruguay luego del acto de reparación y responsabilidad por los crímenes de lesa humanidad que el Estado debió llevar a cabo a raíz de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Comisión es la que recibe las denuncias, las procesa y, de ser necesario, pasa a la Corte.
Este viernes, en su 53ª Asamblea General, la Organización de Estados Americanos (OEA) votó a cuatro nuevos comisionados para la CIDH: Andrea Pochak, de Argentina; Christopher Bulkan, de Guyana; Eduardo Ralón, de Guatemala -que fue reelecto-, y Gloria Monique de Mess, de Surinam.
Los candidatos fueron evaluados previamente por un panel de cinco expertos que elaboraron un informe sobre cada uno, al que accedió la diaria. La evaluación se basó en cuatro criterios que se entendieron fundamentales para integrar la CIDH: alta autoridad moral; reconocida versación en derechos humanos; independencia, imparcialidad y ausencia de conflictos de interés, y el aporte a la integración equilibrada y representativa del organismo, es decir, que las regiones que integran la OEA estén representadas.
Los elegidos
Andrea Pochak
Pochak, una abogada que trabaja desde hace varios años en materia de derechos humanos, fue evaluada positivamente por el panel por tener “una sólida formación profesional en derecho internacional de los derechos humanos”, además de demostrar “conocimiento sobre los desafíos que se presentan en el sistema interamericano”; asimismo, “cuenta con la experiencia para generar los canales de comunicación entre la CIDH y las organizaciones de la sociedad civil, las víctimas y los Estados”, además de contribuir “a la conformación paritaria de la CIDH”.
Christopher Bulkan
Sobre Bulkan, los expertos entendieron que si bien “no ha realizado sus actividades profesionales en el ámbito del SIDH [Sistema Interamericano de Derechos Humanos], posee una sólida y destacada experiencia en el campo del derecho internacional de los derechos humanos como académico y como juez”, al tiempo que es miembro del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, experiencia previa que le permitiría “adaptarse al trabajo de la CIDH de forma solvente”. El panel tampoco identificó que exista un conflicto de intereses que lo pueda afectar.
Eduardo Ralón
En tanto Ralón, el guatemalteco, tiene un perfil distinto al resto. Si bien el panel de expertos valoró su experiencia y conocimiento en el SIDH, sí “tomó nota” de algunas “observaciones formuladas por representantes de la sociedad civil” respecto de “sus actividades e intervenciones públicas”, algo que se ve reflejado en sus votos en la CIDH, que “denotarían un retroceso respecto de los estándares mínimos de protección de derechos del SIDH, sobre todo aquellos relativos a derechos de los pueblos indígenas, no discriminación por motivo de raza u orientación sexual y matrimonio igualitario”, sumado a declaraciones hechas a su país “en sentido contrario a los estándares interamericanos de derechos humanos” con relación a asuntos “que han llegado o podrán llegar a la CIDH”, lo que podría generar un conflicto de intereses. Es por eso que el panel no se mostró “convencido” de que Ralón cumpla “con el requisito de reconocida versación en los estándares de derechos humanos del SIDH”.
Gloria Monique de Mess
Por último, respecto a De Mees, el panel destacó su “experiencia como académica en diversos ámbitos relacionados con el derecho de los tratados, la diplomacia y los derechos humanos”; pero no mostró “convicción de su conocimiento especializado sobre los estándares interamericanos e internacionales de derechos humanos; por lo que concluye que la candidata no cumple con el requisito de reconocida versación en derechos humanos”. Asimismo, integra la agencia de su país ante el SIDH, lo que es “un mal precedente que podría comprometer su independencia e imparcialidad y podría generar dudas razonables sobre posibles conflictos de interés”; sin embargo, manifestó que de ser electa renunciaría al cargo.