Acusaciones cruzadas siguieron este martes a la destrucción de la mayor parte de la central hidroeléctrica de Kajovka, situada sobre el río Dnipro, en el óblast (provincia) de Jersón, en el sur del territorio ucraniano.

El hecho ocurrió en una zona que está ocupada por las fuerzas rusas, que de inmediato fueron acusadas como responsables del hecho por el gobierno de Volodímir Zelenski. “Terroristas rusos. La destrucción de la represa de la central hidroeléctrica de Kajovka sólo confirma al mundo entero que deben ser expulsados de todos los rincones de la tierra ucraniana. No se les debe dejar ni un solo metro, porque utilizan cada metro para el terror. He convocado al Consejo Nacional de Seguridad y Defensa”, expresó en su cuenta de Twitter el mandatario ucraniano.

Pero desde Moscú el ministro de Defensa, Sergéi Shoigú, dijo que la responsabilidad del bombardeo recae en las autoridades ucranianas. “Las fuerzas ucranianas en la margen derecha del Dnipro tomaron posiciones defensivas. El ataque contra la represa de la central hidroeléctrica tiene como objetivo evitar operaciones ofensivas del ejército ruso en esta zona.”, expresó el jerarca, según lo consignado por la agencia rusa TASS.

La represa, construida originalmente en la década de 1950, durante el período soviético, posteriormente fue reformada y ampliada y es de suma importancia para la zona. Es desde esta instalación hidroeléctrica que sale el agua que enfría la central nuclear de Zaporiyia y también desde ella, mediante canales, es posible el riego y también el acceso al agua potable en muchas áreas del sur de Ucrania y también en el norte de la península de Crimea, zona que está bajo control ruso desde 2014.

A este último punto se refirió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien dijo que la destrucción de la represa tenía la intención de privar a Crimea del agua dulce que recibe del embalse a través del canal de Crimea del Norte y además distraer la atención de la contraofensiva.

La destrucción de la represa provocó de inmediato enormes inundaciones en la zona y se estima que más de 40.000 personas que viven en aproximadamente 25 localidades debieron ser evacuadas, aunque el número de afectados podría subir sensiblemente.

En medio del cruce de acusaciones, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, dijo que las autoridades de su país no podían “decir de manera concluyente” quién fue el responsable del ataque. En una conferencia de prensa en la Casa Blanca consignada por The Guardian el funcionario manifestó: “Estamos haciendo lo mejor que podemos para evaluar” y señaló que “las leyes de la guerra no permiten la destrucción de la infraestructura civil”.

Si bien las versiones se contraponen, y mientras los ucranianos dicen que la destrucción fue causada por una explosión causada desde dentro del predio de la planta y los rusos afirman que la represa fue bombardeada, tanto Kiev como Moscú coincidieron en que el hecho es una catástrofe cuyo alcance aún es difícil de determinar.

Anton Geraschenko, asesor del Ministerio de Asuntos Internos ucraniano, dijo en declaraciones recogidas por el portal France 24 que la destrucción de la represa “es una terrible catástrofe ecológica y humanitaria. El futuro de la central nuclear de Zaporiyia también está en entredicho. El agua para enfriar sus reactores proviene del depósito de agua de Kajovka. Además, las inundaciones resultantes de la destrucción pueden provocar muchas muertes. Mucha gente perderá sus hogares. La gente del sur y de Crimea se quedará sin agua potable”.

En este contexto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania convocó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas para discutir lo que calificó de un “acto terrorista ruso contra la infraestructura crítica de Ucrania”.