Convocada por organizaciones sociales, políticas, sindicales y estudiantiles, se realizó este miércoles la denominada “Toma de Lima”, una masiva movilización popular en la que confluyeron manifestantes provenientes de muchas ciudades peruanas para exigir la renuncia de la presidenta Dina Boluarte como principal reclamo.
Si bien también hubo marchas similares en otros lugares del país, como Arequipa, Cusco y Trujillo, y cortes de ruta en otros puntos, la principal movilización tuvo lugar en la capital, donde desde muy temprano en la mañana se dispuso un enorme dispositivo de seguridad en el que participaron miles de policías, que vallaron varios edificios de la zona céntrica, entre ellos el Congreso.
La jornada comenzó con una tensa calma mientras, poco a poco, los diversos grupos que se manifestaron comenzaron a confluir en el centro de la capital. Hubo algunas actividades artísticas e intervenciones simbólicas en homenaje a los casi 50 peruanos que murieron como consecuencia del accionar de las fuerzas represivas desde que asumió Boluarte, en diciembre del año pasado, luego de la destitución de Pedro Castillo, quien horas antes de ser desplazado de su cargo por los congresistas había dado un golpe de Estado que no tuvo prácticamente ningún apoyo.
Pero a medida que pasaron las horas el clima de crispación fue creciendo y, entrada la tarde, comenzaron los primeros enfrentamientos entre algunos manifestantes y la Policía.
Los mayores choques se registraron al caer la noche en los alrededores del Congreso, en particular en la avenida Abancay, una de las principales del centro de Lima.
Mientras la multitud se acercaba al Parlamento –entidad sumamente desprestigiada, que tiene una enorme falta de credibilidad entre la población– la Policía comenzó a replegarla lanzando gases lacrimógenos y balas de goma. También, de acuerdo a lo que registró un video publicado por el diario limeño La República, algunas tanquetas fueron utilizadas por la Policía para dispersar a los manifestantes.
Según informó el diario digital Wayka, al menos seis personas resultaron heridas por las balas de goma de la Policía, entre ellas un fotoperiodista identificado como Rober Llicla, quien debió ser hospitalizado a causa de las heridas que sufrió. Una situación similar padeció una periodista independiente identificada como Gabriela Ramos Carbajal, que fue herida con cinco perdigones disparados por la Policía en la cara y en el cuerpo.
Ante la situación generada, la Defensoría del Pueblo anunció en sus redes sociales que el máximo jerarca de la entidad, Josué Gutiérrez, había llegado hasta el centro de Lima para supervisar personalmente la atención médica que estaban recibiendo las personas heridas, con la finalidad de que “se garantice su derecho a la salud”.
Medios peruanos reportaron y subieron videos en los que se podía ver a manifestantes lanzando piedras y cócteles molotov contra los efectivos policiales. La Defensoría del Pueblo informó que por estas acciones tres policías habían resultado heridos.
Entrada la noche, las manifestaciones comenzaron a dispersarse, pero usuarios de redes sociales denunciaron que en algunas calles secundarias de la zona céntrica continuaban registrándose episodios de violencia y que algunas personas habían sido detenidas.