La enorme inestabilidad política en la que está inmerso desde hace muchos años Perú tuvo este miércoles una agitadísima jornada, que culminó con la asunción de Dina Boluarte como nueva presidenta del país.

Boluarte, la primera mujer en la historia en ser la cabeza del Ejecutivo peruano, asumió su mandato luego de que el Congreso aprobara la destitución del expresidente Pedro Castillo, horas después de que el ahora exmandatario comunicara la disolución del Parlamento y la creación de un gobierno de emergencia, iniciativa que no tuvo eco en ningún sector del arco político ni de organizaciones sociales, ni tampoco contó con el apoyo del Ejército y la Policía, los que expresamente en un comunicado conjunto comunicaron su apego a la Constitución.

Luego de que la enorme mayoría de los legisladores votaran a favor de la destitución de Castillo -101 congresistas apoyaron la iniciativa, seis la rechazaron y diez se abstuvieron- se procedió a seguir los pasos formales y así fue que la hasta el miércoles vicepresidenta Boluarte fue convocada al Congreso para su ceremonia de investidura. La jerarca había condenado de inmediato la decisión de Castillo de disolver el Congreso. “Rechazo la decisión de Pedro Castillo de perpetrar el quiebre del orden constitucional con el cierre del Congreso. Se trata de un golpe de Estado que agrava la crisis política e institucional que la sociedad peruana tendrá que superar con estricto apego a la ley”, escribió Boluarte en su cuenta de Twitter.

Una vez en el Parlamento, la nueva presidenta pronunció un breve discurso en el que pidió unidad a los congresistas y anunció la conformación de un gobierno que tendrá la participación de todos los partidos. “Solicito una tregua política para instalar un gobierno de unidad nacional”, dijo Boluarte, quien era integrante de Perú Libre, el partido de Castillo, pero que fue expulsada del sector a comienzos de este año luego de discrepancias con su líder, Vladimir Cerrón.

Pero Boluarte -la sexta mandataria peruana en los últimos seis años- no se quedó en el llamado al diálogo, sino que prometió retomar “la agenda del crecimiento económico con inclusión social, del empleo digno, de la atención de emergencia para los sectores vulnerables, del pleno respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos y ciudadanas”, y guardó para el final de la lista la “reforma política” que, según la mandataria, Perú “requiere urgentemente”.

En este sentido, volvió a referirse a la corrupción, un “cáncer que se debe extirpar de raíz”, para terminar con el “latrocinio en contra del dinero de todos los peruanos”. Así, anunció que su primera medida “será solicitar el apoyo de la Fiscalía de la Nación, de la procuraduría pública, para ingresar sin medias tintas a las estructuras corrompidas por las mafias al interior del Estado”, y de esta forma lograr que “se impulsen investigaciones y sanciones rápidas”.

En el final de su intervención, Boluarte recordó al escritor indigenista José María Arguedas -oriundo, al igual que ella, del departamento andino de Apurímac- cuando expresó que su gobierno luchará por “los olvidados” del país.

Mientras la nueva mandataria daba su discurso de asunción, Pedro Castillo estaba detenido en la Prefectura de Lima. Según informaron medios locales, poco después de disolver el Congreso y ante la falta de apoyo que tuvo, el exmandatario se fue del Palacio de Gobierno junto a sus familiares, presuntamente para dirigirse a la embajada de México con la finalidad de pedir asilo, pero durante su traslado fue detenido en la calle por la Policía.