La tensión entre el expresidente boliviano Evo Morales y el actual gobernante, Luis Arce, sumó en los últimos días acusaciones y denuncias, en una crisis que afecta tanto al Movimiento al Socialismo (MAS), al que pertenecen los dos dirigentes, como a las organizaciones sociales vinculadas con ese partido.

Envuelto en esa disputa, un congreso de la Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia terminó el fin de semana con 450 heridos. Hubo gases lacrimógenos y lesiones causadas por armas blancas. De acuerdo con el gobierno, la “ola de violencia” fue responsabilidad de “un grupo reducido de delegados” que actuaron contra la Policía, que intentaba “garantizar la protección y continuidad del congreso”. Por el contrario, Morales afirma que fue Arce quien ordenó a la Policía “la intervención y gasificación” de los participantes, en un “hecho criminal” que “merece un proceso penal”.

El MAS se alineó con el expresidente y responsabilizó a “los agentes políticos de los ‘renovadores’ [partidarios de Arce] de poner en riesgo las vidas de mujeres, niños y hombres”. En respuesta, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, negó las acusaciones y consideró “muy irresponsable” hacerlas “sin presentar ninguna prueba”.

Pese a lo ocurrido, la organización campesina logró cumplir con uno de los objetivos del encuentro, la elección de nuevas autoridades. Sin embargo, mientras el gobierno de Arce reconoció la elección de Lucio Quispe como líder de la confederación, para Morales la nueva directiva quedó en manos de Ponciano Santos.

También otros encuentros de organizaciones sociales que integran el Pacto de Unidad, que respalda al gobierno del MAS, terminaron en enfrentamientos violentos. Así sucedió en abril en un congreso de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, y a comienzos de agosto, en una reunión de la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia, según publicó el diario La Razón.

El gobierno de Bolivia condenó “los objetivos divisionistas” y abogó por la “unidad” del MAS. Sin embargo, estos enfrentamientos profundizaron una confrontación que está instalada desde 2021 entre Arce y Morales, y que aumenta a medida que se acercan las elecciones de 2025, en las que los dos dirigentes aspiran a ser candidatos a la presidencia.

Semanas atrás, en un acto del MAS, Morales dijo que los militantes le han pedido en distintos encuentros que se postule. Manifestó que si bien el partido había acordado no hablar de candidaturas hasta 2024, los renovadores rompieron ese pacto con un documento que señala que Arce y el vicepresidente David Choquehuanca se presentarán a las próximas elecciones.

Divididos

Meses atrás, en marzo, el exvicepresidente Álvaro García Linera llamó a dejar atrás las disputas entre Morales y quien fue su candidato a la presidencia en las elecciones de 2020. Señaló que los ganadores de esos comicios fueron Arce y el vicepresidente David Choquehuanca, aunque aclaró que “una parte importante de votos viene de Evo”, que “es un hombre que despierta emotividad en el pueblo”. En declaraciones al canal DTV, García Linera agregó: “Ahora hay que dejarlo gobernar a Luis. Mientras no se desvíe de la línea principal hay que dejarlo”.

Según citó el diario La Razón, el exvicepresidente dijo que “a Evo le costó al inicio admitir que no era presidente” después de “14 años siendo el presidente más importante”. Advirtió que “de continuar, estas diferencias pueden llegar a divisiones y si el MAS se divide, se pierden las elecciones en 2025, independiente de que la oposición esté en la lona”. Pidió a los dirigentes del MAS que “no destruyan esta [herramienta política], que es una obra de cientos de miles de personas que lucharon contra el neoliberalismo desde hace más de 20 años”.

En respuesta, Morales dijo en su programa semanal en la radio Kawsachun Coca: “En resumen, yo diría que tengo un enemigo más; 14 años de vicepresidente y duele mucho. ¿Será porque soy indígena? ¿O será porque somos leales a los principios de nuestros antepasados?”. Según informó el periódico El Deber, García Linera manifestó que Morales no debe verlo como un enemigo sino como alguien que quiere que vuelva a ser presidente.

Narcotráfico y lawfare

Las acusaciones entre sectores del MAS se intensificaron en los últimos días. A partir de la fuga del narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, Morales dijo que “se confirma que hay protección al narcotráfico” de parte del gobierno de Arce. En su programa de radio agregó que “duele escuchar algunos comentarios del exterior [acerca de] que Bolivia es un narcoestado, un narcogobierno”, y agregó que eso nunca se dijo cuando él era presidente.

Otro punto de quiebre entre los dos líderes del MAS tuvo lugar cuando los parlamentarios del bando de Morales sumaron sus votos a los de la oposición para hacer posible la censura al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, cuestionado por un caso de autos supuestamente robados en Chile y vendidos en Bolivia. Pese a la censura, Arce decidió ratificar al ministro en su cargo.

Morales, que acusa a Del Castillo de llevar adelante una persecución en su contra, manifestó que hacía responsable “al ministro censurado y ratificado inconstitucional e ilegítimamente, de cualquier atentado” contra su vida.

También lanzó una acusación contra el ministro de Justicia, Iván Lima. Dijo que pertenece a un estudio de abogados que “defiende o asesora a una empresa que procesa al Estado por 35 millones de dólares”. En su defensa, Lima manifestó que desde que asumió el cargo no tiene vínculos con ese estudio. Agregó que “no va a tolerar más mentiras” y le advirtió a Morales que “busque un buen abogado” porque “va a tener que contestar ante la Justicia sobre sus acusaciones”.

Para Morales, esos dichos son “la confirmación de la decisión política del gobierno” de inhabilitarlo mediante una “maniobra judicial” por denunciar corrupción y protección al narcotráfico. “No es la primera vez que la derecha nos persigue y trata de defenestrarnos, incluso intenta encarcelarnos o eliminarnos físicamente. Pido a nuestra militancia mantenerse firmes con paciencia y dignidad”, dijo el expresidente.

Pese a que Lima aclaró que presentaría la denuncia a título personal y que los delitos de difamación e injurias “pertenecen al ámbito privado”, Morales insistió con que el anuncio del ministro es parte de un plan del gobierno. “Dice que me va a procesar individualmente, como persona. Mentira. Mientras siga de ministro, está procesando el ministro”, dijo, y agregó que lo hace “por instrucción” o “con autorización de Lucho [Arce]”.

En X (antes Twitter), Morales habló del lawfare y dijo que “el mismo método fue utilizado para encarcelar injustamente al hermano Lula da Silva y procesar a la hermana Cristina Fernández y luego inhabilitarlos”. Dijo también que el gobierno del expresidente ecuatoriano Lenín Moreno, “que traicionó al hermano” Rafael Correa, “persiguió judicialmente a 300 hermanos” de su país.

Lima, en la misma red social, afirmó que sus acciones legales quedarán en manos de la Justicia, y aprovechó el posteo para recordar que Morales se presentó a las elecciones de 2019 pese a que en un referéndum había ganado el No a su reelección.

El expresidente, a su vez, cuestionó que a él se lo acuse ante la Justicia cuando “hasta ahora no avanza el juicio por las masacres de Senkata y Sacaba”, cometidas después de que fuera derrocado en un golpe de Estado. “Exministros y derechistas golpistas siguen libres e impunes, como el narcotraficante Marset”, afirmó.

El MAS toma partido

El anuncio de Lima de que iniciará acciones judiciales contra Morales condujo a que la cúpula del MAS acusara de traición al gobierno de Arce y le anunciara que si quiere ser candidato en las próximas elecciones deberá postularse por otro partido. “Con esta alta traición, imposible que la base” vaya “a permitir que pueda ser reelecto” en primarias, dijo el vicepresidente del MAS, Gerardo García. “Él tendrá que buscar su propia estructura política, hacer su propio partido”, dijo. Agregó que “si ellos están provocando con esta amenaza de querer inhabilitar a nuestro presidente [...], “están equivocados: el pueblo se va a movilizar”.

En este clima, el MAS se prepara para su congreso, a principios de octubre. Aunque Arce reclamaba que tuviera lugar en El Alto, en La Paz, la cúpula del MAS confirmó como sede del encuentro el Trópico de Cochabamba, un bastión político de Morales.