Con una larga ceremonia que comenzó temprano en la mañana del martes, Santiago Peña asumió la presidencia de Paraguay, cargo al que accedió después de ganar con contundencia las elecciones del 30 de abril.
Fue en el Congreso donde empezaron los actos protocolares en los que el mandatario saliente, Mario Abdo Benítez, le entregó los atributos de mando a su sucesor, ambos integrantes de la Asociación Nacional Republicana, el Partido Colorado, aunque de facciones opuestas en la interna del sector.
Luego el evento de cambio de mando prosiguió en el Palacio de los López, sede del Ejecutivo oficialmente designada como Palacio de Gobierno. Fue allí donde Peña, un economista de 44 años, dio su primer discurso como presidente, ante la presencia de representantes de decenas de países, incluyendo a los presidentes de todos los países vecinos: Luiz Inácio Lula da Silva, Alberto Fernández, Luis Arce, Luis Lacalle Pou y Gabriel Boric, además del rey de España, Felipe VI, y William Lai, vicepresidente de Taiwán, país con el que Paraguay tiene profundas y casi exclusivas relaciones diplomáticas.
En el comienzo, Peña, formado en la Universidad de Columbia y exfuncionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), agradeció en primer lugar a su padrino político, Horacio Cartes, quien estaba en la primera fila del acto, por haber trabajado por la unidad partidaria.
“Gracias por perseverar sin desmayos en la construcción de consensos y en la búsqueda de acuerdos por sobre las diferencias. Hoy nos toca llevar esa vocación política al servicio de todos los paraguayos”, expresó el flamante mandatario, quien asumió su primer cargo público precisamente durante el mandato de Cartes, al frente del Ministerio de Hacienda. “Fuimos una gran nación y hoy estamos destinados a que volvamos a serla”, agregó Peña, quien luego planteó metas sociales, como la creación de 500.000 empleos y mejorar la salud, la educación y el nivel de vida de los paraguayos en general.
“Creo en un Estado eficaz y considero que la mejor política social que existe es el crecimiento económico sostenible. La erradicación de la pobreza sólo se logra con políticas de mercado abiertas”, expresó Peña en su pronunciamiento, consignado por el diario asunceño Abc.
En otra parte de su discurso, el nuevo presidente habló sobre la guerra en Ucrania, a la que comparó con la de la Triple Alianza -llamada Guerra Grande por los paraguayos-, conflicto ocurrido entre 1864 y 1870, que marcó de forma indeleble el futuro del país.
“Ucrania sufre hoy la misma suerte que sufrió el Paraguay durante la Guerra Grande que nos enfrentó con nuestros vecinos”, dijo Peña. “Fuimos invadidos por potencias más grandes y, como consecuencia, perdimos el 60% de nuestro territorio y el 90% de la población masculina. Ese conflicto ha dejado secuelas severas hasta hoy. A 153 años de concluida la guerra, seguimos nuestro proceso de recuperación”, expresó el mandatario.
El gobierno de Peña significa en los hechos un retorno al poder del exmandatario Cartes, líder de Honor Colorado, el sector dominante dentro del oficialismo.
La situación de Cartes es ciertamente compleja. En julio del año pasado el gobierno de Estados Unidos, a través de su embajada en Asunción, comunicó que por los “actos significativos” de corrupción cometidos por el exmandatario en el manejo de sus empresas, particularmente lavado masivo de activos, su ingreso en el país norteamericano estaba vedado.
Pero el tema no quedó ahí, porque jueces estadounidenses sancionaron financieramente a Cartes, lo cual repercutió directamente en el recorte de ingresos en sus empresas. Ese factor específico contribuyó a que la campaña electoral de Peña, apoyada casi en su totalidad en el aparato político cartista, fuera muy austera. Pero ahora otra posibilidad latente que está sobre la mesa es un posible pedido de extradición de Cartes a Estados Unidos, lo cual podría plantear una situación incómoda para Peña, quien de todas maneras no tiene la menor intención de distanciarse de su mentor.
De hecho, en el gobierno que está comenzando hay muchos políticos que ya fueron ministros u ocuparon cargos públicos de relevancia durante la administración de Cartes. Quizá la prueba más grande de la afinidad entre Peña y su padrino político es que el ministro de Hacienda del flamante Ejecutivo será Carlos Fernández Valdovinos, un reconocido economista doctorado en la Universidad de Chicago, quien fue presidente del Banco Central del Paraguay en el gobierno de Cartes y también máximo directivo de Basa, uno de los bancos privados que son propiedad de Cartes.