Un vuelo de la empresa Spirit Airlines con 48 personas a bordo fue tiroteado el lunes cuando llegaba a la capital haitiana, Puerto Príncipe. El avión, proveniente de Miami, Estados Unidos, tuvo que desviarse de su trayecto y finalmente aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de Santiago, en el norte de República Dominicana. Más tarde, también fue tiroteado otro avión comercial, de la empresa estadounidense JetBlue, poco después de que despegara de Puerto Príncipe para volar hacia Nueva York.

Debido a estos incidentes, supuestamente vinculados con la violencia de las bandas armadas que controlan grandes zonas de la capital haitiana y sus alrededores, las autoridades decidieron cerrar el aeropuerto temporalmente, hasta el lunes 18.

Una de las consecuencias que generó esta situación fue que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se vio obligada a suspender la entrega de ayuda humanitaria a Haití. El vocero de la secretaría general de la ONU, Stéphane Dujarric, dijo en conferencia de prensa que no se puede acceder al aeropuerto Toussaint Louverture ni tampoco al puerto de la capital, en los dos casos por el deterioro de la situación de seguridad. Señaló que si bien el puerto está abierto a la navegación, en los hechos está cerrado para el acceso por tierra, informó la agencia Efe.

La ONU evalúa utilizar un aeropuerto del norte del país para enviar medicamentos y otros insumos, aunque buena parte de ellos se requiere en la capital.

La creciente violencia llevó a que esta semana se suspendieran clases en varias escuelas de la ciudad y que cerraran comercios. Esta paralización respondió a la advertencia que lanzó el domingo Jimmy Chérizier, un expolicía conocido como Barbecue, líder de la organización Vivre Ensemble (Vivir Juntos), que nuclea a varias bandas armadas. El domingo Chérizier advirtió en sus redes sociales que “la batalla comenzará de nuevo” y pidió a los haitianos que no salieran de sus casas si podían evitarlo.

Dijo que Vivre Ensemble se había mantenido como observador de la situación del país, “para que la gente no dijera” que fue esa organización la que impidió “que las escuelas abrieran sus puertas”. Pero agregó que ahora “las bandas de Vivre Ensemble deben actuar” y “ha llegado el momento, como están acostumbrados a hacer, de tomar el destino de este país en sus manos”.

Ese día se hizo público que el Consejo Presidencial de Transición de Haití (CPT) destituyó al primer ministro, Garry Conille, y nombró en su lugar al empresario Alix Didier Fils-Aimé, que el lunes asumió el cargo.

Policías haitianos intercambian disparos con pandilleros, el 11 de noviembre, en Puerto Príncipe.

Policías haitianos intercambian disparos con pandilleros, el 11 de noviembre, en Puerto Príncipe.

Foto: Clarens Siffroy, AFP

Tomaron la decisión ocho de los nueve miembros del CPT. Según informó France 24, sólo se opuso Edgard Leblanc Fils, que fue el primero de los integrantes del consejo en ocupar su presidencia rotativa. Estaba previsto que el siguiente en asumir ese puesto fuera Smith Agustin, pero la Unidad de Lucha contra la Corrupción pidió que se iniciara una “acción pública” contra él y otros dos miembros del CPT, Luis Gerald Gilles y Emmanuel Vertilaires, por sospechas de abuso de funciones y corrupción. Finalmente, la presidencia rotativa fue ocupada por Leslie Voltaire.

Con estos antecedentes, la decisión de cambiar de primer ministro la tomó un CPT que ya era cuestionado y que, además, recibió críticas del jerarca destituido.

Para Conille, la decisión que lo apartó del cargo fue inconstitucional y además viola las reglas establecidas para el actual período de transición que lidera el CPT. Una de ellas establece que el consejo “no puede en ningún caso, ni siquiera en el marco de sus funciones transitorias, suplantar al Parlamento o ejercer un poder que no le haya sido atribuido”, y si bien tiene la potestad de nombrar al primer ministro, no se explicitó que pudiera destituirlo.

Conille ya había tenido diferencias con el consejo por la permanencia de sus tres miembros acusados y porque él se negaba a llevar adelante una reestructuración del gabinete. Mientras se dirimen estos enfrentamientos, en el primer semestre de 2024 la violencia armada dejó 3.900 personas muertas o heridas, y en los 12 meses de 2023 esas víctimas fueron unas 8.000, según datos de la ONU.

La crisis política en Haití se arrastra desde hace años. El país no tiene un presidente efectivo desde que en 2021 fuera asesinado Jovenel Moïse, pero además no celebra elecciones desde 2016. Una de las tareas del consejo y del gobierno provisorio que ahora encabeza Fils-Aimé es la de organizar unas elecciones de las que surja un nuevo presidente para el 7 de febrero de 2026.

En su primer discurso, el nuevo primer ministro manifestó que se propone luchar contra la inseguridad pública y llevar al país a elecciones. “Estamos en medio de una transición importante. La primera tarea esencial, que determinará el éxito de la transición, es restablecer la seguridad: seguridad de la gente, seguridad de los bienes y de las infraestructuras, seguridad alimentaria y libertad de circulación en todo el país”, dijo.