La jornada electoral estadounidense reflejó en buena medida la paridad que habían anticipado las encuestas, y entrada la noche, no había certezas sobre si la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump habían ganado las elecciones, aunque este último parecía cerca de lograr su objetivo de retornar a la Casa Blanca.
Como es sabido, el voto en Estados Unidos no es directo, sino que los ciudadanos mediante su sufragio eligen representantes para el Colegio Electoral y es este órgano finalmente el que designa al mandatario.
El Colegio Electoral está formado por 538 integrantes, que equivalen al número de miembros de la Cámara de Representantes (435), más el número de senadores (100) y los tres delegados por el Distrito de Columbia, que no es un estado y que por lo tanto no tiene representantes en ninguna de las dos cámaras. En total, es necesario conseguir el voto de la mitad más uno, es decir, al menos 270, para ganar las elecciones.
Si bien el expresidente republicano tenía una importante ventaja en la cantidad de electores sobre su adversaria, con casi el 60% de los votos contabilizados tenía 230 electores contra 179 de Harris; quedaba por saberse el resultado en algunos estados clave, particularmente Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que en total otorgaban 44 votos para el Colegio Electoral.
En los otros estados en que el resultado era incierto: Arizona, Georgia y Nevada; en los primeros dos Trump tenía una pequeña ventaja, y en el último territorio el conteo todavía no había comenzado por la diferencia horaria.
Aun sin conocerse estos resultados, en el resto de los estados no hubo sorpresas y tanto republicanos como demócratas ganaron en los territorios en los que tradicionalmente se hacen fuertes.
Por ejemplo, Trump ganó, entre otros estados, en Florida, Texas, Arkansas, Oklahoma, Misuri, Luisiana, Dakota del Norte y Dakota del Sur; y Harris se impuso cómodamente en Nueva York, Illinois, Massachusetts, Vermont, Rhode Island y Colorado.
En el ciclo que finalizó el martes con la última jornada de votación -millones de ciudadanos ya habían sufragado antes, ya sea de manera presencial y también por correo, aunque mucho menos en esta modalidad que en elecciones anteriores-, los ciudadanos estadounidenses además de presidente y vice elegían a toda la Cámara de Representantes y a un tercio de los senadores.
Paralelamente, en 11 estados se disputaban las gobernaciones: Delaware; Indiana; Missouri; Montana; Nueva Hampshire; Carolina del Norte; Dakota del Norte; Vermont; Utah; Washington y Virginia Occidental. Y también se eligieron a los gobernadores en dos territorios estadounidenses que no son estados: Puerto Rico y Samoa Americana.
Además, en 41 de los 50 estados que integran el país, también se puso a consideración de los votantes cerca de 150 consultas populares, algunas presentadas por legisladores y otras directamente por los ciudadanos, sobre muchos temas, aunque los que tenían más predominancia eran el aborto y la legalización del uso del cannabis con fines recreativos.
Trump vivió la mayor parte de la jornada electoral en su residencia Mar-a-Lago, situada en Palm Beach, en el estado de Florida. Antes del mediodía, el líder republicano de 78 años acompañado de su esposa Melania fue a votar y luego de hacerlo prometió a los periodistas que lo esperaban que reconocerá su derrota “si las elecciones son limpias”.
“Si pierdo unas elecciones, si son limpias, sería el primero en reconocerlo”, dijo Trump, después de llamar “locos” a quienes aseguraron durante la campaña que no aceptaría otro resultado que no fuera vencer en estas elecciones.
De todas maneras, el candidato republicano dijo sentirse “muy confiado” y convencido de que ganará, descartando incluso que las elecciones sean tan reñidas como vaticinan las encuestas.
“He oído que nos está yendo muy bien en todas partes”, expresó el exmandatario ante los medios de prensa y además definió esta campaña electoral como la “mejor” de las tres que tuvo en sus aspiraciones de llegar a la Casa Blanca.
Pero horas más tarde, cerca del horario de cierre de la votación, Trump dijo en su red social que “ya hay comentarios sobre fraude masivo en Filadelfia” y aseguró que las fuerzas del orden iban en camino hacia esa importante ciudad del estado de Pensilvania. Associated Press informó que el exmandatario no ofreció detalles y que tampoco hubo ninguna referencia inmediata a su afirmación.
En la enorme mayoría de los casos, la jornada de votación transcurrió sin mayores incidentes, salvo algunas notificaciones de problemas con las máquinas de conteo de votos en algunos estados.
Respecto a la acusación planteada por Trump, el fiscal de distrito de Filadelfia, Larry Krasner, emitió una declaración en la que dijo que el candidato republicano es el único que está hablando de fraudes. “No hay ninguna muestra sólida entre las fuerzas del orden que respalde esta acusación descabellada”, remarcó Krasner.
En la misma línea, uno de los tres integrantes del equipo electoral de Filadelfia, el republicano Seth Bluestein, salió al cruce de los comentarios de Trump sobre el presunto fraude masivo en Filadelfia. “No hay absolutamente nada de verdad en esas acusaciones. Es otro ejemplo de desinformación”, explicó Bluestein.
Entrada la noche y cuando todavía el panorama era incierto, Trump junto a sus asesores llegaron al centro de convenciones de West Palm Beach, donde pasó la noche a la espera de los resultados definitivos.
Harris, por su parte, había votado hace unos días por correo y pasó toda la jornada electoral en la ciudad de Washington, donde reside.
Por la tarde se presentó de manera sorpresiva en el Comité Nacional Demócrata, donde se encontraban trabajando los funcionarios del call center que seguían intentando captar votantes mediante llamadas telefónicas, una práctica habitual en Estados Unidos, donde no existe la veda electoral.
La candidata de 60 años aprovechó la ocasión para hacer algunas llamadas ella misma, además de reconocer y felicitar a los trabajadores por su tarea. “Sólo quería venir a verlos y agradecerles por todo lo que están haciendo”, expresó Harris a los funcionarios.
Más tarde, después de cenar en su casa junto a su familia, la postulante demócrata se trasladó a esperar los resultados a su comando de campaña que se ubicó en la Universidad de Howard, también situada en la capital estadounidense, una casa de estudios plenamente identificada con la comunidad negra, en la que Harris se graduó como abogada en 1986.