Tras dos semanas de intensos cónclaves, el Nuevo Frente Popular (NFP) francés ha superado sus diferencias y ha logrado acordar una propuesta de nombre para el puesto de primer ministro. Se trata de la economista Lucie Castets, portavoz y cofundadora del colectivo Nos Services Publics [Nuestros Servicios Públicos], según anunció la alianza progresista en un comunicado en X este martes.

“Acepto con determinación y responsabilidad la propuesta del Nuevo Frente Popular. La izquierda ha salido victoriosa y está llamada a gobernar. Pondré en ello toda mi energía y convicción”, tuiteó Castets posteriormente.

Los partidos del NFP la presentan como una “líder de las luchas asociativas por la defensa y la promoción de los servicios públicos, comprometida activamente en la batalla de las ideas contra la jubilación a los 64 años”, una de las banderas del frente popular. Agregan que se trata de una alta funcionaria que ha luchado contra el fraude fiscal y la delincuencia financiera, y con experiencia en el mundo asociativo. En el comunicado, se comprometen “plenamente a trabajar a su lado en el gobierno que dirigirá”.

El comunicado ha sido publicado en las redes sociales una hora antes de que el presidente Emmanuel Macron tomara la palabra en la primera entrevista televisada desde las pasadas elecciones legislativas. “Siguiente paso: Macron debe reconocer el resultado electoral y nombrarla”, ha dicho la líder de los ecologistas, Marine Tondelier.

¿Y qué ha hecho Macron? El presidente rechazó, minutos después, la propuesta del NFP. “No es una cuestión de nombres propuestos por un grupo político”, explicó, añadiendo que “sería falso decir que el Nuevo Frente Popular tiene una mayoría de cualquier tipo”.

Y el jefe de Estado citó la derrota del candidato del NFP, André Chassaigne, en las votaciones para la presidencia de la Asamblea frente a la candidata de la coalición presidencial, Yaël Braun-Pivet, apoyada por la derecha. “La cuestión es saber qué mayoría se puede encontrar en la Asamblea para que un gobierno pueda aprobar reformas, aprobar un presupuesto y hacer avanzar el país”.

Las distintas familias de la coalición de izquierda, que se impusieron como primera fuerza parlamentaria en las elecciones legislativas del 7 de julio, estaban desde la propia noche electoral inmersas en unas tensas negociaciones para consensuar el candidato a jefe de Gobierno, que además de necesitar que Macron acceda a su nombramiento necesitaría generar el respaldo suficiente en la Asamblea Nacional para sacar propuestas adelante, donde el NFP está lejos de la mayoría absoluta de 289.

Salida a días de bloqueo

Las discrepancias entre los principales partidos de la coalición habían atascado las conversaciones, hasta el punto de colocar al NFP al borde de la ruptura en medio de un cruce de acusaciones de bloqueo y disculpas al electorado por el retraso. El tira y afloja ha estado protagonizado sobre todo por el Partido Socialista y Francia Insumisa, las dos formaciones más importantes de la unión de la izquierda, que en un principio se aferraron a sus respectivos candidatos. Hasta ahora, los intentos de salir del atolladero no habían sido fructíferos. “Estamos ante una guerra de intenciones entre los socialistas, que acusan a los insumisos de no querer gobernar, y los insumisos, que acusan a los socialistas de querer traicionarles”, lamentó en declaraciones a Libération un negociador de Los Verdes.

El bloqueo se vio agravado a mediados de mes por el veto del Partido Socialista (PS) francés a la presidenta de Reunión, Huguette Bello, como candidata de la izquierda, provocando críticas del resto de los socios. Posteriormente, Francia Insumisa anunció que se levantaba de la mesa y rechazó otra candidatura, la de Laurence Tubiana, para el puesto de primera ministra, que habían propuesto sus socios del NFP, alegando que supondría “permitir entrar por la ventana a los macronistas que han sido echados” en las elecciones legislativas. Tanto Bello como Tubiana renunciaron a ser candidatas tras constatar el desencuentro en el seno de la alianza de izquierdas.

Entretanto, el entendimiento para elegir al diputado comunista André Chassaigne como candidato común a la presidencia de la Asamblea Nacional ofreció un respiro tras días de divisiones internas y la alianza de izquierda logró combatir unida en este frente. Aun así, la macronista Yaël Braun-Pivet acabó imponiéndose por un estrecho margen a Chassaigne en la votación, asestando un golpe a la coalición progresista.

La izquierda francesa, que se puso de acuerdo rápidamente para concurrir unida a las elecciones con un programa común, también ha criticado con dureza el rechazo del presidente Macron a designar un primer ministro hasta que haya una mayoría sólida que asegure la gobernabilidad y exige un nombre que venga del NFP, primera fuerza en la Asamblea pero sin mayoría absoluta. Una de las críticas más prominentes ha sido la líder de los ecologistas, que acusó al presidente de evitar reconocer los resultados de las elecciones tras haber apretado el botón de la disolución de la Asamblea Nacional. Tondelier argumentó que la “lógica institucional dicta” que llame al NFP para pedirles proponer un primer ministro.

Una versión más extensa de este artículo fue publicada originalmente en elDiario.es.