Para este miércoles la oposición venezolana, como así también el gobierno, convocaron a sus seguidores a que se sumen a marchas callejeras que se realizarán exactamente un mes después de las elecciones en las que el Consejo Nacional Electoral (CNE) dio como ganador al actual presidente Nicolás Maduro.
En su llamado, realizado durante el fin de semana, la líder opositora María Corina Machado anunció que la manifestación se realizará en la avenida Francisco de Miranda, una de las principales vías de Caracas, para celebrar que “ganó Venezuela” y rechazar “el fraude de Maduro y su régimen” bajo la consigna “Acta mata sentencia”.
Lejos de quedarse quieto, el oficialismo también aceptó el desafío de una muestra de poder popular en las calles y así fue que Diosdado Cabello, actualmente diputado, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el segundo hombre más fuerte del país después de Maduro, también llamó a los seguidores del gobierno a hacerse presente en las calles.
“Primer mes de la gran victoria popular del 28 de julio, y las fuerzas revolucionarias saldrán a la calle para manifestar como lo sabemos hacer los chavistas, con alegría, con emoción, con entusiasmo, en camaradería franca”, expresó Cabello.
El mismo dirigente chavista también se manifestó en las últimas horas sobre las declaraciones de Juan Carlos Delpino, uno de los integrantes del CNE, quien el lunes puso en duda el triunfo de Maduro en los comicios. Medios afines al oficialismo informaron que Cabello adelantó que él pidió la salida del cargo del rector Delpino, a quien calificó como “un traidor a la patria”.
Desde que se realizaron las elecciones, el CNE se limitó a brindar información muy superficial sobre los comicios. El organismo comunicó que ganó Maduro, la cantidad de votos y poca cosa más, pero nunca divulgó las actas con el detalle de cómo fue la votación en cada circuito. La entidad argumentó que el mismo día de las elecciones había padecido “un ataque ciberterrorista”.
Mientras que dentro y fuera del país el descreimiento crece y se aguarda cada vez con menos expectativa la publicación de dichos documentos, el lunes se informó desde el CNE que se había sufrido un nuevo ataque cibernético tras la reactivación 48 horas antes de su página web, lo que ocasionó que se saturaran los enlaces de las telecomunicaciones.
Chavismo en estado sólido
El Ejecutivo que encabeza Nicolás Maduro tiene bajo su control todos los poderes del Estado, por lo cual, junto con el apoyo decidido que tiene de la mayor parte de la plana mayor del Ejército, sacarlo de su lugar es un objetivo extremadamente complejo.
El repudio que generó el resultado nunca divulgado de las elecciones en buena parte de América, con las excepciones de Cuba, Nicaragua, Bolivia y Honduras y de algunos microestados del Caribe, contrastó con el apoyo fundamental, irrestricto y estratégico que brindaron a Caracas China y Rusia, dos poderosas potencias que tienen puestas en suelo venezolano buena parte de sus fichas en la región.
Arabia Saudita, Siria, Qatar, Indonesia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Corea del Norte fueron, entre otros, los países asiáticos que también felicitaron a Maduro por su proclamado triunfo, dando la idea de que el aislamiento en el cual se encuentra Venezuela es importante, pero no unánime.
Por otra parte, no pueden soslayarse los estrechos vínculos que tienen el gobierno de Maduro y el de la teocracia islámica de Irán, relación que sumó un nuevo capítulo de su afianzamiento en una reunión que el lunes tuvo la vicepresidenta Delcy Rodríguez con el embajador iraní en Caracas, Hojjatolah Soltani, evento ampliamente difundido por los medios afines al gobierno.
En el escenario de disputa mundial en el que se encuadra la situación venezolana, se destaca la posición adoptada por Brasil y Colombia, que hasta antes de las elecciones habían mantenido una postura prudente sobre la situación interna del país, pero que desde entonces están reclamando de manera firme la divulgación de las actas de los comicios. El caso es mucho más significativo en Lula, y dada la tradición diplomática de Itamaraty, que suele manejar con sumo cuidado las cuestiones relativas a la política interna de otros países.
Estados Unidos y la Unión Europea, por su parte, en la cuestión venezolana, al igual que en la mayor parte de los conflictos que están en marcha actualmente en todo el mundo, van de la mano, aunque guiados por la más fuerte de las dos, que es la Casa Blanca, que a la vez que sanciona mantiene fluidos intercambios comerciales con Venezuela.