El expresidente de Francia entre 2007 y 2012 Nicolas Sarkozy comenzó a cumplir sus cinco años de condena en la prisión parisina de La Santé este martes. El exmandatario también deberá pagar una multa económica y no podrá presentarse a elecciones tras constatarse que conspiró para financiar la campaña que lo llevó al poder con fondos provenientes del régimen libio, con el fallecido dictador africano Muamar el Gadafi a la cabeza.
Antes del ingreso a prisión, sus hijos convocaron una manifestación en apoyo al exmandatario frente a su domicilio que reunió “a casi 100 simpatizantes para vitorearlo”, de acuerdo a la reconstrucción que realizó France 24. Se dirigió a la prisión escoltado por personal policial en un contundente operativo de seguridad y en compañía de su esposa, la cantante Carla Bruni, además de la prensa que lo siguió durante el trayecto.
“No es un expresidente de la República el que entra a prisión, sino un hombre inocente”, publicó Sarkozy en X antes de ingresar al sistema penitenciario, al tiempo que afirmó sus intenciones de continuar “denunciando este escándalo legal”, un “calvario” que dijo “padecer durante más de diez años” y “humilla a Francia por venganza”. “La verdad triunfará”, pero el “precio a pagar será devastador”, consignó en la publicación. Por otro lado, días antes cedió una entrevista al medio francés La Tribune en la que afirmó que “no tiene miedo a la cárcel” y “mantendrá la cabeza alta”. Tras atravesar las puertas del recinto, Sarkozy se convirtió en el primer expresidente francés en prisión.
Será recluido en régimen de aislamiento para no encontrarse con ningún preso por ser considerado un recluso vulnerable. Al mismo tiempo, el ministro del Interior, Laurent Núñez, dijo este miércoles a Europe 1 que “dos agentes han sido asignados a su custodia”. Estarán apostados durante 24 horas y “por el tiempo que sea necesario” en la celda contigua, con el objetivo de “garantizar su seguridad” dado su estatus y las “amenazas que pesan sobre él”.
Según France 24, las celdas “miden entre nueve y 12 metros cuadrados”, con acceso a “ducha privada, televisor y teléfono fijo si paga una tarifa de 14 euros al mes”. También le corresponde “un paseo diario en soledad y acceso a uno de los tres pequeños gimnasios del recinto penitenciario o a la sala que sirve de biblioteca, así como a visitas semanales de sus familiares”, consignó.
El medio francés aseguró que si bien sus abogados presentaron una solicitud de excarcelación el tribunal tiene “hasta dos meses para decidir”, y, en caso de aceptarla, “afrontará en libertad el juicio de apelación previsto para marzo”. El proceso de apelación que impulsa Sarkozy no evitó su encarcelamiento puesto que los jueces añadieron una orden de prisión preventiva con ejecución provisional que impide su libertad a pesar de que recurra la sentencia.
De forma paralela, una medición que realizó la encuestadora Elabe confirmó que “la opinión pública está conmocionada por los ataques y amenazas dirigidos contra el presidente del tribunal penal de París” tras la condena. El estudio aseguró que el 72% de los franceses se declara conmocionado por los hechos y, por otro lado, que el 78% no quiere que el presidente, Emmanuel Macron, le conceda el indulto, frente a un 21% que sí.
El sondeo también reveló que el 58% de los franceses cree que los jueces emitieron una decisión imparcial, frente al 41% que la evalúa “politizada”, al tiempo que un 61% considera justa la prisión preventiva, en contraposición a 38% que piensa que no. Al mismo tiempo, un 40% se declaró satisfecho con la condena, frente a un 21% insatisfecho y un 39% indiferente.
De acuerdo con los datos que divulgó France 24, Macron recibió a Sarkozy el 17 de octubre en el Palacio del Elíseo, en una de sus últimas actividades en libertad. “He hecho declaraciones públicas muy claras sobre la independencia del poder judicial”, pero “era normal, a nivel humano, que recibiera a uno de mis predecesores”, dijo el mandatario europeo. Por otro lado, el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, anunció que visitará en prisión a Sarkozy para comprobar las condiciones de su reclusión ya que se encuentra “profundamente entristecido” por la medida.