Tras el balotaje en Chile, el ultraderechista líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, se impuso frente a la comunista e integrante del partido de gobierno, Jeannette Jara, por una mayoría holgada de 58% de los votos. Este lunes la diaria Radio se comunicó con el politólogo uruguayo Juan Pablo Luna para interpretar el viraje a la extrema derecha tras el gobierno de Gabriel Boric: “Es obviamente una derrota muy relevante” tanto para Boric como para lo que “la llegada de esa generación de nuevos políticos prometió y en cierto sentido defraudó en el contexto del postestallido chileno”, evaluó en primera instancia.
Luna reparó en el fenómeno que representó el levantamiento popular en 2019. Dijo que tras las protestas se consolidó la idea de que Chile necesitaba “revisar su modelo de desarrollo y de convivencia”, por lo que “se elige a esta generación para eventualmente llevar adelante esos cambios”, aunque “se cierra muy rápidamente luego de iniciado el gobierno con el plebiscito de salida de la primera Convención Constituyente”, un proyecto que “extrema esta visión crítica del modelo y termina muy lejos del sentido común de la ciudadanía”.
En palabras del analista, por efectos de la pandemia y de lo que por entonces comienza a configurarse como una crisis de seguridad a ojos de la opinión pública, se había instalado “un giro conservador que culmina anoche con porcentajes muy parecidos a los de la votación del plebiscito, ratificando algo así como un sentido común de vuelta al orden”: “En cierto sentido, lo que Kast promete es volver al Chile ordenado, seguro y con crecimiento económico que la gente hoy extraña y al que quiere volver”, apuntó.
Sobre el golpe para el partido de gobierno en el país trasandino, opinó que su sensación de cara a la “nueva izquierda” es que están “muy orientados en la recompensa y mucho menos en el camino”, evaluó. Sin embargo, aseveró que, a pesar de ser homónimo, el partido de gobierno uruguayo es “muy diferente” a la izquierda chilena, aunque “ha empezado a converger a un patrón más parecido al chileno” en el sentido de que “se ha perdido conexión con el territorio y la ciudadanía”. Así, dijo notar que “los partidos que en Uruguay estaban permanentemente mediando intereses, explicando a la ciudadanía y relevando demandas” perdieron un poco de la conexión que tenían con los ciudadanos a raíz, por ejemplo, de la “revolución de las comunicaciones y las estrategias de movilización política”.
“Si hay alguna lección que aprender del caso chileno, es que la comunicación es muy relevante. Este gobierno ha tenido en este primer año problemas de comunicación, sin duda, pero también es muy relevante la conexión orgánica con la ciudadanía que siento que en cierto sentido se ha ido perdiendo”, condensó.
Dos versiones sobre el perfil de Kast
Sobre el perfil del presidente electo, dijo que hay un debate con distintas versiones que están a la espera de ser “arbitradas” a lo largo de su mandato.
Por un lado, “hay quienes lo ven -con razones fundadas- como parte del movimiento de la ultraderecha internacional” dadas “sus posiciones muy duras en el eje valórico” y su “alineamiento y adhesión todavía al régimen de Pinochet”: “Es un hito, es la primera vez que Chile elige, luego de la transición a la democracia, a un partidario del régimen de Pinochet. Una de las claves de los triunfos electorales de Sebastián Piñera fue haber sido uno de los pocos en la derecha que se opuso al régimen de Pinochet y que votó ‘no’ en el plebiscito que decidía o no su continuidad”, apuntó.
Por otro lado, se lo ve “como un liderazgo más institucional y tradicional chileno”, ya que “es y fue parte de Unión Demócrata Independiente (UDI)”, por lo que es preciso esperar “un liderazgo más bien chileno, moderado e institucional”. “Esas dos visiones respecto a quién es Kast están hoy en tensión y lo que haga como presidente va a ir dilucidando en qué lado estamos”, opinó, aunque “probablemente sea un híbrido de ambas”.
Una nueva izquierda “desconectada”
Para Luna, la derrota electoral del oficialismo chileno “tiene que ver con la centralidad que adquieren dos temas en la opinión pública: la seguridad pública y el crecimiento económico”. En ese sentido, si bien ambas candidaturas eran “muy extremas”, tanto Jara como Kast “terminaron enfatizando y centrando la campaña” en esos ejes: “Hay una percepción generalizada (...) de que el país está en una crisis, que desde el estallido-pandemia lo que ha habido es un proceso de decadencia marcado en el país y se asocia también un énfasis de campaña que hizo mucha carne en el interior de Chile, en las regiones y en los sectores populares, que es el tema de la migración, y Kast desarrolló, junto a otros candidatos de la oposición, un discurso antimigrantes”, listó.
Así, Luna dijo que Kast, como candidato de la derecha extrema, logró traccionar un volumen importante de votos en los sectores que “perdió la izquierda”; aquellos “populares, jóvenes y mujeres”. Respecto a los motivos de lo anterior, opinó que persiste “un ciclo largo de alternancia en el poder” y que “la nueva izquierda chilena funciona muy bien desde la comunicación —es una izquierda de redes sociales y slogans, con mucha poesía, pensando en el personaje presidencial—, pero con muy poco calado en la sociedad y muy poca conexión con los sectores que dicen venir a representar”.
El politólogo también opinó sobre la utilización de los recursos naturales y dijo que “parte de lo que se ha instalado es que Chile ha dejado de crecer por la ‘permisología’, los procesos de validación ambiental de los proyectos extractivos”. Con base en lo anterior, afirmó que tanto el gobierno de Boric como los candidatos electorales preveían reducir ese tipo de trámites, por lo que es preciso “esperar un avance rápido de esta agenda tratando de atraer inversiones al país”.
Finalmente, respecto al vínculo con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el experto opinó que toda la región, “salvo pocas excepciones, entre las que está Uruguay”, está girando hacia la derecha “en un momento en el cual Estados Unidos ha decidido que ya no puede sostener una hegemonía a nivel global, pero sí que la va a firmar en su área de influencia”. Chile, “aunque tiene mucha influencia e incidencia de inversiones chinas en sectores estratégicos”, va a tener “un alineamiento creciente” con el gigante norteamericano no sólo en aspectos económicos, sino también “en la política de seguridad, la política antidrogas y lo que Trump está desarrollando en el caso venezolano”.