Desde que la conservadora Sanae Takaichi del Partido Liberal Democrático (PLD) se convirtió en la primera ministra de Japón, el país asiático registró una escalada de tensiones diplomáticas con China.
El 7 de noviembre aseveró frente al Parlamento que una invasión o bloqueo chino sobre Taiwán que involucre buques de guerra podría conformar una “situación que amenace la supervivencia de Japón”, un término legal que según France 24 permitiría al gobierno nipón desplegar a las fuerzas armadas amparado en el paquete legislativo “para la paz y la seguridad” de 2015.
Las réplicas de Pekín no demoraron en llegar.
Pocas horas más tarde, el cónsul general chino en Osaka, Xue Jian, exhortó que era preciso “cortarle la cabeza al entrometido” en su perfil de X. Si bien la publicación fue eliminada, lo consignaron medios como DW y Swissinfo, al tiempo que la parte japonesa, encarnada en Minoru Kihara como portavoz del gobierno, condenó las declaraciones y presentó una protesta formal contra su vecino del oeste.
Por su parte, Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, dijo en una conferencia de prensa, el 10 de noviembre, que las declaraciones de la líder japonesa constituyen “una flagrante injerencia en los asuntos internos, una grave violación del principio de una sola China, del espíritu de los cuatro documentos políticos entre China y Japón y de las normas básicas de las relaciones internacionales”, por lo que instó a “dejar de hacer provocaciones, cruzar la línea y a abstenerse de seguir avanzando en la dirección equivocada”.
Al margen de lo discursivo, China también adoptó medidas económicas y militares: se cancelaron vuelos con destino a la isla. El miércoles, bombarderos rusos y chinos realizaron una maniobra militar conjunta, lo que ameritó una exhibición similar el jueves entre aviones de Japón y Estados Unidos.
Por otro lado, el ministro de Defensa de Japón confirmó los planes de instalar misiles en las islas de Yonaguni e Ishigaki, al sur del país y a unos 100 kilómetros de Taiwán.
El analista especializado en China, Daniel Barrios, explicó a la diaria que la relación entre las dos naciones “data de más de 1.500 años” y han sido “de amor y odio”.
Explicó que Japón tuvo dos guerras con China: la primera en 1894 y 1895, en la que “hay un triunfo de las fuerzas japonesas y en acuerdo de paz Taiwán pasa a ser parte de japón desde 1895 a 1945”; la segunda desde 1937 a 1945, cuando Japón “invade China continental, se queda con la región de Manchuria y en su ofensiva militar llega hasta la capital china, en la ciudad de Nankín, y hoy es recordado como una de las masacres y actos genocidas que recuerden las guerras”, consignó.
A pesar de que China es “el principal socio comercial de Japón”, el antecedente histórico es una herida “aún muy abierta” y Taiwán representa “la línea roja más clara para China”, lo que a su vez constituye uno de los elementos más conflictivos en su relación con Estados Unidos.
“Cualquier país del mundo que tenga relaciones con China tiene –y así está sancionado en todos los acuerdos de relaciones diplomáticas– que respetar el principio de ‘una sola China’, que exige a todos los países reconocer que Taiwán es parte inseparable de su territorio”, afirmó.
Dijo que el valor “histórico” de Taipéi viene dado por el “siglo de la humillación” chino, entre 1842 y 1949.
“China fue invadida y colonizada por Francia, Inglaterra, Japón y Rusia, perdió la soberanía de Hong Kong en manos del imperio británico y perdió la soberanía de Macao en manos de los portugueses”, listó. Tras su recuperación, la isla se yergue como “el último eslabón que le falta a China para decir ‘lo hemos superado y [hemos] vuelto a ser un país como el que fuimos siempre’”.
Otro eje es el rearme japonés. Barrios dijo que Takaichi “se comprometió a aumentar los gastos en Defensa hasta un 2% del PIB”, algo “sin antecedentes” en el país, y a “invertir en investigación y desarrollo de la industria militar”, elementos que se suman a que “el actual gobierno de Taiwán, a cargo del Partido Progresista Democrático, está hablando como nunca antes y con mucha fuerza de la necesidad de la independencia”, aseguró.
A pesar de lo anterior, China es “el único país de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que nunca ha participado de una guerra fuera de sus fronteras”.
Por eso Barrios descarta “absolutamente” la posibilidad de que el gigante asiático inicie hostilidades militares, aunque va a llegar “hasta las últimas consecuencias para restablecer las relaciones con Japón, pero que vuelva de este lado de la línea roja”.