La excepción portuguesa llegó a su fin. En las elecciones celebradas el 18 de mayo, el país experimentó un claro giro hacia la derecha: la coalición conservadora Alianza Democrática (AD) se impuso como fuerza principal (32% de los votos), mientras que el Partido Socialista (PS) apenas superó al partido de extrema derecha Chega (“¡Basta!”), quedando ambos en segundo lugar, con alrededor del 23%. La izquierda radical sufrió un colapso: incluso sumados, el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda apenas obtuvieron un 5% de los sufragios.
En noviembre de 2023, el entonces primer ministro António Costa, socialista, dimitió tras ser acusado de corrupción. Esto supuso el fin de ocho años de gobiernos progresistas que habían convertido a Portugal, junto con España, en una inspiración para la izquierda europea. Tras un año y medio de investigación judicial, no se encontraron pruebas que sustentaran las acusaciones contra Costa, lo que suscitó sospechas de que se trate de un caso de lawfare.
Desde la dimisión de Costa, se celebraron tres elecciones en tres años, durante las cuales la izquierda perdió terreno de forma constante, mientras que Chega ascendió rápidamente. El partido de extrema derecha, fundado en 2019, logró su gran avance a nivel nacional en 2022 al obtener el 7% de los votos. Las elecciones del domingo pasado son la culminación de esta tendencia.
Estas elecciones se convocaron anticipadamente después de que el primer ministro conservador, Luís Montenegro, fuera acusado de irregularidades en sus relaciones con una empresa familiar y perdiera una moción de confianza en el Parlamento. Sin embargo, su coalición conservadora logró consolidar su posición. Las acusaciones de mala conducta no castigaron al primer ministro, pero amplificaron la retórica anticorrupción de Chega, que el partido supo utilizar para posicionarse como la única alternativa “limpia” al establishment político tradicional.
Junto con el discurso anticorrupción, la postura antiinmigración constituye el núcleo del mensaje de Chega. Esto se vio reforzado por el propio gobierno conservador, responsable de diversos gestos xenófobos. En diciembre de 2024, Lisboa fue escenario de una serie de redadas policiales basadas en perfiles raciales, lo que se interpretó como una concesión del gobierno a una retórica de Chega que, sin pruebas, vincula inmigración con inseguridad. Aunque como respuesta hubo protestas antirracistas, las redadas marcaron un paso importante hacia la normalización del discurso xenófobo de la extrema derecha.
El colapso de la izquierda
El gran perdedor de las elecciones portuguesas fue la izquierda en su conjunto. El Partido Socialista, liderado por el exministro Pedro Nuno Santos, perdió 350.000 votos con respecto a las elecciones de 2024, el tercer peor resultado de los socialistas desde que se restauró la democracia en Portugal hace cinco décadas.
La situación es especialmente preocupante para los socialistas, ya que es probable que algunos de sus votantes se hayan pasado a Chega, algo que ya ocurrió en 2024. Las encuestas poselectorales de ese año mostraron un giro de los antiguos votantes socialistas hacia la extrema derecha, lo que ayuda a explicar cómo Chega creció sin necesariamente quitarles votos a los conservadores (el otro factor principal fue su éxito en la movilización de votantes que antes se abstenían).
Aún peor fue la derrota de los partidos de extrema izquierda. El Partido Comunista Portugués y el Bloque de Izquierda fueron actores centrales entre 2015 y 2023, proporcionando apoyo parlamentario a los gobiernos socialistas de Costa. Hoy en día son casi irrelevantes en el Parlamento, con cuatro y un escaño, respectivamente. En conjunto, sólo obtuvieron el 5% de los votos. Sólo Livre, situado ideológicamente entre los socialistas y los partidos mencionados anteriormente, mejoró ligeramente su resultado, obteniendo un 4,2%. Pero la principal conclusión es que la coalición conservadora AD cuenta ahora con más escaños que toda la amplia izquierda en su conjunto.
Dado que Portugal es una república semipresidencialista, corresponde al presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, nombrar al nuevo primer ministro. El resultado más probable es otro gobierno en minoría liderado por Montenegro, ya que una coalición entre los conservadores y la extrema derecha no beneficiaría a ninguno de ellos a corto plazo. Ventura, de Chega, intentará sin duda presentarse como un outsider en las próximas elecciones locales, mientras que un acuerdo con la extrema derecha sería arriesgado para el primer ministro Montenegro, en un país cuya democracia se construyó contra la dictadura ultraconservadora de António de Oliveira Salazar.
Con los resultados del 18 de mayo, tras años de inestabilidad política, Portugal se suma al giro hacia la derecha en Europa, donde las elecciones se convierten cada vez más en una contienda entre los conservadores tradicionales y la extrema derecha, con una socialdemocracia debilitada y la izquierda radical fuera del juego.
Una versión más extensa de este artículo se publicó originalmente en Jacobin.