La imagen de una mujer negra amamantando a un niño blanco ha despertado acalorados debates tendientes a minimizar o simplemente ignorar las connotaciones racistas que vinculan esa imagen a la historia colonial y el masivo comercio de esclavos africanos que la acompañó.
Las esclavas negras eran las amas de leche de la clase alta colonial. Pero la imagen de la “madre de leche” en la Patria Gaucha 2019 no pretende denunciar la violación de derechos humanos de uno de los comercios más humillantes y despreciables de la historia.
Tanto el autor de la imagen, realizada por encargo, como los organizadores se defienden hablando del carácter histórico del hecho. Sin duda, la esclavitud forma parte de nuestra historia, pero su retrato actual trae una memoria despojada de la tragedia de ser un cuerpo para otros, suaviza, edulcora y naturaliza la condición de opresión de esa experiencia.
El Diálogo Político de Mujeres Afro firma en su comunicado de repudio “que el mensaje, sin necesidad de ahondar en disciplinas académicas u otras consideraciones semánticas, reivindica la vergonzante situación de las amas de leche producto de la violencia esclavizante ejercida sobre aquellas mujeres que junto a tantos otros/as millones fueron secuestradas de su territorio de origen en uno de los mayores genocidios ejercidos y hoy reconocidos como crimen como la humanidad”.
Dice Suelí Carneiro, líder del feminismo negro de Brasil: “Son suficientemente conocidas las condiciones históricas en las Américas que construyeron la relación de cosificación de los negros en general, y de las mujeres negras en particular. Sabemos también que en toda situación de conquista y dominación la apropiación sexual de las mujeres del grupo derrotado es uno de los momentos emblemáticos de afirmación de superioridad del vencedor”. Por eso, desde el feminismo afro se parte de otros lugares de enunciación, de otras experiencias sociales, de otros dolores y marcas. La invisibilidad, la negación y el olvido de las experiencias sociales de sujetos precisamente despojados de su historia han sido la operación simbólica de la modernidad fracturada de las naciones latinoamericanas.
El problema no es la imagen en sí. Rita Segato coloca una imagen similar como tapa de su libro La crítica de la colonialidad en ocho ensayos y analiza los significados de esta imagen en el capítulo “Edipo negro”. El problema es mostrarla precisamente fuera de su significado histórico, como una experiencia de encuentro o de lazo allí donde hay una relación de apropiación y de violencia.
La relación corporal con la “madre de leche” se da en el marco de una apropiación total del cuerpo esclavizado, propiedad privada de los patrones. Segato hace referencia a la investigación de Maria Elizabeth Ribeiro Carneiro que fue en la búsqueda de esas mujeres en los historiadores más reconocidos de Brasil. “Encontró en ellos la utilización de la imagen de la madre negra, del ama-de-leche como elemento narrativo instrumental en la composición de la ideología de la suavización de la esclavitud en Brasil”. Dice la autora: “Ahora como figura, el ‘ama negra’ es invocada como si incorporase y explicase, en ella, las experiencias múltiples –tal vez ni siempre tan buenas ni tan tiernas– de las esclavas en la actividad del cuidado maternal. Mujeres destituidas de expresión propia o política, desprovistas de sus cuerpos y destinos [...]. Con fragancia de manjares, la imagen negra de mujer madre figura en el escenario minado por los conflictos de clase y derrama afectividad en el imaginario, tornando más leve y más suave el peso y el yugo de la esclavitud en la memoria social”.
Revisar las categorías que hemos naturalizado y sospechar de pensamientos supuestamente neutros no es una tarea demasiado compleja. Al menos para quienes deseamos realmente desmontar el andamiaje de lugares comunes de una historia racista, colonialista y patriarcal.
Lilián Celiberti es feminista, integrante de Cotidiano Mujer.