Para los jóvenes, sobrevivir sin tener dinero para pagar un alquiler es algo muy difícil, sea en Viena, Montevideo o Casupá. En 2008, y en medio del frenesí de una conferencia de la Industrial Designers Society of America, Brian Chesky y Joe Gebbia rentaron unos colchones inflables en su casa de San Francisco. Esto dio origen a Airbnb. El corolario de esta historia es que la economía colaborativa vino para quedarse, y esto es un dato, una restricción, ¿o acaso una oportunidad más amplia?

Las oportunidades de negocio no sólo despiertan la curiosidad de los emprendedores, sino también de la academia. Las plataformas de alojamiento permiten a demandantes y oferentes compartir activos. Esto es bien diferente de alquilar un vehículo, en lo que la empresa de transporte pone el capital, el factor trabajo y la tierra, y los clientes pasan por el local comercial y hacen turismo o trabajan. Todo esto se facilita con las aplicaciones para teléfonos inteligentes que permiten solicitar un servicio o un producto de un pool de proveedores del bien.

Un tema sobre el que ya se ha escrito bastante en la academia es el impacto de Airbnb sobre la industria hotelera. El problema se puede simplificar así: cada vez que alguien pone un anuncio de Airbnb en Montevideo, hay una habitación de hotel que no se vende. Dicho de otro modo, podemos pensar que los anuncios en Airbnb generan cambios marginales en el RevPAR de la hotelería (una métrica muy común para medir los ingresos hoteleros). Esto claramente genera una contraposición en los oferentes de un mercado y otro.

¿Qué dicen los principales artículos académicos al respecto?

Impacto de Airbnb sobre la hotelería: evidencia contrapuesta

Tal vez el cambio más radical de la irrupción de la economía colaborativa en nuestras vidas es la caída drástica de las barreras a la entrada y la salida. Hoy en día, es posible pedir un taxi, una cena, escuchar música o leer las noticias desde una aplicación. Esto, evidentemente, supone desafíos, amenazas y oportunidades para los operadores establecidos.

En cuanto al impacto de Airbnb sobre el sector hotelero, hay disparidades en cuanto a su efecto. Georgios Zervas, Davide Proserpio y John Byers, en The Rise of the Sharing Economy: Estimating the Impact of Airbnb on the Hotel Industry (2017), estimaron la asociación entre los anuncios de Airbnb y los ingresos hoteleros trimestrales en el estado de Texas, en Estados Unidos. Concluyeron que un incremento de 1% en los anuncios está asociado con un descenso de 0,05% en los ingresos. Los hoteles de categoría baja y los hoteles que no sirven a los viajeros por trabajo son los más afectados.

En tanto, Inés Blal, Manisha Singal y Jonathan Templin, en Airbnb’s Effect on Hotel Sales Growth (2018), analizan los efectos tanto sustitutivos como complementarios de la oferta de Airbnb en las ventas de los hoteles de la ciudad de San Francisco. Los autores encontraron que no hay un efecto estadísticamente significativo de la oferta total de Airbnb sobre el RevPAR, pero que el precio promedio de los anuncios sí lo tiene. Estos autores concluyen que Airbnb ofrece un servicio complementario y que existe un impacto de la calidad del servicio de Airbnb sobre la performance de los hoteles de San Francisco. Este último punto se refleja en que una mayor satisfacción de los usuarios está asociada a un RevPAR menor de los hoteles, lo que aporta evidencia sobre el efecto sustitución.

Finalmente, Ki-Hong Choi, Joo-hyun Jung, Suyeol Ryu, Su-Do Kim y Seong-Min Yoon, en The Relationship between Airbnb and the Hotel Revenue: In the Case of Korea (2015), analizan el impacto de Airbnb en los ingresos hoteleros para tres de las principales ciudades de Corea del Sur: Seúl, Busán y Jenju. Para el período comprendido entre mayo de 2010 y diciembre de 2013, los autores llegan a la conclusión de que no hay impacto de los anuncios de Airbnb en los ingresos de los hoteles en ese país, y aunque el número de llegadas turistas en ese país continúa creciendo, estos prefieren los hoteles a Airbnb.

La paradoja de la inspección1 y la economía colaborativa

¿Alguna vez se tomó un ómnibus a Valizas un 1º de enero? ¿Y un 16 de julio a las 6.00? Parte del problema con la paradoja de la inspección es que cuando hay suboferta de transporte interdepartamental, solamente unos pocos pasajeros disfrutan del viaje, mientras que, por el contrario, cuando hay exceso de demanda, todos pasan más o menos. De igual modo, cuando todo el mundo quiere una casa de alquiler en la primera quincena de enero, obtienen a cambio una desutilidad económica grande, y cuando quieren ir a Colonia Suiza en agosto obtienen un superávit importante de utilidad. En conclusión, estamos todos inmersos en la paradoja de la inspección. Las plataformas de la economía colaborativa utilizan esta paradoja para discriminar precios. En los momentos de picos de demanda de alojamiento, hay una “pelea de almohadas nocturna” entre los hoteles y Airbnb. Ante estos ataques, algunos hoteles ya se están aliando con Airbnb.

No está claro hacia dónde va la economía colaborativa, ni cuándo se producirán las próximas ondas de destrucción creativa, ni si un día podremos ir a la Antártida, bajar al manto de la Tierra o ir a la Luna. Lo que se puede presumir es que hay compradores y vendedores que lo están barajando. De momento, disfrutemos que pronto viene el verano meridional.

Martín Sprechmann es docente del Centro Universitario Regional del Este y de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República.


  1. Para más información sobre la “paradoja de la inspección”, ver: Downey, A. (2015). Recuperado de: https://allendowney.blogspot.com/2015/08/the-inspection-paradox-is-everywhere.html