Los pronósticos sobre las candidaturas presidenciales se hacen como en el turf: en base a la existencia de un “favorito”, el “enemigo” y la “sorpresa”. No hay “sorpresa” alguna en Unidad Popular, el Partido de la Gente o el Independiente. Ni “enemigo” visible en el Partido Colorado. Parece intrascendente quién será candidato a la presidencia por cualquiera de esos grupos, porque la verdadera disputa para ellos está en las bancas en el Parlamento. Buena parte del futuro se juega en la conformación que tengan las cámaras resultante de las elecciones de octubre en 2019. Es cierto que la presidencia de la República está en disputa, pero sólo entre el Frente Amplio y el Partido Nacional.
Entre los blancos hay muchos candidatos en la línea de salida. Pero Luis Alberto Aparicio Alejandro Lacalle Pou Herrera Brito del Pino, casado con Lorena Ponce de León Núñez, es el claro favorito, y Jorge Larrañaga es el enemigo. ¿Será Enrique Antía la sorpresa en esa penca?
En el herrerismo vales por los votos que tienes, y ese sistema de jerarquías internas se ha instalado entre los blancos todos. Por eso las internas son tan fuertes, los alineamientos cambiantes y las definiciones tan etéreas como volátiles. Supongo que el Guapo sanducero habló por todos los blancos cuando dijo que el ministro de Defensa Nacional, Jorge Menéndez, “no representa a las Fuerzas Armadas”, lo que es toda una definición política. Para Larrañaga, ¿el ministro de Defensa Nacional existe para representar a los militares? ¿Qué intereses corporativos les correspondería representar a los otros ministros? Me lo imagino, claro, pero no quiero prejuzgar. La senadora Verónica Alonso considera “razonable debido al aumento de la expectativa de vida promedio de los uruguayos” llevar a 65 años la edad mínima para jubilarse, aunque la edad promedio de retiro está entre 63 y 64 años… casi 65. Con el respaldo de los cada vez más poderosos y conservadores grupos evangélicos, Alonso se apresta a pelear por un lugar destacado en el partido.
El grupo de los intendentes –“el interior blanco”– está representado por Antía. Para el fernandino eran buenas noticias la victoria de Mauricio Macri en Argentina y el golpe de Michel Temer en Brasil. Ahora, que se ven las consecuencias de sus recetas, se ha llamado a silencio. Pero el abolengo y la estructura política están mayoritariamente con Luis Alberto Lacalle Pou, cuya historia familiar lo precede y apaña, y que defiende que “la sociedad es una” y que hay que “fortalecer a los que emprenden, sacarles las anclas, […] [porque] no es el Estado empresario el que va a sacar adelante al país”.1 No votó la ley de ocho horas para los trabajadores rurales, ni la ley de los denominados “cincuentones” porque puede afectar a las AFAP privadas. No votó la ley de responsabilidad empresarial, ni la reforma de la Caja Militar, ni otra ley cualquiera con significado de amparar a los derechos de las mayorías que puedan rozar los privilegios de su casta. Esa es la regla. Supongo que hay excepciones que la confirmen, aunque no recuerdo ninguna.
Todo está en cuestión
El relato del progresismo sobre los avances de la sociedad cuando es gobernada pensando en los derechos humanos se enfrenta –muchas veces sin éxito– al de una derecha que no se asume como tal y reclama “seguridad” y “rentabilidad”, fronteras abiertas y “competitividad”, luchar contra la corrupción (mirando la paja en el ojo ajeno) y cambios que solucionen todo ya, ofreciendo una eficiencia que no se sabe bien qué bases tendría.
¿Qué errores cometieron gobiernos que han sufrido derrotas o que están a la defensiva frente a la derecha? ¿Por qué millones de personas beneficiadas de las políticas sociales de esos gobiernos han pasado a votar por la derecha? ¿Es sólo falta de capacidad de convencimiento, de persuasión, de parte de los gobernantes, de los partidos y de los movimientos sociales?
¿Qué quiere decir exactamente la economista Azucena Arbeleche, principal asesora de Luis Lacalle Pou, cuando afirma que “irresponsable es haber desaprovechado la situación beneficiosa que tuvo el país”? ¿En qué hubiera consistido exactamente aprovechar la situación beneficiosa que se tuvo? Estoy lejos de defender que todo se hizo bien o que estamos en el mejor de los mundos posibles. Pero, con sinceridad, creo que si lo de la irresponsabilidad que señala Arbeleche fuera cierto, otra, muy otra, sería la situación del país y de su gente. Con la que no estoy del todo conforme, claro.
Hay quienes desde la izquierda progresista hablan –a veces en tono de reproche– de los derechos que se otorgaron. Me permito disentir: los derechos se reconocen y se asegura su pleno goce por parte de las personas. Para eso están los gobiernos progresistas y las izquierdas. Las derechas y los gobiernos conservadores están para defender desigualdades y privilegios. No es realmente complicado. Más allá de los “relatos”, claro.
David Rabinovich es periodista de San José.
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Declaraciones realizadas por Lacalle Pou en el Congreso Nacional del Herrerismo, el 22 de julio. ↩